Por Víctor Hugo Moreno Agosto 3, 2016

El ambiente estaba previsto. Marcela Sabat arriba al hemiciclo de la Cámara de Diputados acompañada de gran parte de su bancada RN y ante el agobiante sonido de los flashes fotográficos. La diputada vestida con elegante traje negro de una pieza elegido para la ocasión, lanzaba una sonrisa nerviosa, delatando que por unos segundos ella era la figura más importante y llamativa del Congreso. Sólo faltaba la alfombra roja.

Minutos después desde el cuarto piso de la Cámara de Diputados bajaba la ministra de Justicia, Javiera Blanco. A paso firme, flanqueada por sus asesores y por todo el comité político. Con carpeta en mano y rostro serio, la ministra ingresaba al hemiciclo. El espectáculo estaba por comenzar.

El evento contaba con asistentes especiales, uno de ellos para la diputada RN: su padre, Pedro Sabat, estaba sentado en las gradas aplaudiendo cada una de las  intervenciones de su hija, nervioso como si estuviera rindiendo un examen de grado. Había esos aires de orgullo cuando un padre o madre observa algún hito de sus hijos, aunque sea malo o bueno; aunque lo haga bien o mal. Los padres siempre están.

Como ya se ha hecho costumbre en otras interpelaciones vividas por ministros en este gobierno de Bachelet (Paulina Saball, Rodrigo Peñailillo, Nicolás Eyzaguirre, Carmen Castillo) en la graderías se ordenan las barras bravas de cada bando separados por cordones de Carabineros, quienes  se sientan en sus ubicaciones dispuestos a hinchar tal como si estuvieran en una cancha de fútbol. Mientras que dos pantallas gigantes van anotando los tiempos de cada intervención, a modo de marcador electrónico.

La dueña del bombo de las barras bravas de Sabat fue la presidenta de la asociación de funcionarios del Registro Civil, Nelly Diaz, quien en varias oportunidades gritó en contra de Blanco acusándola de mentir y de que nunca escuchaba a los trabajadores. “Ministra renuncie, vergüenza nacional”, era el cántico que más se dejó escuchar hasta que ocurrió lo inevitable: el desalojo. Luego de varias advertencias, el presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade, pidió a Carabineros que procediera, luego de ya se estaban dejando caer algunos insultos de grueso calibre. Diaz fue la última en abandonar la sala, gritando a los vientos que el Ministerio de Justicia no los escuchaba. En medio de esta escena, se dejó caer una de las grandes cuñas de la jornada, cuando el diputado PS Marcelo Schiling, quien estaba hablando al momento del desalojo, dijo micrófono aún abierto: “Fuera viejas culiás” (sic). Se evalúa pasarlo a la comisión de ética por dichos improperios.

Del otro bando, había un grupo de funcionarios del Sename y del ministerio que vitoreaban cada intervención de Blanco. El cántico que los marcó: “Sabat, Sabat, que baile, que baile”.  Este grupo no alcanzó a ser desalojado, pese a que los diputados de oposición solicitaron que expulsaran a ambas barras.

 Algunos argumentos de fondo

En lo estrictamente técnico y político, la interpelación estuvo marcada por los constantes emplazamientos de Sabat, quien en reiteradas ocasiones acusó de mentir a la ministra con cifras y datos. La ministra tenía una carta estudiada: deslindar responsabilidades en los gobiernos anteriores, hablando de casi 37 años de descuidos en instituciones como el Sename.

Y para ello, citó algunas cifras como pensiones en Gendarmería que se cursaron entre 2011 y 2013, alcanzando $6.370.000 pesos. Con ello, Blanco intentó demostrar que todos los problemas por los que atraviesan organismo bajo dependencia de Justicia  vienen de antes.

Uno de los momentos más álgidos fue cuando Sabat le preguntó en reiteradas oportunidades si sabía o no de las altas pensiones, incluida la de Myriam Olate, la ex esposa de Andrade, a lo que Blanco respondió que no tenía cómo saberlo. También, la interpeladora emplazó a la secretaria de Estado por el aumento del sueldo del funcionario DC de Gendarmería Pedro Hernández, mostrando como prueba un correo en que el ex director del organismo, Tulio Arce, le expresaba a Justicia que lo de Hernández había quedado resuelto.

Sobre el Sename, acaso el tema más sensible de la jornada, Sabat argumentó que la ministra “no había hecho nada” y que incluso  informes de Contraloría reflejaban que había deficiencias en la gestión.  Blanco partió este punto pidiendo disculpas, por haber tratado de stock a los niños del Sename ante la comisión investigadora de la Cámara. “Me duele lo que pasa con los niños del Sename y me arrepiento de lo que dije", agregando reglón seguido que Sabat también debía disculparse por haber dicho que “el Sename era una máquina para fabricar delincuentes”. A lo que la diputada respondió con rudeza: “acá la interpelada es usted ministra”.

Blanco sí expuso algunas cifras, explicando que se han realizado mejoras en 20 hogares con una inversión 7 mil millones de pesos, pero que aún queda mucho por hacer. Mientras que la diputada le recordó que durante este 2016 el presupuesto para la institución había disminuido.

 ¿Qué viene ahora?

 Más allá de lo mediático del espectáculo, ahora pueden venir repercusiones políticas. Una de ellas es la acusación constitucional que la oposición comenzará a evaluar durante los próximos días, luego que las bancadas de la UDI y RN comiencen a analizar dicho escenario en una reunión que sostendrán este miércoles en Valparaíso. Todo ello, en el marco de los siempre persistentes rumores de cambio de gabinete, que ahora tras la interpelación se despeja como hito. Ello, pues el análisis que hicieran en Palacio era que había que darle la oportunidad a la ministra de defenderse, lo que a juicio de los primeros comentarios que se escucharon en el Congreso cumplió. En ese plano, la estrategia fue hacer ver que estos problemas del Sename y Gendarmeria son de largo aliento, traspasando también la responsabilidad al gobierno anterior.

¿Será todo esto suficiente para seguir sosteniendo a Blanco? Es una pregunta que a partir de las próximas horas se comenzará a responder, siendo la presidenta la encargada de tomar la decisión.

Y ahora qué pasará por ejemplo con el Sename, tampoco se sabe. Y para el epilogo de la jornada quedará el llanto de Camila Vallejo. La diputada, al momento de intervenir a nombre de su bancada, rompió en lágrimas, dejando de lado su rol de diputada para colocarse en un rol más trascendente: el de madre de familia. “Dejémonos de payasadas, un poco más de moral”, fue su desahogo final hablando por los niños del Sename, quienes deberían haber sido los verdaderos protagonistas hoy en el hemiciclo, y los que más ausentes estuvieron. 

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