Desde que la presidenta Michelle Bachelet comenzó a bajar sostenidamente en las encuestas de opinión pública (principios de 2015), en La Moneda siempre manejaron una tesis: una vez que las reformas impulsadas por este gobierno tocaran la puerta del ciudadano los desfavorables números se iban a revertir. Con la reforma tributaria en marcha; la reforma educacional aprobada en su parte escolar; la reforma laboral a punto de ser promulgada y el proceso constituyente en pleno desarrollo, el escenario ya debería comenzar a ser propicio para un repunte siguiendo la tesis de Palacio. Sin embargo, nada de ello ha ocurrido y los grandes cambios propuestos por Bachelet son mal evaluados y no asoman como las principales prioridades de la gente.
Así, un 51% de los encuestados en CEP califican de muy negativa la reforma laboral (con un rango de nota de 1 a 4); mientras que sólo un 7% la estima como muy positiva (con un rango de nota de 7 a 10). En tanto que por la reforma educacional un 56% de los consultados la califica de muy negativa, repitiendo el escaso 7% que la valora muy positivamente.
CEP arrojó otros datos también desfavorables hacia el proceso de reformas estructurales impulsadas por La Moneda. Ante la pregunta ¿cuál debería ser la primera prioridad del país? ¿Y cuál debería ser la segunda prioridad?, la primera que encabeza la lista es delincuencia con un 44%, seguido del desarrollo económico con 32%, salud 30%, empleo 27%, desigualdad 17%, pensiones 16%. Recién en el séptimo lugar aparece la nueva Constitución con 15% y más abajo la gratuidad universal en educación superior con 10% y la calidad dela educación escolar con 6%, registrando el nivel más bajo de interés los sindicatos.
Con estos datos, la idea de La Moneda respecto a que en algún momento las reformas iban a llegar a la gente, y con ello comenzaría el repunte de la presidenta en las encuestas está lejos de concretarse. Desde el gobierno hay algunas explicaciones y que apuntan exclusivamente a lo comunicacional. En Palacio han tenido como una estrategia permanente para enfrentar estos malos resultados decir que acá no hay problemas de fondo, sino que más bien pasan porque no se ha sabido comunicar a la gente los beneficios de las políticas públicas impulsadas en el Ejecutivo. Dicha idea fue reforzada por el vocero de gobierno, Marcelo Díaz, tras conocer estos magros resultados. “No hemos sido capaces de visibilizar y mostrar a los ciudadanos que no nos hemos quedado pasivos frente a los hechos que han generado irritación y legítima molestia en los ciudadanos y que hemos sido capaces de llegar a grandes acuerdos", dijo. Sin embargo, este problema no lo atañe directamente a un problema de su cartera (comunicaciones), sino que lo alude a un tema de ruido político: “Yo creo que a veces el ruido, la pelea política invisibiliza los logros que como país alcanzamos".
Con todo, ahora el gobierno se quiere jugar sus últimas cartas con la reforma previsional, tema que está subiendo en los niveles de prioridad de la gente, luego de las últimas protestas sociales.
El gobierno aún apuesta a que de alguna u otra manera exista una conexión entre las reformas y la ciudadanía y que eso se pueda reflejar en un alza de la aprobación que ya está alcanzando niveles inimaginables y que en el horizonte cercano no se vislumbra posibilidad alguna de repunte. Por ello, en La Moneda están ahora trabajando a toda máquina para la campaña municipal y aprovechar esa instancia para mostrar logros, cortar cintas. Pero según fuentes de diversos ministerios, este trabajo comenzó tarde, porque además aún no se ejecuta de forma óptima el presupuesto asignado para 2016.
Son varios problemas que algunos en la Nueva Mayoría han denominado de liderazgo, coordinación y gestión política, sumados a los problemas comunicaciones que deberán ser prioridad para este año y medio que queda de mandato de Bachelet. La Moneda aún apuesta a ese repunte, que por lo demás casi siempre se da en el último año de gobierno, a excepción de Eduardo Frei Ruiz Tagle quien terminó con una muy baja aprobación debido al estallido de la crisis asiática. Los demás, por lo general, han tenido ese llamado segundo aire. Segundo aire que aún Bachelet y sus reformas no han logrado encontrar.