No era la primera vez. En al menos dos ocasiones la ahora ex ministra de Justicia, Javiera Blanco, presentó su renuncia ante la presidenta Michelle Bachelet, según reveló uno de sus asesores. Pero desde la oficina presidencial nunca se estampó la firma de aceptación de la mandataria. A la jefa de Estado no le era fácil despegarse de la última figura de confianza que le quedaba en su gabinete de aquel selecto grupo que elaboró, en 2013, el programa de gobierno en largas sesiones de trabajo efectuadas en la casa de calle Tegualda. Rodrigo Peñailillo, Alberto Arenas y Álvaro Elizalde ya habían caído, y este miércoles fue el turno de Blanco.
Tras la interpelación sufrida por la ministra el 2 de agosto ante la Cámara de Diputados, el camino quedaba despejado para su salida. Por esos días, todo apuntaba a que Bachelet estaba esperando ese hito para sacarla del cargo. Sin embargo, ello no ocurrió pese a que Blanco puso su cargo a disposición. De ahí en adelante —incluida una frustrada acusación constitucional que no pasó su primer trámite en el Congreso el 1 de septiembre— la ministra cayó en un profundo ostracismo comunicacional. Incluso en La Moneda se preguntaban en las últimas semanas: ¿Dónde está Javiera? En Justicia aguardaban su inminente caída con resignación y sin capacidad para actuar.
En su mayoría, dentro del conglomerado oficialista, quedó la sensación de que este cambio fue inoportuno, considerando que se hizo a sólo días de las elecciones municipales. Son varios los presidentes de partido que observan con preocupación el futuro de la coalición.
Mientras, seguían apareciendo más datos sobre niños fallecidos en el Sename, estalló un nuevo y lapidario conflicto: el Registro Civil y su rol en el error del padrón electoral. La semana pasada Blanco nuevamente presentó su renuncia, luego de que Luis Acevedo, director del servicio a cargo de su cartera, recibiera severos cuestionamientos a su gestión. Sin embargo, aún no era el momento. Bachelet decidió que el comité político intentara dar con una salida al problema mediante la redacción de una ley exprés. Blanco fue marginada por completo de las negociaciones por decisión unánime del comité político. Su presencia en las tratativas podría jugar en contra de un acuerdo, como al que esperaba llegar un optimista ministro Mario Fernández.
Bajo ese escenario de completa inercia en que estaba cayendo el ministerio, cuestión que reconocen en el mismo gobierno, y tras el bochornoso fin de la ley corta, el martes Blanco, una vez más, puso su cargo a disposición. Pero esta vez Bachelet sí firmó el decreto de renuncia, en medio de las presiones públicas para que alguien asumiera el costo político del error en el padrón. No bastaron ni la amistad con Bachelet ni las presiones de la Democracia Cristiana (el partido afín de Blanco), ni las conexiones políticas de la abogada de la Universidad Católica para detener su caída. El miércoles al mediodía Blanco convocó a su grupo de colaboradores más cercano para anunciarles su dimisión. Tras ello, acompañada de su pareja el senador Pedro Araya (ex DC), abandonó La Moneda de su mano, ocupando una de las salidas laterales, en silencio. En paralelo, Bachelet compartía el cóctel tras la ceremonia del Montt Varas con semeblante serio, sin la sonrisa que acostumbra tener en estas ocasiones, según relató uno de los presentes.
Comité político en la cuerda floja
El viernes de la semana pasada el presidente del consejo directivo del Servicio Electoral (Servel), Patricio Santamaría, realizaba un punto de prensa. En La Moneda analizaban con detención sus palabras. Tras sus dichos, el error del padrón electoral dejó de ser un tema secundario y pasó a ser prioridad. Esa mañana el comité político de ministros (Segegob, Segpres, Interior y Hacienda) tomó una decisión: había que actuar, y rápido. Y para ello convocaron al Servel a una reunión el sábado para que oficializara una propuesta que ya sabían tenían elaborada y que consistía en una ley corta para duplicar el padrón.
Era la única salida. No había plan B. El ministro Fernández lideró la estrategia para buscar un gran acuerdo nacional que los salvara del bochorno. El comité político en pleno comenzó a operar, llamando a los presidentes de la Nueva Mayoría y convocando a Palacio a la oposición.
El domingo en la noche La Moneda ya sabía que no contaría con los votos de la derecha, pero estaban tranquilos y con la convicción de que en su sector los votos estaban. Había una gran certeza, comenta una fuente de gobierno. Sin embargo, de a poco comenzaron los problemas con senadores oficialistas que pusieron en duda el apoyo. Algunos, afirman en Palacio, empezaron a negociar salidas de ministros —en particular la de Nicolás Eyzaguirre y la de Javiera Blanco— a cambio de la aprobación del proyecto. Mientras, otros en la NM derechamente acusaban una nueva desprolijidad de los ministros políticos por no prever la dimensión del conflicto, amparados en que, al menos desde julio, tanto la Segpres como Interior estaban al tanto de la gravedad en el error y no hicieron nada.
El comité político una vez más estaba siendo bombardeado por fuego amigo, acusándolo de ineptitud y falta de gestión. Desde el oficialismo critican que no hay comunicación, que no hay diálogo; mientras que en La Moneda acusan a la NM de estar cayendo en personalismos. “La relación entre los partidos y el gobierno está cada vez más trizada”, confiesa un jefe de partido.
Por ello, el cambio de gabinete del miércoles, para muchos, dejó un cabo suelto que debería ser resuelto tras las municipales, pues incluso en La Moneda hay quienes no entienden porqué ministros como Eyzaguirre —que ostenta una declarada mala relación con los partidos— siguen aún en sus puestos. Por ello, el ambiente que dejó este cambio tanto dentro del oficialismo como en el gobierno es que viene un ajuste mayor postmunicipales.
La carambola de Lagos
A Ricardo lagos le cuestionaban que era el candidato del PPD, pero no del PS, partido que tiene en carrera a su presidenta, Isabel Allende, y su ex ministro, José Miguel Insulza, quien la semana pasada salió a enfrentar a su ex jefe. Por ello, la salida del ministro socialista Máximo Pacheco (Energía), uno de los mejores evaluados del gabinete, fue resentido por los partidarios de Allende e Insulza al interior del socialismo.
Lagos pone a la cabeza de su campaña a un político con una excelente llegada a los empresarios y que en estos años en el gobierno ha demostrado tener “muñeca política” para destrabar conflictos y tener cercanía con la gente. Ejemplo de ello es que el miércoles —al verlo entrar y salir de La Moneda— muchos creyeron que llegaba a reemplazar a Fernández, Eyzaguirre o a Marcelo Díaz.
Lagos también acude a un amigo, quien durante su campaña presidencial de 1999 e inicios del 2000 jugó un rol clave para acercarlo al empresariado.
Fue el propio Lagos quien informó que llamó personalmente a Bachelet para solicitarle su venia por la salida de Pacheco, evidenciando la conformidad de la mandataria a su estratégica movida. Y para mejor suerte del ex mandatario, el elegido para suceder a Blanco en Justicia, el radical Jaime Campos, es un declarado laguista. Nombramiento que en el PR causó ciertas dudas, pues por algunos fue tomado como mala señal de Bachelet en favor de Lagos y en desmedro del senador, Alejandro Guillier.
La jugada de Lagos también fue analizada en el piñerismo, donde muchos creen que el ex mandatario debe adelantar su decisión prevista para marzo.
Quiebre en la Nueva Mayoría
En su mayoría dentro del conglomerado oficialista quedó la sensación de que este cambio fue inoportuno, considerando que se hizo a sólo días de las elecciones municipales. Son varios los presidentes de partidos que observan con preocupación el futuro del conglomerado, y no sólo por el evidente fraccionamiento de las relaciones con el comité político, sino que también porque acusan que dentro de ellos mismos no existe un plan común.
“No fuimos capaces de ponernos de acuerdo con la ley exprés, aún no tenemos un cronograma para las presidenciales, son muchas cosas”, reclama un jefe de partido, quien agrega que es urgente recuperar, al menos, la comunicación. Mientras que desde La Moneda, una alta fuente comenta que la batalla con los partidos está perdida, pues ahora cada uno está remando para su propio lado alentado por una adelantada carrera presidencial.
Con todo, más que calmar las aguas el cambio las agitó aún más con sendas críticas que se escucharon desde el PS, el PR y especialmente desde la DC. Todo se vuelve a enredar.
¿Qué pasa en bienes nacionales?
Antes de tomar el avión que lo traería de vuelta a Santiago se enteró el ex ministro de Bienes Nacionales, Víctor Osorio que ya no estaría más en el gabinete. Osorio estaba en Quito junto a la ministra de Vivienda, Paulina Saball, y al de Transportes, Andrés Gómez-Lobos, en una conferenciade la ONU. Pero si bien Osorio, militante de la Izquierda Ciudadana, no esperaba el cambio de gabinete ahora, sí manejaba que su nombre estaba en cuestionamiento y estaría disponible para engrosar el listado de los salientes en cualquier ajuste. Y así fue.
De acuerdo a quienes conocen la interna de Bienes Nacionales, el desgaste comenzó tras el quiebre de Osorio con el diputado Sergio Aguiló, después de que éste acusara deslealtad de parte del ministro, quien, a su juicio, habría operado para sacarlo de la dirección del partido. Aguiló, esposo de la recientemente nombrada ministra Nivia Palma, dejó la presidencia de la IC en abril de este año y el cargo lo ocupa el abogado Francisco Parraguez, cercano a Osorio. Aguiló, eso sí, públicamente señala que nunca existió un distanciamiento.
Osorio se vio enfrentado cuestionamientos que apuntan a que usaba el ministerio como bastió IC y que mantenía en puestos clave a personeros preocupados del proselitismo partidario.
A Osorio también se lo ha involucrado a investigaciones por boletas ideológicamente falsas. En julio de este año El Mercurio publicó que el ministro estaba querellado por hechos que habrían ocurrido mientras se desempeñaba como asesor en Maipú. Una vez conocido el caso y que Osorio era defendido por la abogada Alejandra Arriaza, asesora de Aguiló, éste último envió un comunicado donde señalaba entre otras cosas que todos los militantes de partidos de la NM que se vieran involucrados en investigaciones de este tipo debían suspender su militancia para defenderse, además que terminaba el contrato de asesoría con Arriaza.
Osorio es cercano al también investigado alcalde de Maipú (caso Basura), Christián Vittori. De hecho, la esposa del edil, Pamela Riquelme, estuvo contratada en el ministerio como asesora hasta diciembre de 2015 con un sueldo de $2,8 millones.
Además, se conoció una página web anónima donde se señalan acusaciones en contra de Osorio. El blog es “No más corrupción en Bienes Nacionales”.