Por Víctor Hugo Moreno // Fotos: Cristóbal Olivares Diciembre 23, 2016

Boric 1¿Quieres agregar algo más para ir cerrando la entrevista?
— ¡Aguante Magallanes!—dice con semblante extenuado a causa del cansancio luego de hablar por más de una hora casi sin parar y a ritmo a veces frenético, bajo un sol que ya pasado el mediodía comenzaba a calar hondo en una de las terrazas de la cafetería del Congreso Nacional en Valparaíso.

El joven diputado autonomista Gabriel Boric (30) estaba en medio de una semana de furia, luego de haber mandado literalmente a la cresta a un ministro de Estado, sin ningún tipo de rubor ni posterior signo de arrepentimiento, luego que dijera que las condiciones de algunos centros del Sename —incluído el donde murió lo niña Lissete— no eran tan malas, e incluso mejores que el internado donde el ministro de Justicia, Jaime Campos, había estudiado. Esta analogía sacó de quicio al legislador. El día después, cuando vuelve a referirse al tema, salta nuevamente un rostro enrabiado y también algo emocionado.

Pero el centro del encuentro iba hacia otra dirección: que clarificara las reales intenciones y definiciones en torno a la formación del denominado Frente Amplio. Y como para traspasar lo más fielmente sus definiciones y conceptos —que más bien aún son dudas y procesos en desarrollo, más que certezas— de vez en cuando revisa unas hojas revueltas a modo de apuntes, con los que preparó esta entrevista. No quería dejar nada al azar, pues su objetivo era uno y bien claro: hacer un llamado a todas las fuerzas, más allá de la izquierda, para intentar atraer la corriente de los desencantados. Y para ello, incluso se da tiempo para criticar abiertamente al régimen venezolano. Boric no quiere copias de ningún modelo. Su anhelo es crear el camino propio, “a la chilena”, uno que por ahora sólo cuenta con una propuesta de título: Frente Amplio.

—¿Cuál es la novedad que puede ofrecer para la izquierda una alternativa como el Frente Amplio?
—No toda la gente que marchó contra las AFP, no toda la gente que apoyó el movimiento estudiantil en su momento se declara necesariamente de izquierda. Nosotros tenemos que ser capaces es de convocar justamente a quienes sienten —con justa razón— que el actual modelo de desarrollo chileno no los incorpora. Por lo tanto, el Frente Amplio debe ser el espacio que aglutine y organice el malestar que recorre a Chile y que se traduzca en una alternativa política.

—¿Cuáles son las condiciones que requiere este Frente Amplio en formación para transformarse en una alternativa política real?
—El Frente Amplio está en proceso de construcción. Es muy interesante lo que pasó en Valparaíso. No fue sólo una reunión de siglas, sino que convergieron, en una misma propuesta, agrupaciones políticas, movimientos ciudadanos que lograron organizar un malestar latente.

—En Valparaíso hubo una alta abstención y en concejales no lograron traspasar la votación de Sharp.
—Eso pasó porque hoy día no existe un articulado como tal. La gente todavía no ve al Frente Amplio como una fuerza constituida, porque no lo está.

—¿Qué cosas unen y dividen a los grupos de izquierda que están elaborando este frente?
—Nos hemos ido encontrando, no a propósito de una elección, sino que en el trabajo cotidiano. El Frente Amplio no es una agrupación meramente electoral, como lo fue en su minuto Juntos Podemos.

—¿Existe algún plazo para concretar y darle esa estructura a este frente?
—Los plazos no se decretan, se van dando al calor de la lucha política, y sabemos que es un proceso a mediano plazo y esto no va a suceder de aquí a la próxima elección.

"Sabemos que independiente de que tengamos (en el Frente Amplio) fines estratégicos diferentes, debemos tener alianzas tácticas que permitan dar la pelea"

—El próximo año es electoral y la gente está buscando una alternativa para votar y la gran mayoría de la ciudadanía —según las encuestas— no le interesa o no tiene a nadie para marcar en una papeleta, ¿qué ofrecen ustedes?
—Estamos en construcción de eso. Pero eso no va a terminar de cuajar de aquí al próximo año. Pero sí, en todos los lugares donde podamos vamos a disputarle a la Nueva Mayoría y a la derecha. Sabemos que, independiente de que tengamos fines estratégicos diferentes, debemos tener alianzas tácticas que permitan dar la pelea.

—¿Cuáles son las diferencias estratégicas que aún no permiten la consolidación del movimiento?
—Es algo en debate aún. Hay que verlo desde un plano más amplio. Es importante abrir la cabeza. Hoy, en el mundo, hay una crisis de la socialdemocracia, que está siendo capitalizada por grupos de extrema derecha, que en Chile todavía no terminan de expresarse, aunque hemos tenido algunos atisbos por el tema migratorio. Ante esa crisis de la socialdemocracia debemos construir una alternativa. Es un debate más amplio que no terminamos. Hay que bajar un poco la ansiedad y entender que la política son procesos a largo plazo.

—Si uno ve el programa de Bachelet, gran parte del contenido eran de las demandas del 2011, ¿qué pasó que hoy existe esa distancia entre ustedes y ese proyecto?
—La Concertación cuando se vio en crisis buscó un liderazgo para volver a gobernar, y la única persona que aseguraba eso era Michelle Bachelet. Hicieron un popurrí con las demandas que se expresaron en 2011 para tratar de cooptar ese sentir, pero sin convicción. La Nueva Mayoría fue sólo un acuerdo electoral para recuperar el poder. Para nosotros la construcción política va por otro camino, y por eso mismo en 2013 decidimos irnos por fuera de la NM, que estaba levantando nuestras banderas.

—¿Cómo marcaría el Frente Amplio una diferencia con ese programa original de la Nueva Mayoría?
—El Frente Amplio tiene que ser, y por eso todavía no existe y está en construcción, un acuerdo de las mayorías excluidas del pacto de la transición para poder disputar el poder a las elites.

—¿El PC podría tener cabida en este acuerdo?
—Es decisión de ellos. Nuestras diferencias con el PC son políticas y ellos han decidido seguir subvencionando a una coalición que, desde nuestro punto de vista, no tiene convicciones transformadoras. Mientras el PC siga en esa lógica, nunca vamos a estar juntos.

—¿Otras figuras como Fernando Atria podrían tener algún espacio? El manifestó que era necesario dialogar entre todo el mundo de izquierda.
—En política, los acercamientos no son sólo si es que alguien te cae bien, o si alguien te representa. La política es de proyectos colectivos. Y Fernando Atria ha decidido dar la lucha al interior de la Nueva Mayoría. Mientras él siga ahí estamos en caminos diferentes.

—Veamos algunas definiciones más concretas, ¿Lista única del Frente Amplio para las parlamentarias?
—Repito: debemos ser capaces de levantar opciones donde más podamos con lista única.

—Figura presidencial, ¿quién?
—Esto no es un proyecto personal, y quien cometa el error de poner un nombre sobre la mesa antes de discutir el por qué y para qué está equivocado de lugar. Ojalá sí seamos capaces de levantar una candidatura presidencial que aglutine esta fuerza, pero hoy no hay nombres claros.

—¿Podría ser Carlos Ruiz?
—Carlos es un gran académico, pero no se ha conversado con él. Se han dado construcciones más bien periodísticas sobre su nombre que debates al interior del movimiento.
—¿Luis Mesina?
—No hemos discutido ningún nombre y sé que la tendencia es poner un nombre ahora, pero no hemos dado ese debate. El otro día alguien dijo fui a Meiggs y las candidaturas presidenciales están a $200. Una candidatura debe expresar un proyecto político. De igual modo, en algún momento se va a dar este debate.

Boric 2—¿Cuál es su análisis sobre la izquierda hoy en Chile?
—Lo que estamos construyendo hoy no se trata de ver quién es más de izquierda o no, si el debate se centra en eso: vamos a perder. La disputa es convocar a todos los que se sienten excluidos del modelo de desarrollo chileno, Y ahí póngale el epíteto que quiera. Nuestra pega está en politizar la exclusión de quienes no se sienten parte de este modelo. Nosotros queremos ganar, y no ser minoría.

—¿Pero qué significa para usted ser de izquierda?
—Cuando llueve hay algunos que se mojan y otros que no. Ser de izquierda hoy significa estar con quienes se están mojando. Cuando una empresa se colude, la mayoría pierde y sólo unos pocos ganan. Ser de izquierda es politizar el malestar de quienes se sienten excluidos del modelo.

—¿Qué puede extraer de otras izquierdas de América Latina como, por ejemplo, el llamado socialismo del siglo XXI creado por Hugo Chávez en Venezuela?
—Me atrevo a citar a un viejo político peruano, José Carlos Mariátegui, que decía: ni cálculo ni copia; sino creación heroica. Muchas veces en debates nos dicen: ustedes quieren Venezuela, Cuba, Corea del Norte. ¡No, no es así, viejo! estamos por construir nuestro propio camino, y somos muy críticos de lo que ha pasado en Venezuela y debemos aprender de esos errores, y por lo tanto, no vamos a caer en la trampa de defender obtusamente procesos que han tenido retrocesos.

—¿Cuáles son sus críticas a Venezuela?
—No puedes crear un Estado dentro de un Estado, sin cambiar el modelo de desarrollo y en Venezuela no hubo ese cambio. En Venezuela se construyó un Estado asistencialista paralelo al Estado, que incluyó a mucha gente que no estaba.

El exabrupto de la semana

—No puedo dejar de preguntarle por su exabrupto con el ministro Jaime Campos, ¿Por qué tuvo esa reacción?
—Hay días en este lugar (el Parlamento) en que la frustración e indignación se te sale por las venas, por los poros, por todos lados. El ministro mostró indolencia frente a un tema tan sensible y crítico como el Sename. Espero que el ministro lidere un acuerdo nacional para sacar al Sename de la crisis, y ayer no fue esa persona. Ojalá sí lo sea, porque estaré ahí detrás para empujar ese carro.

—¿Era necesario mandarlo a la cresta?
— Más allá de las formas, el dolor de los niños del Sename tiene que ser nuestro también, y eso es algo que en la discusión parlamentaria a veces se olvida. Esos niños tienen nombre y apellido. Ese es nuestro dolor y el ministro pareció plantearlo desde un altar.

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