Por Víctor Hugo Moreno Diciembre 2, 2016

El martes, mientras en el Congreso se discutía ácidamente el proyecto de Presupuesto 2017, por los pasillos del edificio de Valparaíso el único tema que se conversaba entre los legisladores era otro: la migración. Los asesores de prensa hacían fila para que sus diputados y senadores expresaran su opinión ante los medios. En paralelo —en los comedores— el diálogo se hacía más sincero. Se escucharon varias recriminaciones de todos los bandos ante las palabras emitidas en La Tercera por el ex presidente Sebastián Piñera, en donde relacionaba a bandas de delincuentes con los extranjeros. En una de esas tantas conversaciones privadas, el diputado Rojo Edwards reclamó a la UDI y RN que esta vez “se le había pasado la mano a Piñera”. Lo cierto es que el tema ya ocupaba la agenda, y todos querían opinar.

Pero ese martes, más allá de las cuñas parlamentarias, desde La Moneda la presidenta mandó una señal. En el marco de la visita del presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, ambos mandatarios suscribieron una declaración conjunta en la cual Michelle Bachelet le manifestaba a su par peruano que Chile trabajaría para promulgar una renovada ley de migraciones, con el fin de adecuar a la nueva realidad el texto original que data de 1975. Desde Presidencia aclaraban, ese día, que sólo era una declaración de buenas intenciones. Nada concreto. No significaba ni más ni menos que esa buena voluntad. Mientras, en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, tampoco podían confirmar que este tema aparecería en la renovada lista de prioridades legislativas para el próximo año, pese a que desde varios partidos de la Nueva Mayoría, como el PPD y el Radical, ya lo pensaban colocar entre la lista de tareas urgentes.

Desde Segpres, sólo se limitaban a decir que, “de ser así, habría 51 y no 50 prioridades”.
Fue la vocera de gobierno, Paula Narváez, quien el miércoles despejó las dudas: “El tema de las migraciones es relevante y por lo tanto está en consideración el proyecto de ley que viene a actualizar, a modificar, a adecuar todo lo que haya que adecuar para los tiempos que estamos viviendo hoy”. De este modo, este controvertido e incómodo tema oficialmente se instalaba en la agenda prioritaria, tanto para La Moneda como para los candidatos presidenciales.

La jugada

Desde varios sectores, tanto en privado como en público, se concluyó que las declaraciones de Piñera podrían haber sido una jugada mediática para “tapar” el caso Bancard. Así, al menos, lo leyeron algunos de sus contendores. “De repente sirve para salir de una situación incómoda poner un tema que es mayor y hacer una apuesta sobre algo que sabemos que es popular, porque la mayoría de la gente tiene hoy día mucho prejuicio”, dijo Alejandro Guillier en un punto de prensa. En tanto, otro de los aspirantes a La Moneda, Marco Enríquez-Ominami, fue un paso más allá emplazando sin temor ni discreción a su rival aludiendon que para tapar las preguntas sobre dónde están sus 1.800 millones de dólares, criminalizaba a la migración, comentó flanqueado de una agrupación de migrantes que visitó el pasado miércoles para presentar su propia propuesta.

Desde varios sectores, tanto en privado como en público, se concluyó que las declaraciones de Piñera podrían haber sido una jugada mediática para “tapar” el caso Bancard. Así, al menos, lo leyeron algunos de sus contendores, como Alejandro Guillier.

Mientras que, por otro lado, las críticas se centraron en que Piñera estaba utilizando el recurso de Donald Trump de apelar a sentimientos nacionalista, simplemente para captar votos. En ese plano desde su propio sector emanó el fuego. El abanderado de Evópoli, Felipe Kast, vía Twitter, comentó que “no estamos dispuestos a asignar a raza, nacionalidad, ni condición social, ningún prejuicio injusto, aunque nos cueste un millón de votos”. Por su parte, el senador RN y también postulante a La Moneda, Francisco Chahuán, dijo desde el Congreso que “había que ser más cuidadosos, que el tema no pasaba por estigmatizar a los migrantes, que eso (las ideas de Piñera) bordeaban el populismo”. El único que felicitó sin tapujos la arremetida piñerista fue el senador Manuel José Ossandón, quien semanas antes ya había planteado la necesidad de endurecer las leyes migratorias. Ricardo Lagos también reaccionó afirmando el miércoles que los inmigrantes también ayudan a aumentar la productividad. Por su parte, José Miguel Insulza calificó como un error asociar delincuencia con migración.

El tema estaba golpeando a Piñera, pues no sólo las críticas —obvias— venían desde la Nueva Mayoría, sino que esta vez afloraban desde diversos flancos amigos, instalando la imagen del ex presidente como una réplica chilena de Trump. En el entorno de Piñera descartan alguna “jugada mediática”. Explican que el ex presidente opinó del tema como lo hace ante cualquier cosa que le consulten, sin plantear una propuesta concreta más allá del proyecto de ley que presentó su gobierno, y que el actual no reactivó. Desde su círculo agregan que le pareció pertinente dar su parecer de un tema que considera muy relevante, y que este gobierno no le ha otorgado la urgencia necesaria. Eso hasta este miércoles, con los anuncios que salieron de palacio. Por ello, al menos, comentan que se logró el objetivo que era acelerar un debate que estaba dormido.

¿Cambios?

Mientras uno de los focos de debate, por la idea planteada por Piñera, es la expulsión inmediata de los extranjeros que incurran en delitos—algo que en teoría hoy sí está contemplado en la ley— desde su vecino sector de Evópoli, mediante un informe elaborado por su centro de estudios afín Horizontal, plantean lo mismo, pero con matices: “En el caso de extranjeros que cometen delitos en Chile. Quienes son condenados por delitos que merecen pena aflictiva y reciben una pena privativa de libertad, son deportados una vez cumplida su condena. Creemos, sin embargo, que no todos los casos son similares y es preciso que la ley sea flexible ante situaciones diversas. Por ejemplo, un extranjero avecindado legalmente en Chile por varios años, que tiene a su familia acá, podría eventualmente cumplir su pena de privación de libertad en Chile, con una visa especial de condenado”, se lee en el documento que el abanderado del sector, Felipe Kast, presentará como propuesta programática en los próximos días.

Pero no todo el debate se suscribe a la delincuencia, también dentro de la batería de propuestas que salieron a la luz esta semana, apareció la iniciativa de exigir patrimonio a quienes ingresen a Chile. Tanto Piñera como algunos sectores de Chile Vamos apuntan hacia esa ampliación de las restricciones. Según un documento elaborado por los diputados UDI, Issa Kort, Renzo Trisotti y Felipe Ward se expresa que “esta norma (exigir patrimonio) ya existe en otras legislaciones e implica que el extranjero que ingrese al país tenga el dinero suficiente para hacerse cargo de sus gastos y estadías”. Esta idea apunta a seleccionar la migración que se pretende ingrese al país, para que se otorgue prioridad a quienes puedan ser un aporte para el desarrollo de Chile. Esta propuesta también es compartida por el diputado y también precandidato presidencial del PPD, Jorge Tarud, quien cree que es necesario hacer un filtro de selección.

La incomodidad de los extranjeros

Más allá del debate político electoral, los inmigrantes que viven en Chile, y que se estiman en cerca de 430 mil, no han quedado ajenos al debate. Algunos de ellos se sintieron tocados, incómodos frente a las palabras de Piñera. Ellos separan aguas, entre lo político y lo que se vive día a día en las calles de las diferentes ciudades por donde transitan los extranjeros residentes. “Hemos recibido manifestaciones de solidaridad durante estos días. El pueblo de Chile, pese a que hay personas que piensan distinto, es solidario y acoge al inmigrante. Chile no trata mal al extranjero”, comenta Rodolfo Noriega, presidente de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes”. Mientras que el colombiano Delio Cubides coordinador del Instituto Católico Chileno de Migración aseveró: “Nos parecen (las declaraciones de Piñera) faltas de conocimiento de la realidad, carentes de sentido humano.

Estas agrupaciones trabajan todos los días con extranjeros de diferentes nacionalidades que llegan a nuestro país, algunos con proyectos concretos, mientras otros para probar suerte. Esas puertas no se pueden cerrar, concuerdan. Lo que sí esperan es que la actual Ley de Migraciones sea modificada para integrarlos a la sociedad chilena con mayores grados de formalidad. Incluso hablan de reconocimiento constitucional.

Así también hay experiencias de integración como la que ocurre en Estación Central. El alcalde UDI, Rodrigo Delgado, además de distanciarse considerablemente del pensamiento piñerista y de algunos de su partido sobre cómo abordar el tema, resalta que es necesario avanzar en una nueva regulación, pero sin el foco en las restricciones, pues para él no existe ninguna relación entre la delincuencia y los extranjeros. En su comuna, por ejemplo, hay un plan de mediación de conflictos que ha resultado de gran éxito para la convivencia diaria, según explica. De este modo, para el edil no hay que perder el norte de la discusión pues cree que “es peligroso que se transforme en un tema de debate presidencial, sin un hilo conductor, sin una normativa adecuada, y cuando tenemos esos ingredientes, lo único que puede pasar es que el discurso se empiece a polarizar”.

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