— Así como Nicolás se atrevió tú, Víctor Hugo, puedes ser nuestro candidato, claro que sí. Sólo necesitas las ganas, las ideas no me importan si son de derecha, centro o izquierda, acá cabemos todos— dice Nicolás Shea presidente del partido Todos, terminándose el último sorbo de café helado y al momento de recibirnos con la idea de que nos explique, junto a dos de sus atrevidos candidatos, qué cualidades se necesitan para ser parte de Todos.
—Claro, ¿por qué no?—le contesto con forzosa convicción, entre las risas y arengas de Nicolás Larraín (candidato presidencial) y Gabriel Chomalí (candidato a diputado). A los segundos se suma a la mesa Marcelo Segura (fotógrafo) a quien también lo invitan a lanzarse como candidato antes de que encendie su cámara para comenzar la sesión pactada para la entrevista.
—Y ¿por qué no?—contesta repitiendo la misma escena anterior de risas y arengas.
Pese a parecer impulsivo y hasta delirante, la propuesta del ingeniero comercial PUC y fundador de Start-Up Chile es en serio, pues la búsqueda de este partido político fundado en 2015 justamente es esa: Todos pueden ser candidatos. Nada importa si el postulante es de derecha, izquierda marxista guevarista, trotskista, socialdemócrata, liberal o conservador monárquico. Todos tienen cabida. Ese es su único paradigma y es su única ideología. Sólo pueden ser rechazados como candidatos quienes tengan rasgos neo nazis o algún otro tipo de movimiento que haga apología a la violencia. El resto, todos sean bienvenidos.
—Un grupo de emprendedores nos juntamos a comer un día por allá por el 2015 y dijimos que Chile se estaba deteriorando y lo que necesitan las personas para involucrarse era construir una plataforma nueva que resultara fácil para lanzar candidaturas, a lo que fuera. Y pensamos que había que construirla apostando a que se iban a sumar más personas. Yo cada día, si sé que una persona quiere ser candidata a algo, le mando un mail, un teléfono—explica Shea enfatizando que este partido no tiene nada que ver con el viejo paradigma de la política basada en las ideologías extraídas de añosos manuales de autores clásicos que sitúan la actividad política en un espacio determinado. La única ideología que los mueve, resalta el ex asesor del Ministerio de Economía del gobierno de Sebastián Piñera, es la colaboración.
“Lo que me calienta para entrar en Todos es que el sistema tradicional fracasó. Sólo el 5% de la gente apoya eso. ¡Fracasó!”, exclama el ex CQC.
¿En qué consiste esta ideología de la colaboración? Básicamente en brindar la opción de presentar ideas, sin importar la procedencia, para en conjunto armar las propuestas, aunque Todos no se involucra directamente en el detalle de esos contenidos. Sólo hacen de puente para la exposición de esas ideas que deben construirse sin la dinámica de lo que ellos llaman “las barras bravas” de hoy, que hacen que cualquier iniciativa presentada por la izquierda sea vapuleada de inmediato por la derecha. Esa lucha la aprecian añeja, obtusa y alejada de la realidad de los chilenos. Su propuesta podría enmarcarse en la vieja “política de los acuerdos” de los 90, pero resucitada bajo una nueva fórmula, adecuada a los nuevos tiempos y con el espectro repartido en todo el campo de juego.
Todos fue inscrito legalmente ante el Servicio Electoral el 11 de noviembre de 2015. Tras ello vino el proceso de recolección de firmas para constituirse oficialmente, lo que hasta ahora lograron en las regiones de Aysén, Los Ríos, Los Lagos y recientemente en Tarapacá. Pero ahora están ante una tarea titánica: poder convertirse en partido nacional para llevar candidato presidencial. Y en eso están trabajando para conseguir las 17. 500 firmas que les exige la ley. Llevan cerca de seis mil, aunque están confiados en llegar a la meta antes del plazo final del 14 de abril. Están en permanente contacto con el Servel para analizar todas las fórmulas que aparecen en la ley. Y pronto podría haber algunas buenas noticias para su cruzada, ante nuevas interpretaciones de la normativa vigente que haría el Servel y que los ayudarían a recolectar las firmas de forma más expedita, según comentan sin adelantar detalles de cuáles podrían ser estas nuevas medidas.
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Nicolás Larraín (51) aprieta los dientes cada vez que quiere profundizar en sus ideas, para contradecir las conservadoras preguntas de este humilde periodista que intenta llevarlo a responder siempre por el camino de la vieja política y bajo las artimañas del viejo periodismo clásico. Ese que habla desde el concepto de poder y la correlación de fuerzas, propia de los partidos tradicionales y sus complejos líos internos. Larraín escapa y corrige.
— ¿Dónde te sitúas, cuál es tu ideología política?
—Viste, ya entras de inmediato con un paradigma, que un partido tiene que tener una ideología y eso abarca aspectos que estamos acostumbrados a imaginarnos, que tienen que ver con valores, principios, reglas. Todos es una plataforma que tieneque usar la palabra partido para participar, lo que no implica que sea exactamente lo mismo que estás acostumbrado a entender como partido
— explica con frenesí avasallador.
— ¿Pero me imagino que entiendes que para gobernar necesitas de un programa, de un Congreso, finalmente del sistema político como lo conocemos?
— Lo que me calienta para entrar en Todos es que eso que acabas de decir fracasó. Sólo el 5% de la gente apoya eso. ¡Fracasó!
El ex conductor de CQC y ex intregrante del grupo humorístico Fresco Natural Después del Postre conocido en los 90 en el clásico programa Martes 13 , decidió a fines de septiembre del año pasado lanzarse en la aventura presidencial. Y hubo un hecho que lo motivó. En su programa de cable Nicolate tenía como panelista a Marco Enríquez- Ominami. Al escucharlo cada lunes y martes le arengó la idea de que él podía aportar desde la comunicación y la innovación. ME-O le brindó la luz divina, sobre todo cuando se dio cuenta de que el candidato del PRO también había caído en la ideologización, cuando en uno de esos programas le habló del poder. Ese poder extraído de autores cabecillas de los políticos (o que al menos deberían haber leído alguna vez) como Max Weber o Maquiavelo, que explican desde el dogma del poder la concreción de un sistema político. Fue en ese momento que a Nicolás ME-O se le derrumbó.
Tras varias noches en vela, con el sudor propio del estrés que provoca una decisión de tamaña magnitud que Larraín, sin ánimo de chiste, tomó un camino. Un desafío.
—Hay un momento en que en mi inocencia, siempre he creído que es más importante el país que la ideología, más importante el país que el poder. Marco, a quien seguí en un momento, se le sale que primero hay que tener el poder. ¡No,no no…! a todos los políticos desde chicos les enseñan las dinámicas de los Andrés Zaldivar, primero el poder. Yo no me la comí—exclama cada vez con los dientes más apretados, y agregando que si el luchador y humorista gringo Jesse Ventura logró crear una plataforma para ser gobernador del conservador estado de Minnesota, él también podía tomárselo en serio, pero esta vez para pelear por el máximo sillón del país. Casi en paralelo, como si los astros se hubiesen alineado, recibió un correo de Nicolás Shea. La primera impresión fue de rechazo a la palabra partido. Pero bastó sólo un café para convencerlo. ¿Por qué no?, se preguntó, estampando a los pocos días su firma.
A Larraín lo terminó de convencer el ejemplo del actor gringo Jesse Ventura, quien logró ser gobernador.¿Por qué él no?
¿Qué piensa Larraín sobre los temas país? Durante las últimas semanas el candidato ha estado estudiando. Tiene la cabeza como papa, según grafica literalmente, leyendo cuanto informe o columna le llega a sus manos. La economía es su principal motor y obsesión, todo ello en base a la innovación. Su primera medida sería crear un comité que analizara cómo crecer más. Y su visión más bien apunta hacia una economía mixta, pero con eficiencia, y no bajo las reglas de lo que califica como “políticos manfinfleros”. Dentro de sus estudios hace un particular resumen de la teoría económica del siglo XX en el mundo y su evolución, explicando su tesis con cierto tono de paper académico.
—He leído harto de economía, mucho de historia desde Smith pasando por Keynes. El primero parte con el modelo de la búsqueda de la riqueza personal, fracasa y entra Keynes y manda con un Estado más controlador. Con la crisis del petróleo eso se va a la mierda. Viene Milton Friedman y entra la crisis suprime y desaparece, de nuevo a la mierda, y pareciera no haber una respuesta. Ahora está como volviendo a Keynes, pero nadie se atreve a escribir que la solución es la colaboración. Y ahora también viene la economía del amor—termina su reflexión, reconociendo con una cuota de realismo práctico que no se imagina hablando del amor y la felicidad ante, por ejemplo, el conservador público empresarial de Icare, si es que llegase a tener la banda.
Un artículo recientemente publicado en el diario La Segunda lo perturbó. Allí, lo homologaban al Trump chileno, algo no bien visto por estos días. Todo por intentar justificar la construcción de muros para resolver el tema de la inmigración ilegal. Larraín asegura que estuvo en el cambio de mando en Washington, y desde la primera línea logró entender por qué los norteamericanos acogieron el discurso de Trump contra los extranjeros. Pero aclara que eso no significa que acá en Chile haya que hacer lo mismo.
—Yo voy a ir a Antofagasta a ver cómo está la situación, no una ley igual para todos. No quiero muro para Chile a pesar que justifique la problemática del gringo que no halla cómo parar al ilegal que se le cruza—aclara, intentando despejar cualquier duda de que él no quiere ser Trump.
Larraín quiere llegar hasta el final, convertirse en una real alternativa, aunque en el fondo sabe que casi es una quimera luchar contra las maquinarias políticas tradicionales. Dice que no pretende acabar con el Congreso, pero si achicarlo, y que quiere a los mejores en su gabinete. Para ello tiene nombres que se niega a revelar. Para él todo apunta a la tecnología y la innovación. Y está convencido que su aporte también puede ir por el lado de comunicar. Al momento de recordar los puntos de prensa del director de la Onemi le baja un fuego interno de la desesperación, porque no entiende cómo se enreda tanto para comunicar una idea, que es más que eso una información. Lo mismo le pasa cuando recuerda la escena de la presidenta Bachelet diciendo que se “había enterado por la prensa” de los negocios de su hijo. Él lo hubiera llevado ese mismo día de las orejas a La Moneda para que diera la cara.
Ahora dentro de la vorágine de Todos candidatos, sea quien sea, piense lo que piense, desde la academia observan esta opción con cierta detención.
—Si Parisi decide competir, la candidatura de Larraín no tendrá mucho sentido, pues competirán por electores similares. Ahora bien, y si Parisi no compite, entonces las opciones de Larraín mejoran, pero nunca para pensar en que avance a la segunda vuelta ni nada que se le parezca— comenta el analista de la Universidad de Talca, Mauricio Morales.
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Otro que acogió el llamado de Todos fue Gabriel Chomali (48). Este ingeniero y comerciante llegó a Todos luego de leer una entrevista de Shea en la prensa. Un día sábado tomando desayuno también recibió la luz divina y la puerta de entrada para una candidatura a la que venía pensando postular hace varias semanas. Le mandó un correo al partido y a las pocas semanas estaba firmando como militante. Ahora está en el proceso de recolección de firmas y comenzando a armar un proyecto para presentarse como diputado por las comunas de La Reina, Peñalolén, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Va a dar la pelea.
El ferviente hincha paisano se sitúa como un chileno común que, como muchos, una vez cayó en Dicom luego de fracasar en uno de sus negocios. Él ahora busca una oportunidad para presentar ideas como volver a contratar a profesores jubilados para que apoyen en las aulas que tienen gran cantidad de alumnos. También apunta a la innovación como un eje central para el desarrollo del país. Tiene impregnado el concepto de la colaboración, sin importar procedencia política. Chomalí votó por el Sí, pero se arrepiente. Cree en el libre mercado, pero también en un Estado eficiente.
—Las ideas mejoran cuando las construyes entre todos. Quiero cambiar esa manera de trabajar, quiero construir en lo que estamos de acuerdo. Esa es la política antigua, donde lo único que quieren es encasillarte. Lo único que hacen los políticos es tomar uno o dos temas, donde uno es la salvación y el resto los enemigos, para capturar el voto. Esa es la vieja escuela. Acá hay gente que cree en el libre mercado, pero cree en mayor igualdad para la gente de escasos recursos. Hay personas que están a favor del aborto, pero es partidaria de un estado más restrictivo. La gente es heterogénea—comenta como una de sus principales razones para postular a diputado.
Todos aún espera contagiar a casi diez mil personas que faltan para firmar la militancia y poder atraer a más y más candidatos. A todos si es posible. Hay confianza en que tal como a estos dos desencantados de la política, la luz divina caerá sobre otros para que asuman alguna candidatura. Pero eso aún sigue siendo un sueño.