Por Andrea Lagos // Foto: José Miguel Méndez Abril 28, 2017

  • Modales en la cámara de diputados

“A veces, uno tiene que pedir hasta dos veces la palabra para que un diputado (hombre) te permita hablar”

Llega al café de chaqueta de cuero negra con flecos largos. El pelo perfecto, el cutis inmaculado, casi no lleva maquillaje. No es alta, más menuda que otra cosa.

Así es como  la diputada Daniella Cicardini (29) odiaría que la presentaran.

—¿Por qué se fijan en la ropa y en el físico de las mujeres diputadas y no en los de los hombres?—pregunta.

La parlamentaria PS por Copiapó, Diego de Almagro y Chañaral recuerda el día en que estaba en la comisión de Familia de la Cámara y dio su opinión. Inmediatamente un compañero a su lado dijo casi lo mismo y entonces el jefe de la comisión continuó: “Como bien decía el diputado…”. ¡Es como que no hubiese estado allí. Era completamente invisible”.

“El Congreso es como una sala de clases, te encontrái de todo allí: cabezones, gente inteligente, algunos que nunca entran a  la sala, otros que son flojos o que son buenos para la talla”. Tan de todo que el 2 de marzo de 2016 el presidente de los diputados, el PPD Marco Antonio Núñez, la escuchó exponer sobre un proyecto de ley sobre acoso callejero, y cuando terminó, la miró:

—Gracias diputada “Ricardini”

Hubo risas. Núñez tuvo un lapsus.

—Presidente, se merece una multa; Acabamos de hablar del acoso!—alegó Cicardini.

Él después se disculpó, en privado: “Como todos te dicen ‘Ricardini’, estaba allí y se me pasó!”, le habló avergonzado.

Isabel Allende, senadora por la III Región la conoce desde la campaña del 2013. “Es un descriterio que a una mujer, inteligente, profesional y —porqué no decirlo— bonita, se la trate así”, señala.

No es ni “la Karol” ni “la Cami”, como llama a las diputadas comunistas, Cariola y Vallejo. Sub-30 también, a diferencia de ellas, Cicardini no se impone con ruidosas demandas, ni concentra las cámaras de televisión. Es quitada de bulla.“Tiene un liderazgo muy femenino, muy suave, pero es decidida. No usa los gritos”, dice la diputada Claudia Nogueira (UDI), su amiga.

Niña de colegio privado copiapino,  estudió Biología Marina en la Universidad Católica del Norte en Coquimbo. Estuvo en marchas estudiantiles, pero jamás las lideró. Terminó la carrera  y partió a ayudar en la municipalidad a su padre, el entonces alcalde de Copiapó, Maglio Cicardini (independiente ex PS). Allí trabajó ad honorem por un par de años. Cicardini papá es dueño de la radio local Festiva, de una librería y de una imprenta en la ciudad.

Daniella ya era diputada a los 25 años.

Allí le ha tocado lidiar con la hediondez de la planta de Agrosuper de Freirina,  los relaves de las mineras en Chañaral, el proyecto Pascua-Lama, el derretimiento de los glaciares y la sequía de los humedales de Macunga. Además, participa en varias comisiones.

A Ricardo Lagos lo tiene entre paréntesis. Luego del derrame de toneladas de material contaminante por una minera en la bahía de Chañaral  murió la flora y la fauna marina. Estaba prohibido hasta bañarse. Pero el 30 de diciembre de 2003, el presidente se zambulló para dar inicio a la temporada de verano. “Hoy ni los turistas se bañan ahí. La población no olvida, fue un engaño”.

Con los diputados Daniel Melo  y Leonardo Soto apoyan a Guillier como candidato presidencial del socialismo desde el  2016. Por eso, los laguistas incluso los llevaron al Tribunal Supremo del PS para sancionarlos. Pero perdieron y ella triunfó. Y, en la pasada, pocos se han dado cuenta que de la silenciosa Daniella Cicardini está en el pequeño círculo de confianza del candidato. Knockout.

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