Soledad Álamos (31) nunca quiso militar. Ningún partido le hacía sentir cómoda o la necesidad de enrolarse en sus filas. Y no fue sino hasta 2013, con la candidatura de Giorgio Jackson, que decidió intentarlo, dar el primer paso. Pero fue un proceso lento, de muchos meses de colaboración sin afiliación. Hasta que conoció un espacio de discusión que se estaba desarrollando en Las Condes, la única comuna en la que ha vivido. Entonces, juntó firmas para crear el primer partido del que sería parte: Revolución Democrática (RD).
Tres años después de haber asistido a la primera reunión, Álamos decidió intentarlo. Hoy, es una de las candidatas parlamentarias del Frente Amplio para competir en las primarias este 2 de julio. Y lo hace, precisamente, en el distrito 11 —Las Condes, La Reina, Lo Barnechea, Vitacura y Peñalolén—, el mismo que la motivó a entrar a la arena política.
—Tu trabajo en RD siempre fue de “militante base”, nunca con cargos de representación. ¿Qué te motivó a hacerlo?
—La responsabilidad. Yo siento que hay que ser un ejemplo para la gente que no se siente “motivada” por la política o que piensa son todos corruptos. Me movió mucho el demostrar que se puede ser fraterna, que no se necesita ser agresivo. La decisión de hacerlo, primero como candidata a concejala y ahora parlamentaria, fue como aventurarse en la nada, especialmente en una de las comunas más conservadoras y difíciles para la izquierda en Chile.
—¿Cuáles son las principales problemáticas que ves en ese distrito?
—Este distrito es muy desigual, en donde tenemos sectores muy adinerados y otros profundamente vulnerables. Se tiende a creer que comunas como Las Condes o La Reina son sectores con altos índices de calidad de vida y, si bien las comunas tienen más recursos, hay muchas personas que no reciben esos recursos. También existe una segregación urbana importante, donde hay sectores que no cuentan con servicios básicos para subsistir.
—Otra de las temáticas que aborda tu campaña es la violencia de género. ¿Qué proponen?
—Nos interesa impulsar una la ley de violencia hacia las mujeres, entendiendo que hoy sólo se aborda la violencia en el aspecto intrafamiliar, quedando en segundo plano temas de acoso callejero o violencia en el pololeo. Son otros planos, pero igual de importantes.
—Este domingo se define, además de quiénes serán los candidatos parlamentarios, quién será el presidencial. ¿Qué es lo que realmente está en juego entre Alberto Mayol o Beatriz Sánchez, tu candidata?
—Creo que Beatriz Sánchez es una persona muy empática, que logra llegar al ciudadano común y corriente. Además es feminista y está logrando visibilizar temas que hasta ahora no se habían hablado. Por otra parte, creo que Alberto Mayol es muy buen candidato y que se diferencian en cuanto a su forma más provocativa de hacer política. Las diferencias son en un par de pensamientos, en formas de hacer política, pero los dos están enfocados en construir este proyecto a largo plazo.
—Giorgio Jackson dijo que en caso de no contar con un candidato en segunda vuelta deberán decidir si se abstienen, u optan por Carolina Goic o Alejandro Guillier. ¿Qué harías tú?
—Personalmente, creo que estoy construyendo una alternativa nueva y que es hora de dejar de votar por el mal menor. Pero como Frente Amplio estamos construyendo un proyecto colectivo, y si hacemos un plebiscito y sale apoyar a uno de los dos candidatos, yo me adhiero a la mayoría.
—¿No sería contradictorio?
—Para mí, votar por cualquiera de ellos es votar por los mismos de siempre, seguir en base al mismo proyecto de la Nueva Mayoría y nosotros no queremos eso: queremos un proyecto transformador, distinto, potente y nuevo. Pero yo me voy a sumar a lo que se decida en el plebiscito que queremos hacer como Frente Amplio.
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Soledad Álamos nació con osteogéneses imperfecta. Su cuerpo no le permite caminar y sus huesos, llamados de “cristal”, se quiebran con facilidad. Para movilizarse, utiliza una pequeña silla que controla con sus manos. Pero la enfermedad, más que un impedimento, ha sido una motivación.
—Es fundamental aumentar la ley de cuotas en personas con discapacidad, que se cambie la mirada asistencialista de la sociedad. Debe existir una igualdad de oportunidades, que parta desde la educación. Esta debe ser inclusiva, contar una adaptación del espacio y con pedagogos preparados para recibirlos. Además de los problemas urbanos donde ni las micros ni el metro son transportes accesibles para personas con discapacidad.
Las barreras, dice, no siempre las ponen las personas sino, muchas veces, el entorno en el que uno está inmerso.