Por M. Eugenia Fernández G. y Víctor Hugo Moreno S. Junio 30, 2017

El 2 de julio podría ser un día histórico, en lo político y en lo deportivo. 13.531.553 millones de chilenos están habilitados para votar en las primarias legales para presidente y parlamentarias. Las dos coaliciones se enfrentan inéditamente y sacan sus cálculos sobre la participación que se espera.

En Chile Vamos aspiran a convocar a cerca de 1 millón de personas en las versiones más optimistas (808.002 fueron los electores en las primarias de 2013 que enfrentaron a Pablo Longueira y Andrés Allamand). Mientras que, para el debut del Frente Amplio (FA), la idea es bordear los 500 mil votantes.

Pero para ese día son varias más las incógnitas. Entre ellas, qué pasara con las 2.141.070 personas que en 2013 votaron por la Nueva Mayoría (NM) y que no tendrían por quién marcar una preferencia. Tímidamente el FA, sobre todo Beatriz Sánchez, hizo algunos guiños a los viudos de Michelle Bachelet. Por la oposición, el diputado Felipe Kast, en el debate televisivo, le intentó hablar al mundo democratacristiano más conservador, con referencias a la figura de Patricio Aylwin.

Para quien se mantiene primero en las encuestas, el precandidato de Chile Vamos, Sebastián Piñera, es clave que, tanto su coalición como él mismo, obtenga más votos que el FA. Es una señal política, afirman en el sector, que lo dejaría fortalecido con miras a la posterior negociación con sus contendores —Kast y el senador Manuel José Ossandón— y a la primera vuelta.

Las cifras, y las conclusiones que se puedan extraer de ellas, dependen de cuánta gente se levante a votar. Desde ambos sectores acusan al gobierno como el responsable de la baja publicidad que tuvo esta elección, pues no está representado políticamente, con pocos llamados para que la gente vote, lo que es labor propia y legal del gobierno de turno. “En La Moneda estarían felices con que nadie vaya a votar ese día”, afirman desde el Frente Amplio.

Con este escenario, existen más dudas que certezas en torno a los resultados del domingo y las lecturas posteriores que harán ganadores, perdedores y espectadores (como la Nueva Mayoría). El próximo lunes cada conglomerado tendrá que reordenar sus fuerzas de cara al 19 de noviembre, en primera vuelta.

 

La primaria que se le enredó a Piñera

Hace un mes, ningún dirigente de Chile Vamos o analista habría apostado que la recta final de la primaria se iba a poner cuesta arriba para el ex presidente Piñera. Porque más allá de las encuestas —que lo muestran como favorito—, y los exabruptos del senador Manuel José Ossandón en Tolerancia Cero, tras el chiste de la semana pasada sobre las mujeres que hizo en Linares y el debate del lunes se instaló la incomodidad y la duda.

Incomodidad, porque se enredó el respaldo que los perdedores de la primaria comprometieron al ganador del día domingo. Ya no es tan evidente que haya un apoyo inmediato ni irrestricto, cuestión que Ossandón anunció hace semanas. Y duda, porque en Chile Vamos también se instaló la interrogante de si el bochornoso debate del lunes pasado desalentará a sus simpatizantes de acudir a las urnas.

Según la encuesta CEP de abril-mayo, en las primarias el ex presidente lograría un 29,1% de los votos, seguido por Ossandón, con un 12,2%, y luego Kast, con un 3,4%.

Si bien Piñera está hace meses en la pole position de la elección, en su círculo cercano plantean que el porcentaje por el que logre imponerse el domingo será clave para planificar el futuro. Si logra hacerlo por una diferencia amplia, explican, su capacidad de negociar y de aglutinar en torno a sí mismo el proyecto único de la centroderecha se fortalece. Sin embargo, inquieta el arrastre electoral que tenga Ossandón —según la CEP, quien va en segundo puesto en la carrera—, electo como senador por Santiago Oriente en 2013 con 315.320 votos. Si la apuesta de Chile Vamos es convocar a un millón de electores, el parlamentario podría llevarse un pedazo importante de la torta si logra acercarse a su votación original. Aunque parece estar en el tercer lugar, no hay certezas de cuál será el verdadero impacto de la candidatura de Felipe Kast, luego de tres semanas de intensa exposición mediática.

Aun así, en el entorno del ex mandatario están seguros de que Piñera saldrá fortalecido el domingo. A su favor cuenta con una red movilizada de parlamentarios y alcaldes RN-UDI-PRI que, en las últimas semanas, han redoblado las salidas a terreno y los llamados a votar. Algo de lo que no goza Ossandón, quien no tiene diputados, senadores ni candidatos trabajando para su campaña, y cuyo equipo se estructura en base a concejales y a su gente más cercana.

Si Piñera logra ganar por un cómodo margen, la nueva interrogante será respecto de los ejes de la campaña que se iniciará. Un influyente analista del sector plantea que el ex presidente debe desideologizar su discurso y abrirse hacia el centro político, adelantando el relato más amplio que debe plantear para una segunda vuelta.

 

El reacomodo de Chile Vamos

Como sea, en la oposición se prevé difícil el rearme de sus fuerzas tras la primaria. Tanto en RN como en la UDI enfatizan que las tres tareas que se inician el 3 de julio son sumar a los candidatos, trabajar en un programa de gobierno único y negociar una lista parlamentaria única.

Luego de la advertencia de Ossandón de que no entregaría su respaldo a Piñera si éste ganase, y el áspero debate del lunes entre los tres postulantes, en la coalición se abrió la duda sobre la integración postelección. Desde Evópoli no cuestionan que si los resultados no favorecieran a Kast, este entregará su apoyo al ganador y que, su proyecto de fundar una centroderecha más liberal, sacudida del fantasma de Pinoche, no morirá. Si los resultados son mejores que los esperados, existiría un mayor espacio para negociar rostros para la nueva etapa de la campaña e ideas para el programa común. A esto se suma un nuevo brío para la negociación parlamentaria, difícil con la política de “el que tiene, mantiene” que han defendido la UDI y RN.

Un integrante del comando de Piñera asegura, incluso, que es esperable que Kast tome un rol de primera línea para la primera vuelta presidencial. ¿Las ventajas?: conecta con un público joven y sus ideas más liberales pueden ayudar a virar hacia el centro. Aun así, hay quienes ponen en duda que el ex mandatario incluya al diputado y sus ideas con vigor, si es que las cifras que obtiene son bajas. El proyecto de Kast, en tanto, cuenta con la virtud de estar sostenido en un partido nacional que tiene el desafío de crecer en las parlamentarias. Los votos de esta primaria no sólo le aportarán recursos: al diputado le otorgó una visibilidad que podría llevarlo a competir en el Senado.

Distinto es el reacomodo por el lado de Ossandón. Varios dirigentes de Chile Vamos plantean que ya no hay opción de llegar a un entendimiento con él o con su equipo, y que Piñera tendrá que contar con eso. “No veo opción de recomposición”, dice la alcaldesa Evelyn Matthei (ver pág. 16), quien afirma que, en todos los escenarios, el parlamentario se mantendrá como adversario político del ex mandatario. En el equipo de Piñera, en tanto, se siguen barajando alternativas para hacerle frente. Una que ha ganado fuerza esta semana es la de dejarle las puertas abiertas a la coalición, para que el costo de no sumarse lo pague él. La idea de mostrar a Piñera como el candidato “de la unidad” iría en ese sentido.

De todas formas, la desventaja que tiene Ossandón es que no cuenta con una estructura partidista ni con apoyos políticos relevantes, y en Chile Vamos tiene pocos lazos con otros dirigentes. Esto plantea una pregunta sobre el futuro de su única candidata al Parlamento: su hermana Ximena.

 

El Frente se recarga

En un primer análisis se instaló la tesis de que la candidatura del sociólogo Alberto Mayol era más bien testimonial. Casi un palo blanco. Sin embargo, con el pasar de las semanas y con la franja electoral en plenitud, ese escenario de tranquilidad —que añoraban los mentores de su candidatura, la dupla Jackson-Boric— empezó a nublarse. A horas de que se abran las urnas, el panorama no es para nada claro. Esa seguridad de que Sánchez sortearía con holgura las primarias está en suspenso y más aún con la final de Chile en la Copa Confederaciones.

Para varios dentro del FA el electorado que está construyendo Mayol representa a una izquierda más dura y disciplinada que los posibles votantes de Beatriz. Para muestra, un dato. En las elecciones de directiva de Revolución Democrática de abril pasado (uno de los bastiones de la candidatura de la periodista) sólo votaron en la segunda vuelta mil personas y con la facilidad de que se podía emitir el voto vía online. Y así, pese a que Mayol es apoyado por partidos menores dentro del FA (Partido Pirata, Igualdad) las bases que lo apoyan serían de una izquierda más dura. Dicha idea es avalada por el presidente del Partido Humanista (que apoya a Sánchez), Octavio González, quien enciende las alarmas para los triunfalistas que veían esta carrera como ganada.

—Respecto del resultado presidencial, es más incierto de lo que dicen los medios. En las encuestas que han salido, Alberto casi no aparece, pero en sondeos del Frente se ve un resultado más estrecho. Hay un escenario más abierto, porque Alberto se ha concentrado en el voto duro de izquierda y Beatriz en el mundo más independiente. El voto de ella es un poco más líquido y se puede ver afectado por la final de la Copa. La votación de Alberto no depende de tantos factores, es más dura—dice.

Ahora, sea cual sea el resultado del domingo, en el FA trabajan por reordenarse para continuar con el objetivo a largo plazo en la construcción de esta fuerza política. Y ese debe ser el objetivo central, comenta el presidente de Revolución Democrática, Rodrigo Echecopar.

—Pase lo que pase el domingo, el lunes va a salir muy fortalecido el FA. Se van a empezar a instalar nuestras ideas sobre la mesa y mostrar que hay una coalición que viene a construir con otro horizonte y con otra forma de hacer política. Y eso va a ser una victoria para todos. Gane quien gane, contará con el apoyo del FA y de la otra candidatura, eso lo damos por sentado —asegura.

Pero el FA no sólo vivirá su interna presidencial, sino que también ese día realizará primarias parlamentarias en siete distritos con 28 candidatos para la lista parlamentaria única que llevarán. Para varios al interior de la coalición, esta elección es clave para la proyección del Frente más allá del éxito en la presidencial. En esa competencia interna, también, se medirá cuánto pesa cada facción, lo que será clave a la hora de conformar la bancada. RD, el PH, el Movimiento Autonomista y la Izquierda Autónoma son los grupos más fuertes y que, por primera vez, podrán colocar en una balanza su real incidencia dentro del conglomerado. Una disputa que, varios afirman, podría sacar ronchas. Aunque para otros este escenario es una muestra de que el Frente ha logrado convivir.

Una de las incumbentes es Manuela Veloso (MA), que va por el distrito 11.

—En este proceso se verá cuáles fuerzas van a sacar la mayor cantidad de parlamentarios y van a tener más peso en la composición futura del Frente Amplio. Nuestro objetivo es construir más allá de lo electoral y sobrevivir a este periodo. De lo contrario, sería un fracaso—dice.

Con todo, en el FA todo puede pasar. Nada está escrito.

 

El giro de la Nueva Mayoría

En la Nueva Mayoría —que ha mirado este proceso por TV— ya piensan en el rearme y en recuperar el tiempo perdido. Pero antes, el conglomerado necesita de una tregua entre sus partidos para que ambas candidaturas presidenciales, Alejandro Guillier (PPD, PS, PC, IC, MAS) y Carolina Goic (DC), puedan competir en un escenario más despejado.

Todo indica que en la última reunión de los presidentes de partido, realizada el martes, se zanjaron algunas cosas, aunque no todos estén muy convencidos. Primero, que habrá dos listas parlamentarias, luego que se aislara a la DC tras su decisión del camino propio presidencial; segundo, que pase lo que pase el apoyo en segunda a vuelta del ganador en primera está plenamente asegurado; tercero, que se buscará llegar a un acuerdo programático y, cuarto, que apenas Guillier logre inscribir oficialmente su candidatura, se abrirá la temporada de debates presidenciales.

Este escenario prevé algo de paz en el conglomerado, aunque nada asegura que los compromisos asumidos se cumplan. Pero mientras, ambas candidaturas presidenciales afinan sus estrategias de cara al nuevo ciclo que se iniciará el próximo lunes.

—El debate ahora pasará al tema programático para que la gente entienda cuál es nuestra visión de país. Va a haber proyectos diferentes: uno de derecha, centrado en el crecimiento económico, y en el caso del Frente Amplio, con la más segura vencedora, Beatriz Sánchez, una mirada más bien de reestructuración del modelo. Nosotros creemos que lo que se requiere es mantener instrumentos de mercado, agregándole un rol sustantivo del Estado e instalando derechos sociales —comenta el presidente del PPD, Gonzalo Navarrete. Y agrega que, zanjado el debate sobre una lista única , habrá un clima de mayor respeto entre las candidaturas de la Nueva Mayoría.

El dirigente proyecta que, para la segunda vuelta, habrá una convergencia dentro de la centroizquierda entre los votantes de Goic, los sectores más moderados que apoyen a Sánchez y quienes respalden a Guillier.

A partir del lunes, cuando ya se conozcan los resultados de las primarias donde no participó la NM, para el oficialismo empezará la recta final para llegar con algo de unidad a la segunda vuelta.

Una oportunidad histórica

Luego de las primarias, el Frente Amplio está obligado a mostrarle al país la concepción de Estado y modelo de desarrollo que propone. Y deberá luchar contra el sesgo tecnocrático.

Por Carlos Ruiz, director Fundación Nodo XXI

Imagen colLa única novedad en esta elección es la aparición del Frente Amplio. Su principal desafío, más allá de su resultado electoral, es devenir en una coalición política. Articular un proyecto de país, expresivo de los desafíos de una sociedad cambiada, e integrar a esta transformación a esa gran mayoría de chilenos que hoy recela de la política. Eso supone una actualización que interpela a la imaginación de la propia izquierda.

Casi todo el mundo concuerda en algo: la política va en caída libre. Ante el desinterés de la mayoría de la sociedad, las candidaturas buscan capitalizar espacios cada vez más pequeños, renuncian a las grandes mayorías. Es la política de “minorías efectivas”, que calibra discursos focalizados en lugar de invitar al debate abierto.

En tal escena, la candidatura de Beatriz Sánchez, por sus rasgos y su apoyo en las fuerzas que emergen de las movilizaciones más relevantes de los últimos años, abre un espacio para recuperar ese diálogo entre política y sociedad. Beatriz acierta en su empeño de hablar al país, sin caer en el discurso encerrado. Su oponente en la próxima primaria apela en forma difusa a la identidad de izquierda, sigue así la inercia de las candidaturas limitadas a círculos cercanos, sin atender al desafío de forjar mayorías políticas y sociales capaces de sostener un cambio histórico. La colección de obsesiones personales que atosiga la política actual no escucha la crítica de los propios movimientos de 2006 y 2011 incluso al ensimismamiento de la izquierda. Ahí reside el rasgo distintivo que hoy expresa Sánchez: la oportunidad política que abre para amplias mayorías sociales.

Tras la primaria vienen definiciones mayores para el Frente Amplio. Las principales carencias van a tensionarse, como la limitación de sesgo tecnocrático que pesa en la construcción del programa. A diferencia de la competencia por la administración de lo mismo que enfrenta a las fuerzas del viejo duopolio, el Frente Amplio tiene el desafío de ofrecer un camino para transformar esta realidad. La administración a la que se limitan los recetarios políticos en que entrenan hoy a los jóvenes profesionales y posgraduados  no suplanta la construcción de un proyecto de sociedad por las militancias, los movimientos sociales y la ciudadanía. La vinculación con la sociedad requiere socializar el poder, no sólo cambiar la generación que lo administra. Que hoy las propuestas deban estandarizarse por un conjunto de técnicas administrativas, circunscritas a determinado gasto fiscal, sólo ilustra el grado en que la política monetarista de la dictadura, luego la Concertación, se naturaliza como horizonte estatal posible.

Las políticas monetaristas de equilibrio y crecimiento no son las únicas vías de desarrollo. No es lo mismo crecimiento que desarrollo. No da lo mismo cómo se crece. Eso se esconde y las fuerzas de la transición reducen el debate al manejo de políticas estatales en ese silencio, sometidas a un mismo destino. Pero un proyecto de cambio como el Frente Amplio requiere una propia concepción de Estado y de modelo de desarrollo. Hay que imaginar un Chile distinto, antes que medir en dinero las propuestas.

La amplitud de una política reside en su capacidad de sobrepasar las restricciones democráticas, para permitir que debatan distintos proyectos de sociedad sin limitaciones “técnicas” ni reemplazos “expertos” de la deliberación pública. Abrir las puertas a imaginar un Chile distinto exige derribar las limitaciones democráticas de las políticas de la transición. El Frente Amplio tiene la oportunidad histórica de erigirse en la fuerza capaz de hacerlo, y la figura de Beatriz Sánchez expresa genuinamente las voluntades que sostienen este compromiso..

El día después

Más allá de la participación, la clave está en cómo Chile Vamos se consolida como una opción que ofrece gobernabilidad.

Por María José Gómez G., periodista y directora de TVN

Imagen AB0A0067Los resultados del domingo determinarán la forma en que Chile Vamos se ordenará al entrar en tierra derecha en la primera vuelta presidencial. Una primaria de resultado conocido, que según todos los sondeos instalará a Sebastián Piñera como el abanderado de la coalición… cualquier otro escenario daría para sesudas tesis doctorales.

Esta elección será medida por algunos parámetros que están sobre la mesa: que participe un millón de personas —aunque la final de Chile matizará cualquier análisis en este punto— y que tanto la coalición como la carta ungida obtengan más votos que el Frente Amplio. Un 3-0, sin duda, fortalece la posición del triunfador de cara a noviembre. Pero, más allá de la participación, la clave está en cómo Chile Vamos se consolida como una opción que ofrece gobernabilidad y es capaz de enrielarse tras un proyecto y liderazgo común. Una pregunta abierta apunta al papel de los derrotados el domingo. Una clave la entregarán los resultados.

El senador Ossandón aparece hoy como un “costo hundido” para la centroderecha y ha comprometido su capital político frente al sector al haber desarrollado una dura campaña de descalificaciones contra el ex presidente y por haberse comprometido a participar en un mecanismo cuyo resultado amenaza con no respetar. Sin embargo, si obtiene una votación considerable el domingo, probablemente seguirá instalado como la “quinta columna” de la centroderecha y con vitrina pública para criticar con virulencia. Un mal resultado lo dejará fuera de juego. ¿El costo en votos? Hasta ahora, sabemos que del 5,4% que obtuvo en la última CEP, un 35% se iría a Piñera, un 25% a Guillier y un 40% no iría a votar.

El caso de Felipe Kast es distinto. Si bien su giro en el debate televisivo, donde decidió enfrentar al ex presidente en más de un episodio, dejó heridas, todo indica que primará el realismo político y que, postprimaria, el diputado y Evópoli deberían incorporarse en plenitud a la campaña. Ello no sólo sería una señal de unidad, Kast aporta una mirada más liberal —especialmente en lo valórico— que suma frente a lo que se viene: la batalla por el centro político. Sin embargo, todo ello también dependerá de su desempeño: si logra acercarse a Ossandón y pelear el segundo lugar u obtiene un tercer puesto a mucha distancia.

¿Y Piñera? Algunos vuelven a hablar del “relato” para pelear el 50% más 1 de los votos. Hoy la fortaleza del ex presidente apela a lo “racional” del voto: quienes lo apoyan ven en él “la” opción para sacar al país del estancamiento y el mal camino que señalan las encuestas. Ahí radica la fortaleza de su voto. Su mejor escenario es ganar por un amplio margen y ser capaz de ordenar a su sector rápidamente tras un proyecto compartido. Y concentrarse en sus fortalezas comparativas: experiencia, solidez, equipos y proyecto serio. Y evitar que el predecible escenario de “todos contra Piñera” y de nuevos cuestionamientos a su patrimonio o trayectoria le impidan desplegar su propuesta país. Así, quedarán atrás los malos chistes y el barro del debate.

 

Walkover

la letanía de la NM y la inercia de un continuismo carente de mística y convicción son la causa de nuestra ausencia y de la probable derrota.

Por Jorge Navarrete P., abogado

Jorge Navarrete, Abogado U. De Chile. Fotografia: Jose Miguel MendezEl oficialismo es el gran ausente de estas elecciones primarias. Podremos discutir su pertinencia y utilidad, como también la real incidencia que tuvo la franja electoral en la decisión de los ciudadanos o en su capacidad para convocarlos a sufragar, pero no deja de ser paradójico que quienes importamos y promovimos esta modalidad, hoy presenciemos este proceso como meros espectadores. Lo ocurrido es, creo, un síntoma.

El más evidente es el deterioro, por no decir el ocaso, de la coalición política más exitosa en la historia de Chile. Lo fue no solamente en términos electorales, cuestión que parece obvia, sino también por la forma en que condujo al país las primeras dos décadas de la transición política, alcanzando niveles de prosperidad y bienestar colectivos como en ningún otro período de nuestra historia. Esa misma fuerza política, antes la Concertación y ahora la Nueva Mayoría (NM), no sólo anticipa hoy una derrota electoral después de haber solventado el gobierno peor evaluado, desde que recuperamos la democracia, sino que lo hace con dos candidaturas, sacrificando así una condición y garantía de gobernabilidad con fuerzas socialdemócratas y socialcristianas.

A continuación, y resultado de lo anterior, es que estas primarias son un síntoma de la fractura del debate público, generándose una discusión política donde se han oscurecido los matices, más binaria, menos gradual o — como paradoja— materialmente binominal. Lo que ya se había anticipado en otros países, tanto en América Latina como en Europa, fue el cuestionamiento y en algunos casos la desaparición de las fuerzas políticas más templadas, cuya incapacidad de dar una respuesta adecuada a los ciudadanos —tanto por el sistema político, como por esos partidos en particular— contribuyeron al arraigo y adhesión de agrupaciones más radicales, sean de derecha o de izquierda. De esa manera, se fracasó en resolver esa ecuación de cómo ser más populares sin ser más populistas. La moderación dejó de ser una opción electoralmente atractiva; y la experiencia de Andrés Velasco, primero, o de Ricardo Lagos Escobar, después e, incluso de Carolina Goic ahora, son una clara demostración de aquello.

Un jurista y teórico alemán, cuyo talento fue inversamente proporcional a su prestigio —me refiero a Carl Schmitt— fue quien nos legó las dos claves fundamentales de esta actividad. La primera, siguiendo la lógica de “amigo-enemigo”, es entender la política como el arte de la diferenciación. La segunda y a partir de la idea de “decisión”, es concebir la política como cambio. Pues bien, no creo que se requieran grandes explicaciones para mostrar cómo la NM no representa ni lo uno ni lo otro; en contraste —en sentido distinto— a la oferta pública que sí hacen Chile Vamos y el Frente Amplio. Esa letanía del oficialismo, mezclada con la inercia de un continuismo carente de mística y convicción, es la causa de nuestra ausencia y de la probable derrota.

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