La vida de Sebastián Sichel (39) ha dado muchas vueltas. Fue un niño hippie que viajó por Latinoamérica con su mamá durante años, pero más tarde estudió Derecho en la Universidad Católica, una de las facultades más conservadoras del país. Vivió su infancia pensando que su apellido era Iglesias, pero a los 11 años su abuelo le reveló que su papá no era el hombre que había vivido con él todo ese tiempo. Cuando lo conoció, adoptó su apellido: Sichel.
“Me gustaría un proyecto propio de Evópoli con la DC y nosotros. Que tuvieran el coraje de romper con Chile Vamos y presentarse como una alternativa distinta”.
Fue dirigente estudiantil, dos veces candidato a diputado, director del Sernatur y asesor de Hugo Lavados, cuando fue ministro de Economía de la presidenta Michelle Bachelet. Estuvo en la primera línea de la fallida campaña presidencial de Claudio Orrego en 2013, pero terminó alejado del hoy intendente. Esa lejanía dura hasta hoy. En ese entonces, afirmó que la aventura de su ex amigo era de un ánimo m ás personal que colectivo, lo que quebró la antigua relación.
Dos años después, Sichel renunció a la Democracia Cristiana, tras 15 años de militancia. Tildó al partido de “caníbal” por “destruir” los nuevos liderazgos.
Desde entonces su vida política está unida a la del ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco. Sichel fue uno de los fundadores del partido Ciudadanos y es el director ejecutivo de Plural, la fundación que sustenta las políticas públicas del partido. Fue parte del equipo legal que logró que el Tribunal Calificador de Elecciones anulara la resolución del Servicio Electoral que disolvió a Ciudadanos por problemas con las firmas.
Tras las primarias de Chile Vamos —en las que su partido planteó su cercanía con las ideas de Felipe Kast—, el abogado plantea que Evópoli debe intentar un camino propio con Ciudadanos y parte del mundo con sensibilidad DC. Adelanta que, junto con llevar candidatos en todas las regiones en las que están inscritos, están dispuestos a omitirse en la parlamentaria de noviembre, cuando haya postulantes que representen su mismo mundo cultural. Ello, para construir un proyecto político que consiga el gobierno en 2021. Esta vez, Sichel no será candidato.
—¿La parlamentaria es una cruzada para Ciudadanos?
—Hay gente que mira el futuro por el espejo retrovisor, las coaliciones tradicionales que andan buscando candidatos populares o ex presidentes, y gente como nosotros que está en una estrategia de largo plazo. La ansiedad en esta elección no nos mata. Todos nos preguntan cuántos parlamentarios vamos a sacar, pero nuestra preocupación es llegar a ser gobierno el año 2021. No que Ciudadanos, sino que un proyecto de centro y reformista, sea gobierno.
—Para eso tienen que tener una bancada fuerte, con socios poderosos. ¿Qué pasa con sus aliados Amplitud, que se ha ido desmembrando, y con Red Liberal?
—Nosotros representamos un mundo cultural, más que el mundo político tradicional en el que se suman partidos como quien suma moscas. Independiente de los roces internos de los partidos, me siento parte del mismo mundo de Pedro Browne y Joaquín Godoy, aunque hayan renunciado a Amplitud. También con Cristóbal Bellolio y Lily Pérez. El éxito no se mide por cuántos partidos están, sino por cuántos líderes en el Congreso representan a este mundo cultural. Por lo mismo, en Ciudadanos hemos conversado que, en los lugares en que no llevemos candidatos, vamos a apoyar a quienes no pertenecen a nuestra coalición y que representen a este mundo cultural, pensando en que nuestro objetivo está en el 2021.
—¿Están dispuestos a omitirse...?
—Casi no tengo diferencias con la Mariana Aylwin y ella debe sentir mucha más distancia con el Partido Comunista dentro de su coalición (la Nueva Mayoría) que con nosotros. Tiene todo el sentido del mundo que yo termine apoyándola. Quiero que le vaya bien a Felipe Kast. Él es relevante para la política chilena y, tarde o temprano, vamos a terminar siendo socios de un mismo proyecto político, distinto a la derecha conservadora tradicional y a la Nueva Mayoría (NM) estatista. Los acuerdos parlamentarios, que parecen ser sólo para rentabilizar votos, se plantean para empezar a construir un potencial proyecto de gobierno para Chile.
—¿En esta parlamentaria buscarán eventuales socios para un proyecto de gobierno?
—Buscamos aunar voluntades para mostrar que es posible un mundo distinto. Esto viene desde los 90, pero ¿por qué no ha pasado? Porque al enfrentar la coyuntura electoral, todos sacan la calculadora. Más que una sociedad momentánea, buscamos una colaboración que termine construyendo un proyecto político.
—¿A quién más estarían dispuestos a apoyar?
—El imaginario obvio es gente como Felipe Kast, Luciano Cruz-Coke, Francisco Undurraga, Cristóbal Acevedo, José Joaquín Brunner, Pilar Armanet y Mariana Aylwin.
“Esta es la última elección de la transición”
—Eso requiere terminar con la dicotomía del Sí y el No. ¿Hay disposición en el mundo político?
—Hay personas y no instituciones disponibles para eso, para entender que la política construye el futuro, y que el pasado lo construyen los historiadores. En eso veo a Evópoli, a Velasco, incluso a Giorgio Jackson y a Gabriel Boric. Hay que disputarle el espacio a una generación perdida, la de Claudio Orrego, Ignacio Walker, Guido Girardi, Juan Antonio Coloma o Jacqueline van Rysselberghe. En algún minuto, ellos tendrán que jubilarse por vejez prematura, pero también por una razón cultural: los chilenos están desafectados de la política porque habla temas que sólo les importan a los políticos. Creo que esta es la última elección de la transición.
—Evópoli planteó lo mismo y obtuvo un 14% en la primaria. ¿Hay apoyo para ello en la centroderecha?
—Ese proyecto no tiene cabida dentro de la centroderecha, por eso hay que crear un domicilio propio. No funciona si se transforma en un proyecto atado a la historia, alojado en el mundo del Sí y el No. Lo hace poco creíble y eso es lo que le sucedió electoralmente. La credibilidad se pone en duda cuando haces una promesa —voy a construir un nuevo domicilio— y vives en la casa de tus padres. Entre la copia y el original, la gente va a elegir el segundo.
—¿Qué tan viable es que Evópoli vaya con Uds. en esta elección parlamentaria?
—Me encantaría que tuvieran el coraje de romper con Chile Vamos y presentarse como una alternativa distinta. Eso haría más atractiva su oferta electoral, como lo hizo Amplitud y nosotros que cruzamos el Rubicón. ¿Qué creo que va a pasar? Va a pesar fuerte la rentabilidad electoral de lo que viene. Me gustaría un proyecto propio con la DC y con nosotros. Pero, al final, todos van a intentar maximizar su resultado parlamentario antes que perder para ganar credibilidad en el futuro.
—Varios analistas plantean que el próximo Congreso no va a ser de mayorías. ¿Qué rol tendrá Ciudadanos allí?
—Priorizamos la presencia en el Congreso porque, con el sistema proporcional, va a ser relevante dónde se construyen los acuerdos. Con esta polarización hay muchos con ganas de negar la sal y el agua. Queremos ser el espacio donde se construyan los acuerdos y vamos a apoyar una buena política pública de Piñera, Guillier o Sánchez.
Más que definirnos a priori si somos oposición, seremos aliados cuando haya buenas políticas públicas y oposición cuando sean malas. Esto se ha olvidado en la política chilena en los últimos ocho años.
“Hay que saber ganar perdiendo”
Sichel no votó en la primaria del 2 de julio y afirma que es probable que tampoco lo haga para la primera vuelta. Si la segunda vuelta es entre Piñera y Guillier, dice: “Tendré que tomar la decisión entre anular o votar por Piñera”.
“Tengo la sensación de que Andrés Chadwick es uno de los entusiastas de un proyecto de renovación política desde la centroderecha”.
—La NM es un proyecto fallido, que derivó en una oferta populista de políticas públicas en las que no creo. ¿Y por qué dudaría de Piñera? No sé el peso específico que tienen los antiguos poderes conservadores de la UDI y RN en su proyecto. Esto se verá en la campaña. También quiero ver qué capacidad de veto tendrán en un potencial gobierno.
Se conocen sus lazos en todos los sectores políticos. Desde Carolina Tohá hasta Andrés Chadwick. Con este último, comparte oficina en el Centro de Estudios de Derecho Público y Sociedad, de la Universidad San Sebastián.
—Andrés está dedicado full a la campaña de Piñera y hemos conversado poco. Tengo la sensación de que él es uno de los entusiastas de un proyecto de renovación política desde la centroderecha. Hemos hablado de recuperar la confianza en las instituciones y la importancia de construir relaciones de confianza que permitan hacer mejores gobiernos.
—En la centroderecha hay un debate sobre ampliar la coalición al mundo liberal. ¿Se sentirían cómodos?
—Eso ratifica que nuestro mundo —Expansiva, Cieplan, el mundo de la centroizquierda y de la centroderecha moderna— tuvo un tremendo triunfo cultural en la transición. La gente cree en el mercado, en el poder del Estado como un regulador, que esta sociedad debe ser más liberal, y que el mérito es lo sustantivo para el desarrollo. Sin embargo, tuvimos una tremenda derrota política porque desaparecimos. En la NM desapareció este mundo cultural hasta el infinito. Mira a Ricardo Lagos y lo que queda de Carolina Goic.
En la centroderecha pasó lo contrario. Ha habido un proceso profundo de revisión. Ahora dicen dictadura, ya no le tienen miedo a los temas valóricos, tienen centros de pensamiento como el IES, que construyen un nuevo acervo ideológico. Esto ha significado un desplazamiento a las ideas de centro, pero siguen teniendo un ancla conservadora fuerte y no están dispuestos a desprenderse de ella. Me costaría ser parte de un proyecto político que, si bien se ha modernizado más que la izquierda, no está dispuesto a dejar atrás aquellas cosas que lo atan al pasado. Hay que considerar que Van Rysselberghe y Carlos Larraín todavía son protagonistas.
—O sea mientras estén ellos, esto va a ser sólo una expresión del deseo de algunos dirigentes.
—Exacto. Hay que saber ganar perdiendo. Hay que jugarse una opción en política. Hay quienes piensan que se puede tener a la UDI, a Ciudadanos y a ex pepedé juntos, pero eso no cuadra. Ahora con el cambio al sistema proporcional, se puede ser gobierno y oposición desde distintas posiciones.
—Un problema para la concreción de este proyecto es que Evópoli y Ciudadanos están llegando sólo a la elite.
—Tenemos que matar la ansiedad de tratar de satisfacer una necesidad intelectual de la elite y aterrizar más en lo que requiere Chile. Velasco y Kast se transformaron en un foco intelectual para una elite que le importa la diferencia entre ser liberal o conservador, entre lo pasado y lo moderno. Pero a la mayoría de los chilenos eso le importa un bledo. También tenemos otra ansiedad que podría matar este proyecto: los proyectos personales. Hay varias personas que deberían trabajar en conjunto, pero están ansiosos por ser ellos quienes lo encabecen. Eso vale para varios: Orrego y Kast. Velasco también podría ser. Deben entender que no importa quién encabece este proyecto, sino que exista.