Andrés Velasco contesta el teléfono desde Curicó. Viene saliendo del mall de la ciudad, donde estuvo más de dos horas aprovechando el movimiento de personas para contar de su candidatura senatorial.
Pide que esperemos, quiere hablar con tranquilidad desde su auto. Y confiesa que no ha parado de hacer campaña. Incluso, cuenta, no se detuvo en los dos meses en que el Servel tuvo a Ciudadanos, su partido, en el limbo.
El ex ministro mira con cautela los movimientos de la DC en esta semana, partido por el que no oculta su cercanía. Su ritmo es de espera, viendo el desarrollo de los sucesos que rodean a la postulación presidencial de Carolina Goic y que, se dice, podría quebrar a la histórica tienda. No quiere apurar ese escenario, pero plantea una y otra vez que la tradición democratacristiana es bienvenida en un centro político amplio, en el que también caben los socialdemócratas y liberales.
—¿Es esta una crisis terminal de la DC, como ha sucedido en otros lugares del mundo?
—No creo. En Chile hay una tradición cultural social cristiana fuerte, así como una tradición socialdemócrata y liberal, y creo que hay muchísimo espacio para que en el futuro ellas converjan y trabajen juntas. No me cabe duda de que hay un electorado de centro importante, que quiere cambios, pero bien hechos. ¿Cuál es el problema? En parte por la maldita herencia del binominal, el sistema político se polarizó, pero el electorado no lo hizo, y por tanto hoy lo que simbolizan y ofrecen es distinto a lo que las personas quieren. Por eso es tan importante, primero, que surjan alternativas nuevas, que es lo que hemos tratado de hacer desde Ciudadanos. Y, segundo, que las tradiciones de los distintos mundos culturales de centro puedan trabajar juntas en un futuro. Esto es por razones de representatividad y de gobernabilidad: Chile enfrenta el riesgo de que se combine un régimen presidencial con un sistema electoral proporcional, como tenemos hoy. Esa combinación tiene una potencial desventaja, que es difícil configurar mayorías. Por eso es crucial que los distintos mundos culturales del centro, ya sean socialdemócratas, liberales o DC, conformemos mayorías al menos en torno a reformas o temas individuales. Eso requiere, evidentemente, superar y romper temores atávicos, y también dejar atrás el maltrato. La NM ha maltratado a la DC, así como la UDI a Evópoli en la negociación parlamentaria. Los partidos tradicionales con un carácter más conservador —como el PC y la UDI— no se sienten cómodos y tienden a maltratar a sus aliados de centro.
“La Nueva Mayoría ha maltratado a la DC, así como la UDI a Evópoli en la negociación parlamentaria. Los partidos tradicionales —como el PC y la UDI— no se sienten cómodos y tienden a maltratar a sus aliados de centro”.
—En noviembre del año pasado, planteaste a esta revista que a Mariana Aylwin no se le puede exigir renunciar a la DC, pero que le encantaría que sus caminos se encontraran más adelante. No hay mejor momento que éste, ¿o no?
—No quiero prejuzgar qué va a hacer la gente de la DC. Todos tienen bastante claridad y audacia y no es sano que personas de otros partidos les lean la cartilla por la prensa. Pero no cabe duda que si hubo un momento en que las tensiones al interior de la DC se magnificaron, es este. No sé si esa convergencia en un centro amplio, con anchura de banda, va a ocurrir ahora, en marzo o en un año más, pero las cosas hacia allá van a ir. Hay mucha gente del mundo de la DC —pienso en Mariana Aylwin, Jorge Burgos, Patricio Walker— con quienes compartimos muchas ideas y ojalá podamos trabajar juntos en algún momento.
—¿Qué cabida ves para el proyecto que ellos representan en la Nueva Mayoría (NM)?
—Yo vi a Carolina Goic decir que la DC está fuera de la NM, y espero que, pase lo que pase con su candidatura, esa decisión no varíe. La NM nunca fue una alianza fundada en ideas o en un proyecto común. Fue una asociación espontánea bajo el paraguas de la popularidad de Michelle Bachelet. Pero esa popularidad se disipó, el gobierno está terminando y además deja una deuda tremenda en términos de la calidad de los cambios que puso en práctica. Cerrada esta etapa, la DC y el mundo socialdemócrata, que uno pudiera identificar como seguidores de Ricardo Lagos, tienen mucho más en común con Ciudadanos que con el PC. Así como la gente de Evópoli tiene mucho más en común con el mundo liberal de centro que con la UDI conservadora, jerárquica.
—¿Qué pasa con ellos? ¿Les falta coraje para cruzar el río y romper con esas alianzas?
—No creo que sea ese el problema. La política tiene su inercia, es un ejercicio cultural y no sólo práctico, y por tanto a veces cruzar el río no es fácil, pero celebro a los que han tenido la gracia de hacerlo. Ese es un gran mérito de Amplitud, y quiero creer que más temprano que tarde van a tomar posturas parecidas.
—¿Cómo explicas que la DC haya decidido aliarse con la IC y el MAS antes que con Ciudadanos?
—No me lo explico. Nadie lo va a entender. Si hay votantes sorprendidos, nadie les puede echar la culpa.
“Se puede, pero no es fácil”
—¿Qué pasa con el “centro” político? En estos días hay conflictos por el lado de la DC y de Evópoli, dos partidos con los que Ciudadanos se siente cómodo.
—Estamos en un momento en que, como dice la frase, el viejo mundo no termina de morir y el nuevo mundo no termina de nacer. Y en esa transición no es raro que haya tironeos, y no nos podemos sorprender si los socios más conservadores de esas coaliciones maltratan a sus socios más centristas. Pero ese no es un problema del centro, sino de los partidos más extremos que resienten que vuelva a configurarse un nuevo centro político en Chile.
—¿Y será que a tu proyecto le faltan votos para ser más atractivo?
—Esto no es fácil. Es como dejar la casa paterna para irse a vivir con el pololo o polola. No quiero ser crítico, y todos los partidos tienen historia y dificultades. Pero la oportunidad y la exigencia de los votantes están, la insatisfacción con los partidos es cada día más patente. El desafío para los partidos de centro es construir algo distinto.
—Pero quizás el hecho de no tener votos alimenta el temor de salir de sus coaliciones.
—Difícilmente podríamos mostrar votos porque esta es la primera elección. En política la soberbia es mala consejera, y el que diga que en una elección va a arrasar, algo se fumó. Estamos entrando a jugar un juego en el que hay incumbentes poderosos, máquinas políticas bien instaladas, clientelismo potente, y por tanto es un terreno con dificultades. Se puede, pero no es fácil.
—¿Si hay una escisión en la DC, se puede construir este sector?
—No quiero que se vea como que estoy llamando a la división de un partido amigo, pero sea cual sea la configuración —y eso tendrá que decidirlo la gente de la DC— hay un espacio evidente para un centro con anchura de banda y de mira, y ciertamente la tradición DC es un componente trascendental de eso.
—Respecto de Amplitud, ¿se puede ir en una sola lista con un partido que tiene otro candidato presidencial?
—Nuestro acuerdo es previo al del consejo de Amplitud. Lo respetamos pero no lo compartimos. Vamos a decidir democráticamente lo que haremos en materia presidencial, incluyendo la posibilidad de no apoyar a ninguno. Pero nuestro diseño y aspiración van mucho más allá de la elección de este año. Así como la DC está apoyando a su candidato, y como gente del mundo socialdemócrata está apoyando a contrapelo a Guillier, nada dice que no podamos trabajar en el futuro.
—¿Tienes candidato para la primera vuelta?
—Voy a votar por lo que el partido proponga, pero los candidatos que hay hoy son de coaliciones a las que no pertenecemos.
—¿Y qué harías en una segunda vuelta entre Alejandro Guillier y Sebastián Piñera?
—No voy a hacer política ficción. En primera vuelta no vamos a apoyar a nadie, si vamos a tomar o no una postura en segunda vuelta, lo decidiremos en su momento.
—¿Cuál es tu apuesta, de ganar la elección? ¿Ser un senador bisagra en el Congreso?
—La Región del Maule, así como Valparaíso o La Araucanía, tienen una tremenda oportunidad de romper esta lógica nefasta del binominal y elegir representantes de otras coaliciones. Si la gente del Maule nos da su voto en temas como la reactivación económica, la diversificación productiva, la extensión de la violencia intrafamiliar al pololeo, el matrimonio igualitario, podríamos constituir formalmente, o en los hechos, una coalición con gente independiente, liberal, y votar juntos en el Congreso.