Jorge Arrate (76) se pasea cómodamente por Avenida Italia. Camina a paso lento y con las manos atrás cuando mira las tiendas que, poco a poco, comienzan a abrir sus cortinas a media mañana. Mientras recuerda su paso por el Instituto Nacional, se detiene ante un local de helados que exhibe una infinidad de sabores. Conoce la procedencia. Se tienta por probar uno, pero prefiere continuar con la ruta. Su mujer, la escritora Diamela Eltit, no ve bien que tome muchos. Tienen demasiada grasa y debe cuidar el colesterol. El de dulce de leche es su favorito.
"Yo tendría sentados a la derecha de la candidata a los dirigentes de estas organizaciones. Es la única forma en que Sánchez logre penetrar ese universo de los dormidos"
Ese mismo día, pero por la tarde, presenta en sociedad la primera parte de sus memorias: Con Viento a Favor (LOM, 2017). Le complican un poco esos eventos. Asiste demasiada gente y, a veces, no recuerda todos los nombres. A la hora de firmar libros eso puede resultar embarazoso. Seis años se demoró en terminar el texto que, en 416 páginas, recoge sus vivencias políticas desde 1941 (año de su nacimiento) hasta el Golpe Militar de 1973, período en que, pese a todo, corría un leve viento a favor para sus ideales de izquierda.
Arrate es un emblema de la izquierda chilena. Ha intentado unirla en un gran proyecto político en más de una oportunidad. Lamentablemente, para él, sin éxito. Hoy observa con cierta desazón las peleas internas del Frente Amplio (FA). Si bien formó parte del comando social de la campaña de Beatriz Sánchez hasta las primarias, ya dejó cualquier instancia formal de participación. Con esa perspectiva opina con libertad, pero con la cautela necesaria para no generar un nuevo terremoto.
—¿Qué sensación, quizás más de piel, tuvo al ver la televisión, leer los diarios, escuchar las radios estas últimas semanas con la novela del “caso Mayol”?
—Una sensación de desazón. Es algo que pudo haberse evitado. No me corresponde determinar responsables. Aunque tenga una opinión, no la daré, porque no contribuye. No está en mi potestad hacer dictámenes, pero me provocó mucha desazón. Esto dañó al FA, sobre todo la forma en como se introdujo el virus de la descalificación dentro del Frente. Fue muy inapropiado que las diferencias entre gente que está en un mismo sector, lleguen a los niveles de virulencia que alcanzaron en las redes sociales en este episodio.
— ¿A qué le atribuye este escenario que le provocó desazón: a la falta de experiencia, a la lucha de poder, a los egos personales?
—A distintos elementos. Pero, por lo demás, y para ser justos, la izquierda ha tenido bastantes episodios en los que unos a otros se han descalificado en lo personal y que va más allá de las discusiones políticas. Algo tiene que ver esto con las redes sociales porque, independientemente— dejando de lado este episodio—, uno en las redes ve cómo se desboca el lenguaje.
—Hasta las primarias, usted fue convocado a trabajar en el comando social de Beatriz Sánchez, ¿Cómo fue ese trabajo y cómo evalúa lo que se está haciendo en la campaña de ella?
—Conocía de antes a bastante gente del FA. Tengo amigos en la Izquierda Autónoma (IA) y en el Movimiento Autonomista y que, pese a que se dividieron, siguieron trabajando juntos. Esa es una clave de una alianza que funciona. Me pareció, en general, gente muy joven, pero llena de talento.
— ¿Qué opinó de la contienda Mayol/ Sánchez en primarias, estuvo a la altura?
—Yo apoyaba a Beatriz Sánchez, pero me perturbó mucho el agraz que ella cometió al vincular dos palabras que no tienen que ver una con la otra: Allende con totalitarismo. Me dolió mucho, pero entendí su proceso mental.
Creo que lo que más me preocupó es que la candidatura de Mayol logró llegar a varias organizaciones de base que se reconocieron allí por un llamado de la izquierda. Hay una falla de las organizaciones principales del FA que no han sabido vincularse con sectores poblaciones organizados en torno a temas específicos. Ha habido una falla gruesa, porque no había ninguna razón para que esos grupos no se identificaran con Sánchez. Mayol logró conjuntar estos grupos. Fue más inteligente.
— ¿Ha sido difícil olvidar este impasse?
—El comando de Sánchez me llamó para pedirme que yo apareciera en la franja televisiva de su primaria. Lo que les interesaba justamente era Salvador Allende. En mi casa están los retratos, muchas fotos y justo al día siguiente se produjo este incidente. A mí me dolió mucho y creo que la candidatura de Beatriz Sánchez perdió apoyo como consecuencia y no lo ha recuperado en ciertos casos. Es una herida que causó sangramiento.
—Para la izquierda, Salvador Allende es una figura que no amerita confusión ¿Será para Sánchez una figura tan trascedente?
—Estoy de acuerdo con que para Beatriz pudiera ser poco trascendente, por eso se confunde. Ella no vivió ese tiempo, que fue doloroso.
—Volvamos a esa construcción político/social del FA ¿Por qué les está costando tanto si se supone que gran parte de sus banderas de lucha son los movimientos sociales, pero al final —con las escenas de la semana pasada— pareciera que son solo un puñado de la misma elite los que toman las decisiones?
—Mucha gente de ese mundo (social) competirá en las listas parlamentarias. Lo que hay que hacer es ver cómo se incorporan las organizaciones sociales a instancias de la dirección. El FA no puede ser una conjunción de mini-partidos. Yo tendría sentados a la derecha de la candidata a los dirigentes de estas organizaciones. Es la única forma de que logre penetrar ese universo de los dormidos.
—¿Hay mucho elitismo en las cúpulas del Frente?
—El FA es parte de un determinado contexto, que es el mismo que el que critica y pone en cuestión, pero forma parte de él. Está influenciado y condicionado por él. Cuando hablamos de elitismo les digo: toda la política en Chile está marcada por un elitismo creciente, en el que los políticos han perdido la conexión con sus bases sociales , y eso afecta al FA. Tienen que estar conscientes de eso.
—¿Beatriz Sánchez representa esta base social o es la que puede conectar al mundo político con ese mundo social que usted describe?
—Beatriz es la candidata que eligió el FA y ese es el hecho, con sus virtudes y sus limitaciones. Lo que debemos hacer es potenciar sus virtudes. Yo no participé ni me correspondía tomar decisiones en materia de candidato presidencial. En algún momento di algunos nombres, después me arrepentí y se enojaron conmigo.
—¿Cuáles serían esas virtudes?
—No acarrea una mochila. Todos los demás las tienen, y en el caso de Piñera, muy grande. Yo apenas la conozco, pero me parece una persona sincera y que tiene una llegada fuerte en sectores que están menos politizados. Es la única que puede perforar el muro de la indiferencia en Chile.
—¿La ve con una proyección política más allá de lo que ocurra en noviembre ?
—Sin duda que la tiene. Muchas de sus limitaciones las irá superando en la campaña
—¿Qué limitaciones?
—No tiene una formación militante. Tiene formación política, pero no militante.
—¿Cree que será fácil olvidar que un día condenó a Mayol con un discurso feminista y después tuvo que retroceder cuando se decidió a llegar a un acuerdo?
—No sé si cuando hizo su primera declaración escuchó el audio de WhatsApp. En todo caso, lo que hizo fue respaldar la conducción política cuando se dio cuenta de que las cosas se complicaron, llamó a resolver la situación. Las campañas son tremendas, uno entrega la vida.
—Pero, ¿puede perjudicarla su actuación?
—El episodio Mayol— Jackson, en general, es dañino para la candidatura de ella y del FA.
—¿Y cómo se remedia?
— Hay que echarle para adelante. Viene un período complejo porque el FA no ha consolidado un acuerdo político.
***
Arrate cree que en Chile no se ha podido generar una identidad de izquierda, pues existe una sociedad absolutamente mercantilizada, pero que se aferra a lo público como eje rector. Sin embargo, no tiene la receta para conseguir —para él— la tan ansiada unidad de ese mundo. Lo que sí tiene claro es que faltan ideas.
— ¿Por qué la izquierda no ha logrado tener una unidad o una identidad más definida?
—Para la izquierda las ideas son muy importantes. Nosotros levantamos una utopía de una sociedad que no existe. Es aquello a lo que aspiramos. No digo que la derecha no tenga ideas, pero para ellos las ideas y el dinero son muy fundamentales. La izquierda son ideales, principios, proyectos, y eso es mucho más complejo de lograr. No existen intereses materiales tan concretos. Usted me dirá el interés de clases, pero eso ha cambiado. La historia —desde Bakunin y Marx—está llena de pequeñas disputas. ¿Cuál es la clave para tratar de evitarlas? No soy el más indicado para hablar porque yo no lo he conseguido. Sí creo que tiene que haber un proyecto básico que debe ser capaz de resumirse en cinco o diez puntos en los que se esté de acuerdo y en una forma de organizarse.
"A mí no me importa que el FA no se declare de izquierda, lo que está claro es que la hegemonía de la conducción del FA sí la tiene la izquierda"
—Pero con el actual FA se parte de un problema: no se declaran como una coalición de izquierda...
—Claro, el FA no es por definición un partido de izquierda. A mí no me importa que el FA no se declare de izquierda lo que está claro es que la hegemonía de la conducción del FA sí la tiene la izquierda.
— ¿Es Chile un país culturalmente de izquierda?
—No, no lo es. Para nada. Chile deja mucho que desear para ser una cultura de avanzada, libertaria. Usted ve lo que pasó con el aborto en sus tres causales. Chile tiene una democracia limitada. Existen elementos de machismo muy fuertes, de xenofobia. No hay que olvidar algo: en el plebiscito Pinochet sacó el 44% de los votos.
Arrate reflexiona sobre sus memorias. No es fácil recordar. Confiesa que la política genera relaciones, pero tiene costos. A veces los amigos se distancian por razones políticas, pero también personales. Y él sabe de aquello. Pasó por el PS, luego muy brevemente por el PC, para romper finalmente con la ex Concertación. Buscaba la unidad de la izquierda que intentó dándose cabezazo tras cabezazo en la pared. En el lanzamiento de su libro autobiográfico la sala está repleta, pero se extrañan conocidos concertacionistas. Sí están muchos jóvenes y amigos de la vida del político y escritor. Se emociona al recordar los que murieron en la lucha. Muchos ya no están —dice— por la pasión que se tenía por la política. Para Arrate resultaba inconcebible que a un ser humano no le interesara la política. Hoy piensa que la vida también puede tener sentido para un deportista, un pintor, o para cualquier persona. De hecho, una de las preocupaciones de esta semana es que el viernes parte a EE.UU. y se perderá el clásico del domingo. “Azul” de corazón, espera que su equipo rompa el maleficio de 16 años sin ganar en el Monumental. Hoy es capaz de ver más allá de la política.