Hace dos semanas, la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe (JVR), enfrentó a Jaime Bellolio. Con su estilo directo, lo increpó por las recurrentes críticas públicas del diputado a la conformación de la lista parlamentaria del gremialismo. Esto, en medio de la durísima negociación en que estaba la dirigenta con los demás partidos de la coalición.
Bellolio le contestó lo que, días después, planteó públicamente. A su parecer, el primer requisito para ser candidato era ser cercano a la directiva (a ella) y que no existían criterios objetivos para designar a los postulantes. La “Coca” se defendió, pero la conversación no llegó a un acuerdo.
El complejo engranaje de la lista parlamentaria se convirtió, esta vez, en un nuevo round entre la titular de la UDI y quien fuera su competidor en la elección interna de 2016. A poco más de seis meses, la primera mesa democráticamente electa en ese partido —con un resultado de 62% contra 38%— no ha logrado superar la rivalidad con el sector que encabeza Bellolio. Este incluso aseguró que ha pensado en renunciar.
Fue una dura campaña la que enfrentó a ambos parlamentarios el 2016. Bellolio apostó a una opción “de futuro”, dijo que estaba en juego “el debate de los próximos 20 años que tendremos que disputar con la nueva izquierda”, e invitó a revisar el apoyo que hasta hoy la UDI mantiene hacia el régimen de Augusto Pinochet. La ex intendenta, por su parte, apeló al regreso de “la UDI de siempre”. “Él (Bellolio) mira mucho a la izquierda y ésa es una diferencia de fondo entre nosotros porque nuestros electores se sienten abandonados”, dijo entonces.
En el partido afirman que Bellolio erró al optar por la estrategia de plantear una revisión de los principios fundacionales de la UDI, mientras la “Coca” logró apoyos clave. Los principales, los de los cuatro “coroneles”: Jovino Novoa, Pablo Longueira, Juan Antonio Coloma y Andrés Chadwick. Los cuatro fundadores del partido que habían determinado su rumbo desde siempre.
Las heridas quedaron abiertas después de aquella elección interna. No son pocos dentro del gremialismo los que afirman que el partido está “desmembrado”. Y agregan que, una vez en el poder, la senadora por Concepción intentó desarticular a la disidencia interna para comenzar a tender lazos con los diputados (entre quienes tiene más oposición). En la directiva cuentan que, buscando eso, es común que Van Rysselberghe vaya a almorzar al comedor de la bancada las semanas de Congreso en Valparaíso.
Las divergencias al interior de la UDI—partido de tradición monolítica y jerárquica— no son recientes. La existencia de un oficialismo y una oposición empezó en 2008, cuando este grupo vivió su primera elección competitiva. Esa vez se enfrentó el senador Coloma con el diputado José Antonio Kast, quien defendió un “recambio generacional” y criticó la pérdida de la identidad y vocación popular de la tienda. Kast perdió y esa misma elección se repitió dos años después. En lo sucesivo, las distintas directivas intentaron integrar a la disidencia, que siempre buscó abrir espacios a las nuevas generaciones. Esta jamás ha conseguido el poder suficiente como para dirigir a la UDI. El kastismo, el sector más conservador del partido, producía anticuerpos en muchos de los dirigentes oficialistas. Estos no dudaron en llevar candidatos más liberales o que marcaran más en las encuestas en lugar de pasarlos por un cedazo ideológico.
La exigencia de esto último, por parte de Kast y los suyos, provocó que en el partido los apodaran como “los iluminados”.
El problema se mantuvo en un stand by, pero un quiebre relevante vino en mayo de 2016, cuando el propio Kast renunció al partido alegando que “no puede ser que siempre las mismas personas tomen las decisiones”.
La elección interna que se realizó ese año volvió a poner este tema sobre el tapete.
El mar de fondo
“Hasta 2016 había un proceso normal y razonable de lucha de poder y disputa entre personas que piensan parecido”, dice un diputado que participó en una directiva reciente. “Probablemente (la distancia) se acentuó por la radicalidad del estilo de los dos (Van Rysselberghe y Bellolio), que son mucho más explícitos en tirar el mantel”, agrega.
Mientras los partidarios del diputado acusan que la senadora cultiva una “mirada de lotes”, quienes están con la ex intendenta afirman que sus contrincantes tienen una “actitud voraz, que poco respeta la institucionalidad del partido”.
Como mar de fondo, el diputado explica: “Tenemos distintas visiones sobre los cambios que se han producido en el país. En la campaña, ellos negaron la amenaza política del Frente Amplio, que está poniendo los temas de futuro”. Continúa: “Hablaban (JVR) de “la UDI de siempre y de todos”, cosa que no es así. En vez de acoger las miradas distintas, se cierran las puertas”. En la mesa, por su parte, achacan que Bellolio “nunca aceptó que perdió” y que, en las críticas más duras y en su amenaza de renuncia, no lo acompañan quienes lo apoyaron en la interna.
El round a partir de la lista parlamentaria mostró, nuevamente, la divergencia que existe. “Pedimos que nos dijeran los criterios objetivos para elegir a los postulantes, pero nunca los vimos”, alegan en la disidencia.
Las divergencias al interior de la UDI —partido de tradición monolítica y jerárquica— no son recientes. La existencia de un oficialismo y una oposición empezó en 2008.
En la mesa de JVR desvirtúan este reclamo y plantean que en distritos clave, como el 11 (Vitacura-Las Condes-La Reina), dos de los tres candidatos a diputado son cercanos a Bellolio: el vicepresidente Guillermo Ramírez y la ex candidata a alcaldesa Bárbara Soto. El tercero es Pablo Terrazas, actual secretario general y mano derecha de la “Coca”.
“Yo no estoy abogando por que mis amigos sean candidatos. Lo que pedíamos era llevar a los mejores, a los que tienen más mérito”, responde Bellolio. Uno de los casos principales fue el del ex jefe de gabinete de la Municipalidad de La Florida, Rafael Izquierdo, quien fue descartado de la lista luego de que el alcalde Rodolfo Carter apoyara a su hermano Álvaro como candidato a diputado. La decisión, incluso, detonó la renuncia a la UDI del ex diputado y ex embajador, Darío Paya.
Los detractores de la mesa plantean que, por casualidad o no, los perjudicados fueron simpatizantes de Bellolio, lo que le quitaría fuerza interna. Pero en la mesa descartan esa tesis y afirman que las decisiones fueron tomadas por el comité electoral “que representa a todas las sensibilidades, y aprobadas por la comisión política”. Otros optan por poner paños fríos. “No conozco negociación parlamentaria donde no queden heridos. Lo importante es que sean decisiones producto de razones fundamentadas”, argumenta el ex timonel Patricio Melero.
En varios sectores de la UDI sostienen que Van Rysselberghe se aseguró un “liderazgo sin contrapesos” en el partido. Su tendencia a tomar decisiones de forma individualista, “propio de su experiencia como alcaldesa e intendenta”, sería una de las causas. Además, varios de sus dichos ante temas contingentes generan incomodidad en la tienda. Esta semana, por ejemplo, planteó, tras la aprobación de la despenalización del aborto: “Vamos a ver que no sea la fiesta de los violadores”.
Los más cercanos a la “Coca” son el senador Víctor Pérez, el ex alcalde Gonzalo Cornejo —que también trabaja en la Municipalidad de Providencia— y Terrazas. El senador Coloma, uno de sus principales impulsores, se ha mantenido más alejado del día a día por estar dedicado a su reelección en el Maule. Y con el ex timonel Hernán Larraín tiene una relación distante. Una expresión fue la definición de quién llevaría adelante el requerimiento de los senadores de Chile Vamos ante el Tribunal Constitucional por el proyecto del aborto (3 causales). La senadora ganó la pasada.
Con todo, el secretario general de la UDI, Pablo Terrazas, descarta que haya una rivalidad con Bellolio y su sector. “El tiempo va a ayudar a subsanar las diferencias que existen, pero tenemos que seguir haciendo esfuerzos todos y nunca renunciar al diálogo”, afirma. Y se guarda una última carta: “El peor daño que se hace es ventilar las legítimas diferencias por la prensa. Lo único que puede debilitar a la UDI son las peleas internas. Por eso es importante trabajar por la unidad”.
Un congreso doctrinario
“Seamos honestos. Hoy estamos acá porque la ley nos obliga, no porque haya un ánimo imperante por debatir ideas, por escucharnos”. El discurso que Bellolio dio en el último consejo general de la UDI, hace un par de semanas, fue duro. “¿Qué estamos haciendo hoy para ofrecer un proyecto de país? No basta con renovar el logo para pretender sintonizar con los chilenos. Hacen falta ideas”. El coronel Coloma (senador) fue quien respondió a Bellolio. Lo contradijo, afirmando que la UDI sí había instalado nuevos temas en el debate y destacó la clara postura del partido en el aborto y la identidad de género.
En la mesa achacan que Bellolio “nunca aceptó que perdió” y que en las críticas más duras y su amenaza de renuncia no lo acompañan quienes lo apoyaron en la interna.
El diagnóstico del diputado disidente es compartido por otros parlamentarios, aunque cambian los énfasis. “El perfilamiento de nuestras ideas es un tema que está pendiente desde hace una década. Todas las directivas hemos hecho un esfuerzo por adecuarnos a los cambios que la sociedad exige, pero probablemente la contingencia ha hecho que ello no exista”, dice Patricio Melero.
En la mesa pretenden recoger el guante y anticipan que convocarán a un congreso doctrinario una vez pasada la elección parlamentaria y presidencial, “para recoger las propuestas e ideas de un proyecto fortalecido”, señala Terrazas. En la mesa asumen que hay cosas que mejorar: “Reencantar a la gente joven, retomar el trabajo universitario y volver a ser la UDI popular”, dice una alta fuente. Pero hay quienes creen que se va a llegar tarde para influir en el programa de un eventual gobierno de Sebastián Piñera. Varios parlamentarios han optado por acercarse al comando para plantear desde adentro los énfasis del partido.
Detrás de este clamor está el “trauma” de emular el ciclo de decadencia de la Democracia Cristiana, “donde mande el sindicato de parlamentarios, pero sin proyecto político”, afirma otro diputado.
Pero antes, la directiva pretende aplacar las críticas internas con una reunión entre Bellolio y Terrazas, el secretario general, que sería la próxima semana.