El lunes, Beatriz Sánchez presentó al equipo político con el que, dijo, buscará iniciar una nueva etapa en su campaña. Esto, claro, antes de saber que este miércoles pasó, por primera vez, a Alejandro Guillier en la encuesta Adimark, alcanzando un 17%. En la foto de ese día aparecían su jefe de campaña Sebastián Depolo; además de Giorgio Jackson, Gabriel Boric y Jorge Sharp, y representantes de los otros partidos que componen el Frente Amplio, como el Partido Humanista y la Izquierda Autónoma. Pero faltaba una de las cuatro figuras centrales del grupo: el liberal igualitario Vlado Mirosevic (30) que, desde el Partido Liberal, busca entrar al debate con ideas similares a las que están proponiendo Justin Trudeau en Canadá o Emmanuel Macron en Francia.
—No alcancé a estar porque venía llegando de la semana distrital en Arica. No he dormido nada. Estuve lleno de actividades. La última fue un almuerzo con el alcalde que duró como siete horas. Todavía no parte la campaña para la reelección y ya estoy cansado —dice el primo de Milovan Mirosevic, símbolo del equipo de fútbol de la UC, sentado en uno de los jardines del ex Congreso.
—¿Aún se sienten los momios del Frente Amplio?
—Lo dije con ironía, dentro del Frente Amplio somos claramente el partido de centro y eso nos pone como aquel que busca transformaciones razonables.
“La economía no es un monopolio de la derecha. Es como que ellos tuvieran la autoridad en esa materia. Hay que disputarles ese terreno. Hay que disputárselo a Piñera”.
—¿Les costó, como Partido Liberal, tomar la decisión de integrar esta coalición donde conviven con movimientos diversos entre sí?
—No tanto, porque teníamos una definición previa: no íbamos a entrar ni a la Nueva Mayoría ni a Chile Vamos. La opción siempre fue construir una coalición de tercera vía. El debate que hemos tenido al interior es sobre qué es realmente el Frente Amplio. Esa respuesta no está: cómo la historia va a ver al Frente Amplio.
—Cuando se funda, en enero, no se define como un movimiento de izquierda, lo que llamó mucho la atención. ¿Tuvo injerencia el Partido Liberal en esa decisión?
—Sí, tuvo injerencia en decir que hay sectores de centro reformista en el país que miran con interés una tercera coalición. No es el centro político al cual hemos estado acostumbrados con la DC, que es un centro confesional. Esto es un centro laico, reformista, que quiere cambios, no el statu quo. Tuvimos injerencia en decir: si esto será repetir la experiencia de Juntos Podemos, no vamos a participar de eso.
—¿La polémica frase de la candidata sobre el Estado y Salvador Allende en revista Paula fue un intento de guiño hacia el centro político?
—Yo creo que sí, y Beatriz ha hecho muchos guiños, más allá de los límites tradicionales de la izquierda. De hecho, su candidatura ya cruzó esa frontera y las encuestas lo demuestran. Beatriz tiene absoluta claridad, y lo hemos conversado en privado, de que la agenda pro crecimiento, de emprendimiento, es la mejor manera de combatir la concentración de la riqueza. Es una agenda que ella va a abrazar. Hay que disputar esta idea de que la economía es algo sólo de empresas concentradas y coludidas.
—Pero en un debate contra Piñera está la tentación de demonizar al empresariado.
—No creo, lo que debiese hacer Beatriz en ese caso es decir que la derecha chilena representa sólo un mercado concentrado, donde les importa poco la libre competencia, y donde lo que hacen es defender empresas en particular, no al mercado. No defienden la libre competencia, que existan barreras más bajas para los pequeños emprendedores. La derecha defiende a los oligopolios y tiene un programa para eso. Yo lo veo en el Congreso.
—¿En qué lo has visto?
—En la defensa de las isapres, de las AFP. No veo en las leyes de libre competencia una vocación auténtica por democratizar el mercado. Creemos profundamente en el mercado, pero la diferencia es que lo hacemos en mercado de verdad: transparente, competitivo, y desconcentrado. La economía no es un monopolio de la derecha. Es como que ellos tuvieran la autoridad en esa materia. Hay que disputarles ese terreno. Hay que disputárselo a Piñera.
En la medida de lo posible
—Luego de la primaria, sacaron un documento donde hablaban de buscar gradualidad en las reformas. Avanzar sin poner en riesgo el desarrollo.
—Lo primero que tiene que tener el programa de Beatriz es responsabilidad fiscal. No queremos llevar a la quiebra a Chile. Eso es un mito, por lo menos desde la concepción de los liberales.
—¿Hay consenso respecto a eso en el Frente Amplio o hay movimientos que buscan avanzar sin transar?
—Puede ser. Yo veo en Beatriz transformaciones razonables. Por eso todas las caricaturas sobre los líderes populistas de América Latina que vinculan al Frente Amplio son completamente injustas. Yo creo que, primero, el mundo no partió con nosotros, hay que imprimirle al Frente Amplio humildad, capacidad de aprender.
—¿Crees que han sido arrogantes?
—Es que cuando hay un quiebre histórico naturalmente hay un relato de ruptura con lo anterior. Legítimo y necesario. Porque estas dos coaliciones tienen a este país frenado. Las dos coaliciones son incapaces de ofrecerle un país a Chile. Con las peleas que tienen al interior, con los intereses que tienen, con una miopía aprendida, cero capacidad de ofrecer un futuro a Chile. El Frente Amplio tiene que tener más humildad, pero eso no significa renunciar a los cambios que queremos hacer.
—¿Pero qué país propone el Frente Amplio? Al ser consultada la candidata, dice que el programa se construirá con la gente. No hay claridad.
—Pero hay líneas orientadoras. Creo que la hoja de ruta de Beatriz habla bastante bien de eso. Que lo elija la gente... Más que lo elija, que lo haga la gente, porque este programa ha sido participativo. Participativo y técnico. Porque hay una parte técnica que está viendo cómo se financia, qué es posible, qué no.
—Hay una crítica al duopolio, pero tampoco está claro el proyecto país que ofrece el Frente Amplio.
—No es que no lo estemos ofreciendo, es que estamos en un proceso de construcción del programa. Te aseguro que Beatriz Sánchez será la candidata que ofrezca más ideas al país. Porque es una vocación auténtica de este grupo. No hay que tener la arrogancia de decir que tenemos todas las respuestas. Lo que sí tenemos son preguntas legítimas y urgentes para el país. Y me da la impresión de que ofreceremos soluciones alternativas fuera de los esquemas tradicionales. Somos hijos de un país que está luchando por ser más moderno.
—¿Cómo sería ese país moderno?
—Hay consenso en la necesidad de profundizar la democracia. Una auténtica soberanía de las mayorías con respeto a las minoría, no una democracia tutelada donde seguimos con la Constitución de Pinochet, escrita en dictadura. De avance de los derechos sociales. Una nueva ética de lo que significa el mercado.
—Dicen que es el momento de plantearse en serio pasar a segunda vuelta. ¿No lo hicieron desde un principio?
—Era una exploración, pero los resultados han sido extraordinarios. Las encuestas así lo demuestran y creo que son los resultados de una campaña creativa, lúcida y de mucho sentido común, que creo que es el gran valor de Beatriz Sánchez, ponerle mucho sentido común. Y lo mejor está por venir. Estamos a meses de las elecciones y, en la práctica, toda la campaña de primarias fue montada al andar, pero ahora viene la etapa de hacer una campaña mucho más seria.
—¿Cómo se da ese paso?
—Con orgánica. Con equipos técnicos, mayor despliegue en regiones. Se hace con ruptura, pero también con responsabilidad. Comparto con Sharp que no es necesario escupir a la Nueva Mayoría. Está claro que con sus líderes no queremos hacer nada, pero tiene sentido que la gente que habita ese espacio cultural termine votando por una nueva opción. El Frente Amplio tiene meses de vida, está en construcción.
—Al ser tan nuevos, las caras más conocidas son las representativas. Se han criticado los personalismos en la campaña, particularmente de Boric y Jackson.
—Giorgio y Gabriel son gente bien inspirada, noble. No veo en ellos una capacidad o ganas de abarcarlo todo. Sería injusto decir eso. Yo creo, más bien, que ellos han puesto su capital político al servicio de esta cuestión más colectiva. No los veo acabronándose con el poder. Al revés, construir el Frente Amplio es un gesto de construcción de una orgánica, de distribución del poder. El mismo hecho de que la gente haga el programa. Sería injusto decir que ellos han acaparado.
—¿Hay una preocupación de que se izquierdice el programa?
—Nosotros levantamos la alerta hace un tiempo con respecto de que Beatriz no está obligada a abrazar el programa de Mayol. Me da la impresión de que no habrá una izquierdización de la campaña. Hemos hecho un intento permanente de eso, de hablarle a un mundo de centro, reformista, laico, regionalista. La franja de Beatriz Sánchez apuntó a eso, era muy transversal.
—Hablamos de reformas graduales. ¿Terminarás siendo el rostro de “la medida de lo posible” en el Frente Amplio?
—No vamos a caer en la arrogancia de creer que el mundo partió con nosotros, pero tampoco renunciar a los cambios que queremos. Estoy dispuesto a cumplir un rol: no sé si de la medida de lo posible, pero sí de las medidas razonables.