Martes 13 de marzo. Son las diez y media de la mañana y en la puerta principal del Congreso, en Valparaíso, hay más trajín de lo habitual. Es el día del debut.
Hoy no sólo se inician los nuevos parlamentarios —155 diputados y 43 senadores. Es, también, el estreno de Gonzalo Blumel (39) como ministro Secretario General de la Presidencia ante el Parlamento.
Periodistas y asesores lo esperan. 10:34 y Blumel se baja del auto. Mochila al hombro, saluda al subsecretario de su cartera, Claudio Alvarado (UDI), y da sus primeras declaraciones a la prensa. Las palabras “acuerdo”, “diálogo” se escuchan varias veces, y otras tantas más se oirán en los tres puntos de prensa que hará a lo largo del día.
Este martes, una y otra vez Blumel parece sorprendido por la expectación que su figura provoca: es la personificación del gobierno entrante de Sebastián Piñera, la cabeza de su programa, discípulo del ex ministro Cristián Larroulet y —se especula— uno de los regalones y de las principales apuestas del presidente, con quien tiene línea directa. Está en Valparaíso, además, tanteando terreno para los acuerdos en cinco temas que el propio Piñera propuso la noche del domingo: infancia, seguridad, Araucanía, desarrollo y salud.
“Al presidente le acomodó mucho la forma de trabajar de Gonzalo y él se adaptó bien a la jefatura del presidente”, afirma Juan Francisco Galli, subsecretario de FF.AA.
Pero el escenario no es el mejor. Con minoría en ambas cámaras, el gobierno cuenta además con contrincantes duros a la cabeza de comisiones relevantes, como Hugo Gutiérrez (PC) en Constitución o Pamela Jiles (PH) —que temprano despotricó contra los blumelovers que pretenden conversar con el gobierno— en Familia. A ello se suma el fallo del Tribunal Constitucional sobre la ley de Educación Superior aprobada a fines del cuatrienio de Bachelet, que puede prender las relaciones entre el nuevo oficialismo y la oposición, y que se conocería en el transcurso de esta semana.
Blumel ve, escucha y anota en su agenda amarilla. Su paso por los pasillos del Congreso deja huellas respecto de su estilo , sus desafíos, y también de las interrogantes que rodean su cargo. En varios parlamentarios generan dudas la juventud del ministro y los pocos años de oficio político.
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Domingo 11 de marzo. Cinco de la tarde en el Palacio de La Moneda. Blumel se reúne con su equipo más cercano en la sala de reuniones adjunta a su oficina. Viene del cambio de mando en Valparaíso, y se junta con quienes serán sus colaboradores más cercanos.
Ahí están el subsecretario Alvarado, Máximo Pavez (UDI, jefe de la División de Relaciones Políticas e Institucionales), Fernanda Garcés (jefa de la División Jurídica), Roberto Munita (RN, jefe de la División de Estudios), Nicolás Duhalde (RN, jefe legislativo), entre otros. Blumel toma la palabra y, en una breve arenga, les pide trabajar en equipo y tener por delante el programa de gobierno.
¿Cómo trabaja Blumel? Quienes han compartido labores con él no se ahorran los adjetivos positivos. “Gonzalo técnicamente es muy preparado y riguroso para trabajar. Maneja bien las cifras, prepara buenos informes. Eso sumado a su sencillez y empatía lo hacen bueno para trabajar en equipo”, afirma Andrés Sotomayor, ex coordinador del área legislativa de la Segpres.
Muchos ven en Blumel el ascendiente de Larroulet, quien lo formó en el ámbito de las políticas públicas mientras era investigador del Instituto Libertad y Desarrollo. “Es muy horizontal, y en eso se parecen”, dice Sotomayor. Otro ex compañero de trabajo afirma que el apego a los datos es uno de los rasgos que comparten. Y que esto último es uno de los motivos por los que enganchó con Piñera, quien al término de su primer gobierno lo nombró director ejecutivo de la Fundación Avanza Chile.
“Al presidente le acomodó mucho la forma de trabajar de Gonzalo y él se adaptó bien a la jefatura del presidente”, afirma Juan Francisco Galli, subsecretario de FF.AA., quien integró la institución. “Blumel combina dos cosas buenas: una relación personal cercana con todo, y que se mete en lo programático, tiene autoridad para discutir en los temas de fondo. Con el presidente conectaron muy bien desde el principio. Gonzalo siempre tiene buena información, oportuna, y eso el presidente siempre lo agradece”, agrega.
Un ex colaborador del Segundo Piso recuerda cómo el ahora ministro manejó la situación cuando reemplazó a la abogada María Luisa Brahm en marzo de 2013. “Fue respetuoso de las personas y los espacios que se habían generado. Podría haber ido con la idea de cortar cabezas, pero no ejerció su poder y autoridad de esa manera”, relata. “Dio espacios y adecuó su visión a los roles establecidos”, agrega. Para este profesional, que hoy la abogada Fernanda Garcés —discípula de Brahm— sea parte de la Segpres es una demostración de ello.
A Blumel también, dicen sus ex compañeros, le gusta mucho la política, pero parlamentarios de Chile Vamos y la oposición destacan que no cuenta con mucha experiencia política, y que ello podría sentirse ante un Congreso adverso. Alvarado sale al paso: “El tiene la capacidad de relacionarse con todos. Tiene muchas habilidades blandas, políticas, y con el tiempo eso se va perfeccionando. Le va a ir bien porque es empático, y cuando uno genera eso, hay disposición de la contraparte a dialogar”.
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Martes. 13.25 y el ministro entra en el comedor de los diputados de RN. La sala está llena y los fotógrafos lo siguen hasta adentro. Será la primera de las dos veces que almorzará este día. La segunda será con los senadores de la UDI, en el piso 14 del Congreso.
Los parlamentarios lo esperan con una advertencia: no quieren repetir la falta de coordinación que hubo con el anterior gobierno de Piñera. “Era paupérrima”, recuerda una diputada. Algo parecido a lo que le plantean los senadores gremialistas. Ahora los partidos quieren ser actores, participar en la gestión de los eventuales acuerdos. Y exigen que se concuerde primero con ellos cualquier iniciativa legislativa. Blumel acuerda con RN, UDI y Evópoli reunirse todos los lunes a las 12 del día.
Es lo que pretendían decirle al propio Piñera el jueves en Cerro Castillo (al cierre de esta edición, ello aún no ocurría). Ahí, los tres ministros políticos —Blumel, Andrés Chadwick y Cecilia Pérez— expondrían las prioridades políticas, programáticas y comunicacionales del gobierno. Los partidos, en tanto, plantearían qué tipo de relación esperan tener con La Moneda.
“El gobierno la tiene más fácil porque cuenta con negociadores como Chadwick y Larroulet, y Cecilia Pérez puede blindar a cualquiera”, dice un ex miembro del Segundo Piso.
El ministro, cuentan los diputados y, más tarde, los senadores, intenta tranquilizarlos. En su equipo afirman que les manifiesta que los partidos son “fundamentales, indispensables”, que “queremos que los jefes de bancada tengan un rol en la discusión prelegislativa”, y que su compromiso es “siempre partir discutiendo con los propios, y de ahí con la oposición”. Afirman que siempre repite que el objetivo es tener “una relación fluida” aunque “no siempre estaremos de acuerdo en todo”.
Blumel pretende reunirse con todas las bancadas. El miércoles lo hizo con la UDI y Evópoli. La próxima semana lo hará con la DC y está coordinando una con los diputados del Frente Amplio.
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18 horas. Blumel entra a la oficina del presidente del Senado, Carlos Montes (PS). Antes se reunió con la titular de los diputados, Maya Fernández (PS), para luego ir a la Cámara Alta y prácticamente saludar uno por uno a los senadores que sesionaban en la sala. “Cuando él viene, se nota que viene Piñera”, dice un colaborador suyo.
El ex miembro del Segundo Piso recalca que Blumel llega a una Segpres inserta en un gabinete muy distinto al de 2010, y que ello le puede jugar a favor o en contra. “El gobierno la tiene más fácil porque cuenta con grandes negociadores, como Chadwick y Larroulet, y Cecilia Pérez puede salir a blindar a cualquiera. Hay que ver qué capacidad tiene Blumel de hacer su pega con total libertad respecto del rol que Cristián (Larroulet) ejerza”, explica.
Según él, el ministro tiene un componente a su favor. “En La Moneda tienen éxito quienes van a trabajar y no se meten en otras parcelas. El que busca aumentar su poder, termina quemado siempre”, describe.
Blumel ha transmitido a su equipo que la Segpres “no es un ministerio para lucirse”.
El senador Montes sale de la reunión y el ministro corre a su último encuentro: un café con el RN Andrés Allamand.
“Muchos dicen que (Blumel) no tiene la capacidad de cortar el queque, pero depende mucho de cómo se desarrollen las cosas. Tengo la impresión de que este gobierno no va a hacer del Parlamento un lugar tan central, entonces probablemente él no va a tener todo el peso que algunos le quieren dar”, dice el titular del Senado. Varios parlamentarios se preguntan si Piñera comenzará su periodo soltando la mano, algo que —recuerda un ex miembro de la Segpres— tardó en llegar en el gobierno pasado.
“A él se lo valora positivamente en términos de diálogo, pero falta todavía”, agrega Montes, remarcando que están a la espera del contenido de las indicaciones que el Ejecutivo enviará a una serie de proyectos en trámite. En el equipo de la Segpres afirman que en las próximas semanas se pretende presentar las “bases de acuerdos” con Chile Vamos y la oposición para luego generar una hoja de ruta.
Francisco Chahuán, senador RN, tira líneas sobre la vara con que será medido el ministro. “Es una persona respetada, que va a generar puentes con la oposición, que tiene capacidad de escuchar a toda la coalición. Hasta ahora ha demostrado capacidad de escucha, y eso es muy importante. Él va a ser medido por cuánto se avance en los 100 primeros días de gobierno en la agenda legislativa. Esto va a marcar el pulso del gobierno”, afirma.
Pero en La Moneda no comparten del todo esa premura. “No hemos hecho un compromiso explícito para los 100 días porque eso conspira en contra de la construcción de acuerdos”, afirman en la Segpres.