Hace unos meses, la artista y documentalista chilena Andrea Wolf no tenía idea de dónde iba a sacar dinero para financiar su tesis de posgrado en la New York University. Necesitaba comprar ocho modernos proyectores para montar las instalaciones visuales de su exposición Little Memories, y para ello requería no menos de US$2.500. Que un montón de desconocidos entusiasmados con su propuesta fueran a juntar el dinero y a entregárselo de sus propios bolsillos, parecía en ese momento una idea, a lo menos, improbable.
Entonces oyó hablar del crowdfunding (también referido como crowfunding), un nuevo modelo de mecenazgo virtual multitudinario a través del cual varios de sus compañeros habían financiado sus trabajos. La idea, que a sus amigos norteamericanos les parecía muy natural, a ella le sonaba un tanto utópica: accedes a un sitio web, explicas tu proyecto, estableces una fecha límite para recaudar cierta cantidad de dinero, ofreces algunos incentivos no monetarios a cambio de las contribuciones y esperas que empiecen las donaciones.
Con pocas esperanzas al respecto, se hizo una cuenta en Kickstarter, la página más popular del rubro, y subió un video promocionando Little Memories. Pidió US$ 2.500 dólares, y a cambio prometió algunas retribuciones, desde una tarjeta postal para quienes donaran diez dólares, hasta una pieza de la exposición si alguien aportaba US$1.500. En tan sólo un par de meses, no sólo recibió una donación por ese monto -provenía, nada menos, que de Chad Hurley, uno de los cofundadores de YouTube- sino que logró recaudar un total de US$ 3.373. No lo podía creer. "A mí jamás se me pasó por la mente que alguien fuera a donar 1.500 dólares. Hice el intento por las dudas y resultó. Ahí te das cuenta de que hay muchísima gente revisando estas páginas y aportando para distintos proyectos", señala.
El boom del crowdfunding en EE.UU., desde la aparición de la pionera IndieGoGo en 2008, hasta el éxito actual de páginas como Kickstarter y RocketHub, se ha transformado rápidamente en la ruta de financiamiento favorita de los creadores independientes. Libros, películas, campañas solidarias, productos tecnológicos; la cantidad de proyectos que buscan seducir a la masa de donantes virtuales aumenta vertiginosamente, así como el creciente gusto de personas anónimas por transformarse en mecenas por unos cuantos dólares. Sólo en el caso de Kickstarter, en menos de dos años, 400 mil personas han donado un total de US$ 35 millones, y hoy son 80 las nuevas iniciativas que se inscriben diariamente y un millón de dólares son recaudados cada semana.
¿Qué ganan los sitios? Un porcentaje de los donativos. Por ejemplo, Kickstarter se lleva un 5% del total que se recaude, mientras que IndieGoGo se queda con el 4%, aun cuando sus condiciones son distintas.
Patos con pesos chilenos
El cineasta Omar Zúñiga fue el primer chileno en financiarse a través de este modelo. En octubre de 2010 logró recaudar a través de Kickstarter los US$ 5.000 que necesitaba para realizar su cortometraje The duck's migration. Alumno de la NYU, al igual que Andrea, Omar no tenía otra manera de recaudar los fondos que necesitaba, que mediante este sistema de donaciones en red, del cual había oído hablar en el circuito cinematográfico independiente en el que se mueve en EE.UU. Necesitaba filmar un corto para poder pasar al último año de su máster en Cine, y con el dinero de su beca, a duras penas le alcanzaba para mantenerse. Apenas colgó el proyecto en la página, empezó a difundir el link de donación en las redes sociales (Facebook, Twitter, Vimeo), y envió una serie de mails a sus conocidos en Chile, explicando de qué se trataba el crowdfunding y cómo podían ayudarlo.
La respuesta fue rotunda. De los 65 backers o donantes que se registraron para apoyar su proyecto, la mayor parte eran chilenos. Figuras como Pablo Simonetti y Alberto Fuguet fueron parte de los donantes. Además, se encargaron de promocionarlo en sus sitios webs y círculos sociales. "Fue notable lo que pasó, porque aun siendo un sistema desconocido allá, la mayor parte de las donaciones fueron de compatriotas desconocidos que quisieron apoyarme", asegura.
Todos para uno
Los dos titanes
El fondo es el mismo, pero los separan unos cuantos detalles de forma. IndieGoGo y Kickstarter son los dos monstruos del mercado y están constantemente tratando de diferenciarse entre sí. Si el primero dio el puntapié inicial, el segundo lo llevó a una nueva dimensión de popularidad. Si Kickstarter fue elegido el año pasado entre las 50 mejores invenciones por la revista Time, IndieGoGo fue candidato a Mejor Sitio Comunitario en los Webby Awards 2010, la máxima distinción del mundo web.
La mayor diferencia entre ambas páginas son las condiciones para quedarse con los recursos. En Kickstarter es necesario alcanzar totalmente el monto solicitado -en un plazo que va entre 30 y 90 días- para quedarse con el dinero. Si al cumplirse la fecha no se recauda el 100% -o más-, el capital no es cobrado a los mecenas. Nadie gana ni pierde nada. Así, se protege el interés del donante, dándole la seguridad de que sólo aportará a un proyecto que pueda ser realizado. En IndieGoGo, en cambio, el dinero depositado a través de PayPal es recibido inmediatamente por el artista que lo solicita, quedándose la página con el 4% en caso de que se recaude el total de lo pedido. En caso de no llegar a la meta, se cobra un 5% extra.
Aun cuando Kickstarter es la más exitosa en EE.UU., IndieGoGo ha sabido ampliarse a nivel global. La facilidad para pagar en PayPal con cualquier tarjeta de crédito permite que la pionera tenga miembros en 173 países, mientras que en Kickstarter es necesario tener una cuenta de Amazon en EE.UU. para poder recibir el dinero. Además, Kickstarter establece mayores barreras: mediante preguntas a los postulantes, se analiza la trayectoria de los solicitantes y la viabilidad de los proyectos. En IndieGoGo, que se jacta de haber participado en 25 mil iniciativas, todos los proyectos son aceptados: el sitio cuenta con un algoritmo capaz de medir el nivel de popularidad del proyecto en las redes sociales y en la propia página, para determinar su visibilidad.
Para Slava Rubin, fundador y CEO de IndieGoGo, la idea central del crowdfunding tiene que ver con la democratización del mecenazgo. "Buscamos permitirle a cualquier persona en el mundo conseguir más dinero, proveniente de más gente y en menos tiempo que de cualquier otra forma. Creemos que las oportunidades de financiamiento no deben estar dictadas sólo por millonarios, bancos o corporaciones, sino también por la mayoría".
El reloj del récord
El sistema alcanzó su peak de popularidad en 2010, cuando el proyecto Diaspora, un competidor de Facebook en que los datos de los usuarios son privados, logró recaudar US$ 200 mil en Kickstarter, recibiendo aportes del propio Mark Zuckerberg. Hoy, el boom de este tipo de plataformas es tal que algunos expertos comienzan a especular con su potencial para testear productos, antes de lanzarlos al mercado. El crecimiento en dinero recaudado y la diversidad de iniciativas en búsqueda de mecenas 2.0 es tan grande, que existe el caso de un diseñador industrial que recaudó US$941.000 para realizar pulseras de reloj para el iPod nano. En septiembre de 2010, el diseñador Scott Wilson asistió a una charla en la que Steve Jobs mencionó lo ventajoso que sería instalar el nuevo iPod nano en un reloj, como una forma de transportar el reproductor. Wilson tomó la idea y la colgó en Kickstarter, pidiendo US$ 15.000 para financiar el proyecto para crear el "TikTok+LunaTik watchband". Finalmente, recaudó US$ 941.000, batiendo el récord del mecenazgo virtual.
Exportando el modelo
La mayor interrogante sobre el futuro de este modelo es si va a poder ser replicado fuera de Estados Unidos y de su fuerte cultura de inversión. En Chile, ya hay una banda que logró financiar su primer disco de estudio con aportes casi totalmente chilenos a través de Kickstarter, utilizando la cuenta de un conocido en EE.UU. Se trata del grupo indie rock Protistas, quienes recaudaron este mes los US$ 3.000 que habían pedido, ofreciendo desde poleras, hasta pases especiales a futuros shows y conciertos en el patio de la casa del donante.
Sin embargo, pese a los resultados, estos músicos no están seguros de que el modelo pueda tomar fuerza en nuestro país. "Nos llegaron comentarios que enfocaban el tema como si estuvieras pidiendo limosna, y eso no es así, es un sistema de mecenazgo en que la gente te apoya porque le gusta lo que haces", dice Álvaro Solar, el compositor del grupo.
España ha sido el primer país en sumarse al movimiento, con la reciente aparición de los sitios Lanzanos y Verkami, que buscan transformarse en la alternativa para todos los países hispanoparlantes. Lanzanos, que está basada en Kickstarter, aunque con elementos de IndieGoGo y otros propios -en ella, es la comunidad de usuarios la que decide qué proyectos merecen participar-, ha capitalizado diez iniciativas en sólo tres meses, alcanzando en una de ellas los 7 mil euros. Para uno de sus fundadores, Ignacio Arriaga, los rápidos resultados de la página demuestran que el modelo es capaz de ser replicado en todo el mundo. "Estamos educando a la gente para que lo vaya conociendo y tomándole el gusto. Con la crisis económica, hay que buscar alternativas, y el crowdfunding es una que funciona. Es rápido, sencillo, y te permite hacer esto que se ha hecho toda la vida: poner dinero para pagar algo entre todos, pero a un nivel bestial".