En algún momento de su carrera, Craig Barrett se paseaba por los países del mundo recibiendo prácticamente honores de Estado. Era el non plus ultra del mayor fabricante de chips del planeta, Intel, y lo que dijera era oído y en general aplaudido. En esa condición vino muchas veces a Chile. En algunas ocasiones lo hizo en silencio, para ir a pescar en los ríos del Sur. Ahora vuelve como figura estelar de la conmemoración de los 35 años de vida de la Fundación Chile.
Barrett está retirado de Intel pero no inactivo: enseña en la Thunderbird School of Global Management de Glendale, Arizona, recorre el mundo hablando sobre tecnología, negocios y educación, y les dedica una importante cantidad de tiempo a sus dos ranchos de Montana. Uno de ellos es un resort de ultralujo llamado Triple Creek Ranch (donde pasar una noche cuesta más de mil dólares). El otro es un rancho ganadero, desde donde recibe el llamado telefónico de Qué Pasa.
Este ingeniero doctorado en Stanford estaba a la cabeza de Intel cuando reventó la burbuja de las puntocom. Dice que estar a cargo de la compañía en ese momento fue muy difícil: "Era un negocio que había crecido mucho y muy rápido, y esta caída repentina obligó a tomar decisiones dramáticas acerca del futuro: ¿debíamos o no despedir personal?, ¿cómo manejábamos el impacto financiero?". De ese período sacó una lección fundamental que se convirtió en una especie de eslogan al interior de Intel: "No se ahorra para salir de una crisis: se invierte". Ésa fue su fórmula para mantener el liderazgo frente a la competencia: seguir invirtiendo sin parar.
Reconoce que la lógica indicaba que debían despedir trabajadores, detener las inversiones y reducir el presupuesto, para bajar el ritmo del negocio y dejar de "gastar" dinero. "Pero nosotros hicimos exactamente lo opuesto: seguimos invirtiendo en investigación y desarrollo, y en nuevas capacidades de producción y eso nos permitió ubicarnos muy por delante de la competencia".
Según él, ésta es una lección que perfectamente sirve para los países: "En los tiempos difíciles, tu futuro estará determinado por tu compromiso de invertir en educación y en investigación y desarrollo: es decir, por tu compromiso de invertir en el futuro. Si dejas de invertir en el futuro durante la crisis, tendrás muchas dificultades para avanzar una vez que la crisis termine".
En su visión, el avance de un país se sostiene sobre tres pilares: educación, inversión en investigación y desarrollo y un clima adecuado que fomente el emprendimiento. "Para ser exitoso en el siglo XXI hay que ser exitoso en la industria del conocimiento. Cómo transformar el conocimiento en una empresa y cómo se la hace exitosa: todos los países enfrentan el mismo problema hoy. Chile tiene muchos recursos naturales, pero el siglo XXI no se trata de los recursos naturales: es el siglo del conocimiento", dice.
Para Barrett, el rol del gobierno es darles a las personas las oportunidades para tener éxito: "Y esas oportunidades requieren buena educación, inversión en nuevas ideas que hagan nacer la siguiente generación de compañías y productos, y asegurarse de construir el ambiente adecuado en términos del sistema impositivo y las regulaciones para el emprendimiento. Esto es absolutamente universal: vale para Chile, para Estados Unidos, para Rusia…".
"Para ser exitoso en el siglo veintiuno hay que ser exitoso en la industria del conocimiento", dice Barrett. "Chile tiene muchos recursos naturales, pero el siglo XXI no se trata de los recursos naturales: es el siglo del conocimiento".
La palabra educación es la esencia de su discurso: toda educación, en todas las áreas y en todos los niveles. "Soy gran fanático de las ciencias y las matemáticas, pero nunca limitaría la educación sólo a esas áreas. Las humanidades y las artes son muy importantes, pero sí creo que todo país debe tener un fundamento muy sólido en ciencias y matemáticas. Tienes que ser capaz de producir buenos ingenieros, buenos científicos y buenos profesionales de la tecnología si quieres ser un país exitoso".
Barrett sabe que es más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, tiene diseñado el camino que recomienda a cada país que visita. Dice que hay que partir por enumerar tres cosas básicas e indispensables. "Lo primero es tener buenos profesores. Eso significa que la docencia tiene que ser considerada una profesión muy atractiva para los jóvenes y que sea elegida por los más capaces, porque ellos lo harán mejor enseñando a la siguiente generación. Lo segundo es tener altísimas expectativas, ser muy ambicioso: hay que compararse con los mejores del mundo, vengan de Finlandia, Corea, China o Estados Unidos. Y, tercero, se necesita tener tensión en el sistema: hay que lograr que todos luchen por ser mejores, con evaluaciones y capacitación que los ayuden a avanzar en su desempeño. Si miras cualquier sistema educacional exitoso encontrarás esos tres elementos".
Para incrementar la inversión en investigación y desarrollo, que en Chile alcanza al 0,7% del PIB (en contraposición a los países de la OCDE, en que alcanza aproximadamente al 2,4%), Barrett pone como ejemplo a Estados Unidos, que apoya a sus mejores universidades para que hagan investigación en ciencias básicas, con aportes directos y también exenciones tributarias para las empresas.
Del tercer pilar propuesto por Barrett se habla poco en estas latitudes: el clima de emprendimiento, es decir, la facilidad con que se puede crear una empresa… y también cerrarla si es que fracasa. "Para iniciar una empresa la regulación tiene que ser simple y directa. Tiene que haber muchas facilidades para mover el capital de riesgo destinado a crear empresa. El Estado tiene que apoyar las nuevas iniciativas, como lo hizo Israel hace algunas décadas: allá el Estado garantizó una rentabilidad mínima a las inversiones de riesgo, la que era entregada incluso si la aventura fallaba", dice.
Claro que el desafío no está sólo en los gobiernos. "Si la sociedad considera, por ejemplo, que fracasar es malo, entonces la gente joven no se atreverá a tomar el riesgo de emprender. Si tienes una sociedad que ve el fracaso no como algo malo, sino como la manera de ganar experiencia, entonces puedes promover el emprendimiento". Es lo que hizo famoso a Silicon Valley, dice Barrett. "Allí no se castiga el fracaso. Si en tu currículo aparecen dos o tres emprendimientos fracasados, eso no lo consideran un punto negro, sino una señal positiva: la gente asume que tienes más experiencia gracias a esos fracasos".