La ruta del tour: Francia con otros ojos
Los mejores ciclistas del mundo ya lo saben: Francia es uno de esos países que hay que recorrer con tiempo y mucha atención, y nada mejor que seguir algunos de los caminos que utiliza el Tour de France, la mayor competencia ciclística del orbe, creada en 1903.
El Tour es probablemente el evento deportivo más turístico del mundo. Si bien cada año modifica su ruta -de unos 3.500 kilómetros-, recorre como ningún otro circuito cada rincón de Francia, desde las bellas playas del océano Atlántico en La Barre-de-Monts, pasando por Saint-Flour con su imponente catedral del siglo XIV, hasta llegar a París.
Es un largo camino, pero si se hace en auto se convierte en la mejor forma de conocer una geografía diversa y llena de historia, y de disfrutar de la gastronomía del país.
Históricas ciudades como Le Mans, cuya carrera de 24 horas le ha dado fama mundial, o Châteauroux, con sus 56 m2 de áreas verdes por habitante, son parte del recorrido, sin olvidar Lourdes, donde se encuentra la Gruta de Massabielle, importante centro de peregrinación para los católicos de todo el mundo, donde tuvo lugar la aparición de la Virgen.
Un verde paisaje y ancestrales construcciones, como iglesias y castillos, son parte de esta ruta, sin olvidar la zona de los Pirineos Centrales, región que en esta época destaca por sus coloridos campos de girasoles o las afamadas curvas que trepan al Alpe d'Huez, uno de los más famosos centros de esquí del país.
Como lo mejor suele quedar para el final, esta ruta termina en París, la capital francesa que invita a conocer cada uno de sus rincones a pie, con monumentos como la Catedral de Notre-Dame, la avenida de los Campos Elíseos, la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo.
Garden route: Lo más bello de África
Paradisíaca. Esa palabra basta para describir el escenario a cielo abierto de la Ruta Jardín, ubicada al sur de Sudáfrica y que une las ciudades de Cape Town y Port Elizabeth. Son kilómetros de dunas, lagos, ríos, campos de golf y hermosas playas del océano Índico, que permiten no sólo disfrutar de las maravillas silvestres y de un espectacular parque nacional, sino también degustar los cada vez más famosos vinos de la zona de Stellenbosch.
El verde que predomina en esta carretera de 200 kilómetros -cortesía de bosques nativos, pinos y un arbusto local llamado "fynbos"- contrasta con el árido interior del continente.
Ciudades como Mossel Bay, Knysna y Plettenberg Bay son algunas de las localidades que no pueden dejar de visitarse, con lugares para relajarse, comer rico e incluso, entre julio y octubre, ver la migración de las ballenas.
Además, hay varios lugares que invitan a vivir la naturaleza en primera persona. Es el caso de Wilderness, Tsitsikamma y Knysna, tres zonas del Parque Nacional de la Ruta Jardín en las que la flora local interactúa con más de 250 especies -aves, elefantes, murciélagos, mangostas y leopardos, entre otros animales- esparcidas en un cuidado terreno con áreas para acampar, recorrer por el día e incluso bucear en jaula para acercarse a los temidos tiburones blancos. Un poco más lejos, a 18 kilómetros de Plettenberg Bay, está Monkeyland, un parque especializado donde se puede interactuar directamente con todas las especies de monos del país.
La excelente calidad de esta ruta, creada por antiguos aristócratas cuyas elegantes mansiones aún se pueden ver desde el camino, permite recorrerla fácilmente en auto, bicicleta, a pie o incluso en transporte público, que es muy amigable en esta zona de Sudáfrica.
Rubicon Trail: Los expertos van a California
Sólo para los más atrevidos es esta ruta al oeste de EE.UU. Con 35 de los más rudos kilómetros, en la Sierra Nevada de California, se ubica el Rubicon Trail. Este famoso circuito, utilizado por quienes buscaban oro en el siglo XIX, con los años se ha convertido en terreno de pruebas para los más duros vehículos 4x4, además de ser parte del rally de Baja California.
Catalogado como uno de los recorridos más difíciles por los amantes de las travesías off-road, su tramo más llamativo son los 18 kilómetros entre el lago Loon y el sur del lago Tahoe. Vale la pena entonces recorrer los complejos caminos de tierra, arena y filosas piedras que atraviesan reconocidos lugares, como el Bloque de granito, el Gran dique o la colina Cadillac.
El paisaje, dominado por milenarios árboles y enormes formaciones rocosas, también está decorado con restos de automóviles cuyos dueños no siguieron las indicaciones de la ruta.
Quienes lo han completado recomiendan tomarse tres días para disfrutar de sus bellezas. Una opción es acampar en las zonas habilitadas, como el lago Spider, ideal para pescar y nadar, aunque con mucho cuidado, ya que los osos dominan el territorio y pueden hacer pasar un mal rato.
Carretera Austral: La gran ruta de Chile
Recorrer la Carretera Austral es el sueño de muchos, pero para hacerlo hay que estar extremadamente preparado porque enfrentar su accidentada geografía, clima impredecible y sinuosos caminos no es fácil. Eso sí, el esfuerzo vale la pena.
Armados de un buen auto y una cámara, los aventureros pueden internarse por los paisajes de esta ruta, que recorre los más de 1.240 kilómetros que separan Puerto Montt de Villa O'Higgins.
Finalizada en 1996, su lejanía ha ayudado a preservar las condiciones naturales de selvas, ríos y montañas. En la parte norte, el Parque Pumalín, con 11 senderos para cabalgatas y caminatas, y el Parque Nacional Hornopirén son paradas obligadas. Al igual que hacer rafting en el río Futaleufú y visitar el glaciar colgante del Parque Nacional Queulat.
Y aunque en algunos momentos parece que el hombre nunca ha tocado estos parajes, a 20 kilómetros de Chile Chico está la Cueva de las Manos y sus ancestrales pinturas rupestres, el testimonio de los primeros habitantes de la zona.
La parte más imponente está al sur de Coyhaique, con espectáculos naturales como el lago General Carrera, donde se pueden observar majestuosas formaciones geológicas; Caleta Tortel y sus veredas de alerce; o los últimos kilómetros antes de llegar a Villa O'Higgins, llenos de senderos rodeados de naturaleza.