"Mi cumpleaños es el 10 de julio, el Día de la Juventud. ¿Sabes qué se recuerda en esa fecha? La Batalla de la Concepción". Obvio, el mayor Germán Villarroel no podía tener otro norte que el uniforme. El calendario sólo venía a reafirmar lo que dictaba el ADN: "Era un sueño desde siempre. Mi papá (el general en retiro Rafael Villarroel) era militar, mis tíos, mis primos, mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos. Desde que Chile es Chile mi familia ha estado en el Ejército".
De sus 40 años, 24 los ha vivido en esta institución, donde forma parte, según el mismo dice, "de la promoción New Kids on the Block". Su historia suena como la publicidad ideal para una campaña de reclutamiento: fue tambor mayor, abrió la Parada Militar tres veces, es maestro de equitación, seleccionado ecuestre a nivel nacional, juez en los Juegos Olímpicos de Australia, profesor de la Academia de Guerra y comandante en la Misión de Paz de las fuerzas nacionales en Bosnia.
Hoy se encuentra en un Chile que tiene un ejército conectado directamente con la gente por hitos como el terremoto o el drama de las nevazones en el Sur. "Uno está veinticuatro horas pendiente de lo que les pasa a ustedes", subraya. Pero la experiencia que realmente lo apasiona está quedando en estos días por escrito en su libro 2008, un año fuera de serie, donde relata su experiencia en Punta Arenas a cargo del grupo Dragones, una de las unidades de combate más emblemáticas del Ejército. "Esos cien días de campaña con nieve fueron épicos. Estábamos con 15 grados bajo cero, pero fuimos tan felices. Uno se prepara toda la vida para eso".