Por quepasa_admin Agosto 18, 2011

Su edad no era más que un número, hasta que tuvo que hablar de ella. Porque para el cocinero Carlo Von Mühlenbrock, chef y socio del restaurante Osadía, contar cuatro décadas sobre los hombros ha sido algo difícil de notar. Las llevó a su ritmo. Sin desacelerar, se largó a jugar el segundo tiempo. Y en lugar de creer que tocaba cuesta arriba, Von Mühlenbrock estuvo dispuesto a viajar liviano, pero con energía: gimnasio, clases de francés, grabaciones de su programa de TV y embajador de varias marcas. Tiempo para la huerta de su casa y tiempo para su familia. Por las noches, tiempo para ponerse la chaqueta de chef y amarrarse el pelo con un moño alto para cocinar con su brigada del Osadía. Tantas actividades como tenedores.

Carlo cree haber llegado al punto más cercano a los orígenes, a lo simple, a lo básico. "A estas alturas de mi vida tengo más claridad con lo que no quiero que con lo que quiero", dice.  Cuarenta años no representan una crisis. Por el contrario: ve la vida desde una perspectiva que le permite sacar malezas y enfocar en donde hay fibra: "Ya no me alucina la cocina moderna. Me quedo con un plato de lentejas, con un salame de pato, con una comida con cuatro o cinco elementos identificables. Quiero que la pretensión quede de lado. Y eso es Osadía hoy: mantel largo, mesas de mármol y rosas, sí, pero un lugar en donde podemos volver al origen". ¿Forma de rejuvenecer? Puede ser. Para algunos, el calendario no siempre es cronológico.

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