"Imagínate que una amiga te invita a tomar un café y así, de la nada, te dice que tus padres no son tus padres y que en verdad eres hija de detenida desaparecida. ¿Qué haces tú?".
A Tamara Callejas ya no se le quiebra la voz para hablar del tema. Hoy tiene 40 años y se ha reconciliado con su historia.
Pero cuando tenía 25 su vida se detuvo, relata. Fue una ex compañera de colegio quien, revisando archivos, se encontró con un libro de 1985 donde se señalaba que los padres biológicos de Tamara eran la militante del MIR María Isabel Beltrán, detenida desaparecida desde diciembre de 1973, y el GAP Javier Pacheco, ejecutado en octubre de 1973.
Tamara no lo podía creer. Su infancia había sido feliz y tranquila. Sus padres adoptivos eran más cercanos a la derecha, y ella jamás escuchó hablar de detenidos desaparecidos hasta que entró a la universidad. Incluso, aunque era independiente, en la carrera de Periodismo postuló al centro de alumnos en un cupo de RN.
Se demoró tres días en hablar con sus padres. Ellos le explicaron que su abuela biológica no podía cuidarla y la dio en adopción y que mantuvieron en secreto sus orígenes por su propia seguridad. La joven los comprendió.
A partir de entonces inició un doloroso proceso para conocer su pasado. Comenzó a leer todos los libros sobre derechos humanos, a ver las películas, a interiorizarse en la historia política que antes veía desde afuera. Lloró mucho. Un día llegó a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos. "Eres igual a tu mamá", le dijeron. En la pared estaba la foto de María Isabel Beltrán y fue como verse a sí misma.
Según los archivos del Centro de Estudios Miguel Enríquez, la joven estudiante de Pedagogía en Música fue detenida cuando tenía 21 años y trasladada a la Escuela de Artillería de Linares. Su madre la vio por última vez en enero de 1974. Emocionada preguntó por Tamara, que si la habían bautizado. "No le cuentes a mi hijita que he estado presa. Dile cualquier cosa, pero que no sepa esto", alcanzó a decir.
Tras saber la verdad, Tamara se reunió con sus familiares maternos para conocerlos y hasta el día de hoy mantiene en la pared de su oficina una antigua fotografía de ella y su madre, tomada a inicios de los 70. También se reencontró con su padre. Sus restos estaban en el Patio 29 del Cementerio General, como los cuerpos de varios miembros de la guardia presidencial que habían trabajado directamente con Salvador Allende. En un gesto simbólico, en 1999 Tamara encabezó la ceremonia para trasladarlo al memorial de las víctimas del régimen militar.
Aunque los primeros años fueron difíciles y llegó a plantearse que quizás hubiese sido mejor no saber nada, hoy su mirada es otra. "Siento que recuperé mi verdadera identidad. A los 40 estoy más segura, con menos miedo y por fin sé lo que quiero en mi vida ".
Tamara Callejas trabaja actualmente en el equipo que elaboró el segundo informe Valech de la Comisión Asesora para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura. Cree que su experiencia le ha servido para recoger los testimonios de quienes llegan a declarar.
A su hijo de 11 años ya ha comenzado a contarle, de a poco, los detalles de la historia familiar.