En inglés, las bandas, así como las parejas, no se separan. Se quiebran. La expresión que se usa, tanto de verbo como de sustantivo, es break-up. ¿Qué se quiebra cuando se quiebra una banda? ¿Y qué pasa si esa banda es R.E.M.?
La tentación obvia es apuntar que con su quiebre, o separación, se quiebra, o se rompe, una era, una generación o cierta concepción de cómo hacer música y el rol que ella debe cumplir. Pero con R.E.M. no concluye una era ni se jubila una generación. Su misma historia es un largo desmentido a ese tipo de clichés seudomitológicos del rock que, precisamente, instauran eras y héroes con una pasión ciega y arbitrariamente irrebatible, muy similar a la de los discursos religiosos.
El grupo decidió "irse para la casa" (el comunicado del miércoles en su página oficial usa la frase call it a day) amistosamente. El vocalista Michael Stipe comentó que "un hombre sabio dijo una vez que la habilidad en ir a fiestas está en saber cuándo retirarse".
Fuera de la banda, se apuntaron problemas domésticos. El propietario de la comunidad de fans de R.E.M. Murmur y ex vicepresidente de Tecnologías Emergentes de Warner Bros. Records (el sello de R.E.M.) dijo a Rollingstone.com que esto se veía venir desde el año pasado, cuando la compañía discográfica empezó a demandar más material del que el grupo estaba dispuesto a producir. De todas maneras, el bajista Mike Mills apuntó en su comentario al comunicado de la separación que "nos sentimos como pioneros en esto, no hay discordias aquí, discusiones ni abogados listos para pelear".
La música que hizo R.E.M., entre la que hay que apuntar al menos una decena de discos que conjugaron con maestría humanidad, ternura, enigma, energía e inventiva, fue un reflejo, o incluso un producto, de la ética de una banda que apostó siempre a jugar con sus propias reglas. Sin obsesión por el éxito, su opción durante gran parte de los ochenta fue aplanar las carreteras tocando en pequeños recintos, privilegiando las radios universitarias por sobre las emisoras comerciales y manteniéndose hasta 1987 como artistas del sello independiente I.R.S. Si la palabra "alternativo" denota una concepción específica de cómo operar al interior de la industria musical, R.E.M. construyó ese significado casi sin ayuda.
El éxito, sin embargo, no fue un terreno vedado para el grupo. Los clichés elitistas de la contracultura tampoco funcionaron en este caso. Al recibir una oferta millonaria del sello Warner en 1988, R.E.M. aceptó. En la cúspide de la popularidad de Nirvana, y probablemente en uno de los puntos más profundos de su depresión, Kurt Cobain señaló que admiraba cómo Michael Stipe y su grupo habían "lidiado con el éxito como santos".
Luego de una gran y desgastadora gira por grandes estadios, R.E.M. entró a los noventa sin tour promocional para su primer disco en alcanzar el número uno de ventas en Estados Unidos, Out of Time. Tras álbumes acústicos e introspectivos como ése y su sucesor, Automatic for the People, la banda huyó constantemente de lo que temía como fórmulas, alternando entre un sonido crudo e intenso, regresos a la introspección y grabaciones más experimentales. Durante el nuevo siglo, el sonido de R.E.M. quizás haya quedado atrapado en la obsesión de no repetirse, pero en sus discos más recientes se advierte la intención de plasmar un conjunto de canciones que no son el medio para vender una gira, como es el caso de artistas coetáneos que siguen activos.
R.E.M. estuvo siempre asociado a la defensa de los derechos humanos, la democracia y el medioambiente. Pero en esta área también se mantuvo lejos de los lugares comunes. Las sospechas de ingenuidad y corrección política que se dirigen a artistas que enarbolan esas causas resultaban infundadas si se atendía que ésta era una banda que no estaba interesada en enfatizar ni dramatizar sus mensajes para que tuvieran un efecto más directo y accesible. Sobre todo en sus primeros discos, Michael Stipe pedía a los ingenieros de grabación que sus palabras no se entendieran, para que se asimilaran con la música, y poner letras de las canciones en sus grabaciones no fue una práctica habitual.
R.E.M. quiso hacer su música de manera honesta, sin trucos. Seguramente, sus integrantes, luego de 31 años, pudieron ver que lo habían logrado, y cuando partieron cado uno a su casa, lo hicieron tranquilos y en paz.
Nada se había roto.