© Mathias Sielfeld
No es fácil decidir recién salido de cuarto medio qué se quiere estudiar. Hay quienes lo tienen claro desde siempre, mientras que otros hasta el último minuto antes de la postulación -o incluso después- dudan de su elección.
Eso tiene consecuencias: tres de cada diez alumnos universitarios se retiran el primer año, según datos del Consejo Nacional de Educación. Y esta ambivalencia puede durar hasta la vida profesional. El estudio Satisfacción laboral, realizado por Laborum.com a más de cinco mil profesionales reveló, que el 33,1% de ellos trabaja en un campo distinto al de la carrera que estudió.
¿Cómo evitar esta situación? No hay una receta infalible, pero distintos expertos nos dieron su lista de los errores más comunes que suelen cometer los postulantes y sus consejos para evitarlos. Tomen nota.
1: Equivocarse de universidad
Tan importante como elegir una carrera es elegir la universidad donde se estudiará. "Creo que olvidar ese factor puede generar una tremenda decepción a futuro", asegura Juan Echeverría, director de Admisión y Registros Académicos de la Universidad Católica de Chile (UC). ¿Por qué? "Porque no es lo mismo estudiar en una universidad que ofrece una vida universitaria completa, que estudiar en una que sólo te ofrece el cartón profesional".
Por eso un factor determinante es la combinación universidad-carrera. "Hay que investigar sobre las instituciones, ver su prestigio, sus docentes, infraestructura, conversar con estudiantes", dice la directora de la Escuela de Psicopedagogía de la U. Andrés Bello (UNAB), Verónica Garcés.
Un servicio que ofrece el sitio web del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (Demre) -y que los expertos recomiendan utilizar- es el asistente de postulación, para orientar a los estudiantes en su proceso de elección. Un sistema que permite ingresar puntajes PSU y el promedio de notas de enseñanza media (NEM) ficticios, elegir carreras de todas las universidades y ponderar. Así, el estudiante puede hacerse una idea acerca de sus posibilidades reales. Este simulador estará disponible hasta el 30 de diciembre.
2: No informarse
"No es fácil tomar esta decisión a los 18 años -etapa de consolidación de la identidad-, pero el estar informado de las posibilidades que se tienen ayuda a decidir con un grado mayor de certeza", indica Carolina Herrera, asesora vocacional del Programa de Bachillerato de la Universidad de los Andes. "Que el alumno sepa cuáles son las exigencias, cuáles son las mallas de las carreras, las posibilidades extracurriculares que ofrece la universidad", afirma Echeverría, de la UC.
También es bueno analizar el rango de acción de la profesión a elegir, "con el fin de conocer con mayor profundidad las conductas específicas que realizan en el campo laboral", explica Verónica Garcés. Ya que una cosa es estudiarla y otra ejercerla. Por ello, un dato significativo para la psicopedagoga de la UNAB es el grado de empleabilidad de la carrera a la que se opta, por lo que recomienda investigar esos datos.
Otra información relevante son las alternativas de titulación que ofrece cada universidad. Hay casas de estudios que ofrecen planes comunes con diferentes opciones de título, programas de intercambio, carreras nuevas y/o doble titulación con instituciones extranjeras.
3: Ceder ante la presión familiar
Una de las variables que más preocupan a los jóvenes son las expectativas familiares y las presiones del entorno más cercano. Idealmente, el estudiante debiera poder elegir en completa libertad y hacer el ejercicio de separar lo que los padres quieren de lo que él desea. "La elección de una carrera se traduce en la elección personal a desarrollar ese potencial individual, y como es personal, debe estar en sintonía con las habilidades, intereses y la personalidad del individuo. Por el contrario, si se elige en virtud de lo que otros esperan de mí, y no lo que yo creo querer, se generará en el tiempo frustración, mayor desconcierto y altas probabilidades de deserción", explica Herrera, de la U. Andes.
4: No ser realista
Es importante analizar el plan de estudios y visualizar si las asignaturas, en general, apuntan o no a las aptitudes y capacidades que se tienen. "Si no tengo aptitudes para dibujar, probablemente no sería buena opción estudiar Arte", indica Garcés. Se aconseja tomar conciencia real de las habilidades intelectivas y sociales, siendo muy objetivo. "Esto exige un trabajo personal arduo, que no se logra de un día para otro. El tiempo y la dedicación permitirán hacer una distinción entre lo que soy, lo que quiero ser y lo que puedo llegar a ser", dice Herrera. Así, las decisiones que se tomen estarán sustentadas en el verdadero conocimiento de sí mismo, en la claridad de los intereses personales y habilidades. De manera que cualquier obstáculo que surja en el camino se podrá enfrentar de manera más fácil.
Jenny Assael, académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, sugiere no cerrarse a otras opciones. Por ejemplo ,"de acuerdo a intereses, abrirse a la posibilidad de entrar a institutos técnicos".
5: Falta de madurez
Elegir una carrera es una decisión compleja, de modo que lo primero que Garcés, de la UNAB, sugiere es que los jóvenes se tranquilicen y escriban las opciones que tienen, para visualizar de mejor manera cada alternativa. Luego, para ordenarse, recomienda solicitar entrevistas con directores de las carreras afines "ya que a veces es mejor dialogar lo que uno visualiza en el papel, porque eso permite comprender de mejor manera la carrera a elegir".
La elección debe basarse en los propios intereses y convicciones de la persona, y no ser un "medio para" ganar más dinero o tener estatus. "Lo importante es postular a una carrera que responda a intereses, habilidades, más que por dinero", señala Jenny Assael.
Errores comunes
6: No postular por falta de dinero
La situación económica de una persona podría obligarla a cambiar su primera opción o incluso llegar a desecharla. El consejo es no descartar ni modificar el ingreso a la universidad por la falta de recursos, pues existen alternativas de financiamiento al alcance de los futuros alumnos. "La UC tiene un mix de opciones bastante amplio, tenemos un simulador de beneficios que permite al alumno -ingresando datos básicos- simular cuáles serán sus alternativas de financiamiento", cuenta Echeverría. Lo mismo hay que averiguar en otras casas de estudios o en el Ministerio de Educación.
7: No tomar en serio el proceso
"Lamentablemente, hoy los jóvenes parecen ser menos pacientes, menos reflexivos, más inmediatos en lograr resultados. Se frustran fácilmente y prefieren empezar otra cosa de cero, aunque les vuelva a pasar lo mismo", asegura Herrera. Por lo mismo, un gran error es tomarse el ingreso a la universidad con ligereza. "El consejo es realizar la educación terciaria con esfuerzo, sacrificio, mucho estudio y perseverancia", agrega Herrera.
8: No saber esperar
Muchas veces la impaciencia puede jugar una mala pasada, sobre todo cuando se trata de entrar a la vida universitaria. Puede ocurrir que el puntaje ponderado no sea el necesario para entrar a la carrera y universidad deseadas, o que no se tenga claro qué se quiere estudiar. ¿Qué hacer entonces? "Si es posible económicamente, es mejor tomarse un año", asegura la psicóloga Jenny Assael. Es preferible esperar que apurarse y elegir una carrera sólo para entrar a la universidad. A la larga esa decisión puede acarrear otras consecuencias, como desgaste emocional, frustración e incluso un gasto económico que la familia no pueda volver a solventar.
Historias de arrepentidos
Catalina Bergström - 20 AÑOS
"Yo quería estudiar Ciencias Políticas, pero mi tío -abogado- me dijo que estudiara Derecho, porque después podía hacer un magíster en Ciencias Políticas. También me explicó que abarcaba muchas más cosas, que tendría más futuro, y como yo no sabía mucho de Derecho, igual me llamó la atención. Entonces lo elegí.
Al ingresar a la Universidad Católica me di cuenta que no me gustaba, lo pasaba mal y no me daban ganas ni de ir a la universidad. Después de un tiempo, supe que no era lo mío. Así, empecé a averiguar qué podía hacer para cambiarme y, como me gustaban los medios de comunicación, escribir, leer y saber de todo, decidí cambiarme a Periodismo en la UC.
Aunque mis amigas me dijeron que no me fuera, mi familia siempre me apoyó. Mi tío insistió en que continuara en Derecho. Pero a mí no me importaba ganar más plata, sino tener un futuro más feliz.
En el presente me siento muy bien, porque me gusta la carrera y abarca muchas áreas. No está colapsado de periodistas y creo que tienen mucho futuro. Estoy segura que puedo hacer muchas más cosas en Periodismo que en Derecho".
Mikel Ekelund - 24 AÑOS
"Cuando salí del colegio tenía en mente el objetivo de ganar plata. Las matemáticas y ciencias se me daban fáciles, así que opté por postular a Ingeniería Civil Industrial en la Universidad Católica de Valparaíso, pero no quedé. Así que elegí mi segunda opción que era Ingeniería Civil Informática, la cual yo pensaba que se podía relacionar con la programación y diseño de juegos de video.
Después de mi tercer semestre, me di cuenta de que me cargaban los ramos del plan común de Ingeniería. Y aunque me gustaba la informática, no me veía haciendo eso toda la vida. En ese momento también comencé a juntarme con estudiantes de Psicología de la Universidad de Valparaíso, pues nuestras sedes estaban al lado. Ellos me mostraban sus materias, me hablaban de sus clases e incluso llegué a colarme a un par. Ahí me di cuenta que me gustaba el tema. Mientras más me intrigaba con Psicología, menos me gustaba lo que estudiaba. Entonces decidí hablarlo con mi madre.
Evalué las distintas mallas que ofrecían las universidades y me decidí por la Adolfo Ibáñez.
Hoy día estoy terminando mi cuarto año de Psicología, y si bien me he atrasado un poco en mi avance académico -por la dificultad del cambio de una carrera científico-matemática a una perteneciente al área de las ciencias sociales- no me arrepiento de mi decisión. Ha sido algo sumamente enriquecedor para mí como persona y profesional".
