Por Gonzalo Maier Febrero 29, 2012

Si a estas alturas YouTube es un espejo certero de la realidad, hace un rato ya que el ukelele es parte del hipersociable zeitgeist de esta década. Es que entre cientos de miles de videos con jóvenes espinilludos y abuelas improvisando covers de canciones famosas, el ukelele se ha coronado como la guitarra de los que no saben tocar guitarra. De paso, y con tan sólo cuatro cuerdas, este instrumento jibarizado viene a confirmar una tesis que parece difícil de sostener, sobre todo cuando se acerca el otoño: el ukelele multiplica las posibilidades de un verano privado, permanente y mental. Además, con un ejército de músicos que a la menor provocación sacan sus alegres ukeleles, el sonido hawaiano ha logrado musicalizar sin querer estos meses repletos de protestas mundiales. Desde Herman Düne a Jens Lekman, pasando por Eddie Vedder, Beirut, Dent May o Stephin Merritt -este último, seguramente, el más grande y mejor compositor desde el Big Bang-, una tropa de cantantes nos vino a recordar que el mundo siempre puede ser un poco más amable. Quizá sólo hacía falta un ukelele.

A $ 39.900 en Casa Amarilla.

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