Quién lo diría, pero hay algo en una mujer que sabe cazar ardillas. Una frialdad de quien a duras penas sobrevive un invierno. Jennifer Lawrence es esa mujer, una rubia de 21 años que ha debido lidiar con estos bichos en sus dos películas más conocidas: en Lazos de sangre los desollaba y ahora los caza con arco y flecha en Los juegos del hambre, la última trilogía adolescente (que promete bastante más que la saga Crepúsculo). La primera le dio una nominación al Oscar como mejor actriz y la segunda le está dando fama mundial y apariciones en programas de televisión como el late de David Letterman, donde su naturalidad y calidez han contrastado con su imagen de chica ruda.
Al principio, Lawrence no quería caer en este tipo de blockbusters. Prefería cintas como Lazos de sangre, que tuvo un presupuesto de apenas dos millones de dólares, a diferencia de los 78 millones de Los juegos del hambre. "Elijo las películas por el director y el guión", decía, hasta que su madre la acusó de hipócrita. Si cuando le propusieron protagonizar Los juegos del hambre le gustó el director y el guión, ¿por qué le debía importar el presupuesto? Lawrence le hizo caso a su mamá y se tiñó el pelo castaño para participar en la trilogía. Las buenas críticas y la taquilla le han dado la razón a su madre y hoy Jennifer ya no debería seguir preocupándose por cazar ardillas.