Por José Manuel Simián Abril 25, 2012

A pesar de sus 70 años y de que en 2010 el Wall Street Journal preguntó si no era hora de que se jubilara, Dylan no parece tener intención alguna de cambiar de giro. Entre el concierto que Bob Dylan dio en Santiago el 11 de marzo de 2008 y el que dará el 2 de mayo, el cantautor de Minnesota se habrá presentado 387 veces en vivo en cuatro continentes.  

Y cada una de esas noches forma parte de un ritual iniciado el 7 de junio en 1988 en Concord California,  evento que el periódico The Guardian considera uno de los 50 hitos en la historia del rock y que todo el mundo llama The Neverending Tour, menos el propio Dylan, quien insiste en llamarlo simplemente The Bob Dylan Show. Un rito que se ejecuta unas 100 noches por año, y cuyas partes van evolucionando lentamente, de acuerdo a los tiempos, que -sí, es cierto- siempre están cambiando.

1) El incienso.

Para que no quepan dudas de la naturaleza del evento, el sonidista de Dylan siempre enciende un par de cubetas de nag champa cuando el músico está por salir a escena.

 

2) La introducción.

El 15 de agosto de 2002, Dylan cambió la introducción que su mánager de giras gritaba por los parlantes por un texto tomado de un artículo que el Buffalo News había publicado pocos días antes y resumía todos los clichés sobre el músico: “[E]l poeta laureado del rock and roll. La voz de la promesa de la cultura de los sesenta. El hombre que metió al folk en la cama con el rock, que se puso maquillaje en los setenta y desapareció en una nube de drogas, reapareció para ‘encontrar a Jesús’, fue descartado a fines de los ochenta y cambió de marcha a fines de los noventa para publicar parte de la mejor música de su carrera. Damas y caballeros, ¡Bob Dylan!”. Es decir, un rito que comienza burlándose de los mitos creados en torno a él.

 

3) Las canciones.

Si una de las características distintivas de la gira infinita de Dylan era el no saber qué canciones iba a tocar cada noche, por estos días el rito ha comenzado a adquirir una forma más predecible. Sus 16 ó 17 canciones comienzan con  “Leopard-Skin Pill-Box Hat”, y terminan con la secuencia “Thunder On The Mountain”, “Ballad Of A Thin Man”, “Like A Rolling Stone” y “All Along the Watchtower”, mientras las sorpresas ocurren en el medio.

 

<4) La banda.

Los cinco músicos que le dan vida a la visión musical de Dylan -una mezcla de rock, blues, country y folk que cae dentro del género llamado americana- también han ido cambiando desde 1988, pero hay un par de constantes: el baterista George Receli (de 2001 a la fecha) y el bajista y director musical Tony Garnier, quien tras tocar con Dylan desde 1989, es el músico que más tiempo ha acompañado al cantautor de Minnesota.

 

5) La voz.

El crítico Greil Marcus escribió que siempre que se escucha la voz de Dylan (una voz que siempre fue inusual) es la primera vez. Hoy se parece, con suerte, al rugido de un león muy, pero muy cansado, pero siempre -mientras Dylan se alterna entre teclados, guitarra y armónica- sigue siendo la primera vez.

 

Bob Dylan se presenta el 2 de mayo, a las 21 h, en el Movistar Arena. Entradas en www.ticketek.cl

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