De boca del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, la propuesta de reforma tributaria pasa a una nueva fase. Termina la etapa de especulaciones y comienza el debate concreto sobre el efecto real de la medida. Aunque aún faltan algunas precisiones, este primer esbozo anticipa cómo viene la mano.
Reducción del impuesto a las personas en todos los tramos -incluyendo la tasa máxima de 40%-, disminución a menos de la mitad del actual gravamen de timbres y estampillas, creación de impuestos verdes y aumento a un 20% al de las empresas. Además, el rechazo categórico a la eliminación del impuesto a los combustibles. Éstas son las grandes líneas. Todo para recaudar entre US$ 700 y US$ 900 millones.
Ahora se iniciará la discusión y vendrán las preguntas: ¿Cuál es la letra chica? ¿De qué manera afectará al crecimiento y a la inversión? ¿Permitirá esa recaudación enfrentar los nuevos compromisos? ¿Logrará el gobierno el apoyo cerrado de la UDI? ¿Será un monto suficiente para la oposición?
Si el gobierno tiene éxito su recaudación irá más allá del signo peso.