Llevaba años dándole vueltas a la idea. Pero hace dos, se produjo el punto de inflexión. Una neumonía lo mantuvo tres semanas hospitalizado, y luego otras cinco en reposo en su casa. “Fue un momento importante. Tuve tiempo para reflexionar sobre la vida, y cómo quería enfocarme hacia el futuro”. Fue cuando decidió dejar la presidencia ejecutiva de Transoceánica, uno de los holdings más diversificados del país, que controla varios hoteles, aguas Puyehue, cerveza Kross, y que posee varias participaciones, como la Sudamericana de Vapores, Marinsa, Copec y Cencosud. “Tuve la tranquilidad para pensar en mis fortalezas y debilidades como empresario. Me di cuenta que soy un creador de ideas, que tengo potencial para armar buenos equipos, pero que no soy el mejor administrador para temas del día a día”.
Durante casi 27 años se dedicó a administrar Transoceánica, la empresa que formó su padre. Hoy tiene 48 y siente que aún está activo para volver a emprender. Por eso, creó su propio family office. “Nadie debiese llegar a viejo pensando que hay cosas que siempre quiso hacer y no hizo. Todo empresario debiese preguntarse, de verdad, a qué le quiere dedicar su tiempo. Como chileno sentí que debía aportar a la sociedad”.
-¿Algo así como lo que hizo Warren Buffett, que luego de su éxito empresarial comenzó a desligarse de sus negocios?
-Sí… o más bien creo que es importante enfocarse en temas que a uno le parezcan fundamentales. Por ejemplo, todos sabemos que la educación debe mejorar en Chile, pero en mi opinión las personas debemos seguir educándonos todos los días. Por eso, aquí yo siempre hablo del eduworking: hay que trabajar, pero también dejar espacios para profesionalizarse.
-¿Cómo lo está haciendo usted concretamente?
-Soy socio de los colegios Dunalastair y estoy armando seminarios enfocados en cómo innovar en educación. Para eso, afino un acuerdo para realizar un ciclo de charlas con una universidad. En esa misma línea, he sostenido conversaciones con la Fundación Chile y con Endeavor, donde soy director. Nació una semilla y estoy ajustando mis tiempos para ver cómo concretar la idea de involucrarme más en proyectos sociales, filantrópicos y políticos.
-¿Piensa en entrar a la primera línea de la política?
-No tanto en primera línea, pero con los años de experiencia uno puede ayudar a definir, dar opiniones en gremios o al interior de algunas instituciones. Creo que nos hace falta ponernos un poco más creativos e innovadores.
Los empresarios debemos ver que para los ejecutivos ya no sólo es importante tener un buen sueldo. Hoy buscan tener tiempo libre, no trabajar hasta demasiado tarde; tener más vacaciones, beneficios
-Eso incluiría, por ejemplo, crear un fondo para apoyar pequeños emprendimientos…
-Claro. A mí siempre me ha gustado trabajar con emprendedores. No sólo apoyándolos con recursos, cosa que he hecho, sino que también con ideas. Desde hace algún tiempo recibo dos veces por mes a grupos de jóvenes que quieren emprender. Eso lo quiero desarrollar y profesionalizar.
-¿Como transmite al interior de su empresa la idea de que hay que reinventarse?
-Lo que intento fomentar es que las personas, independiente del cargo que ocupen, lo hagan. Eso pasa por preguntarse “estoy estancado” o “estoy haciendo siempre lo mismo”. Si eso sucede, es un indicador que las cosas no andan bien.
-¿Cree que los empresarios tienen esa filosofía?
-Mi mensaje para los empresarios es que estén abiertos a repensar su vida, sus objetivos y metas. Creo que deben mirar más allá de la rentabilidad. Cuando uno ya ha armado un conjunto de empresas es valioso aprovechar el know-how y la experiencia para ver cómo crear instancias donde uno pueda compartir esas visiones, para lograr lo que todos estamos buscando: ser un país desarrollado.
La reconversión
Christoph Schiess acaba de dejar varios de los directorios operativos en los que participa: el Banco Internacional, Mellafe y Salas, los hoteles -hoy sólo participa en la matriz: el subholding hotelero que crearon hace poco- y quiere dejar Marinsa, filial del grupo Claro. No sólo para tener más tiempo para “pensar Chile”, sino que también para poner sus energías en su nuevo family office: Inversiones Galilea, enfocado en negocios industriales y que mueve más de US$ 30 millones.
"Los empresarios debemos ser más generosos"
-Dejar varios de los directorios es parte de la “reinvención Schiess”.
-Va en esa línea. La idea es pensar, además de mis negocios personales, en nuestro país a largo plazo. Acabo de volver de Berlín, donde fui a hablar sobre Chile y la importancia de la Alianza del Pacífico, que es muy estratégica para nosotros: así como en Europa se formó la Comunidad Europea, clave para enfrentar los problemas económicos actuales, es bastante necesario y lógico que en Sudamérica se formen bloques fuertes.
-¿Qué proyecciones hace para Chile?
- Chile es un tremendo país, con grandes oportunidades, pero tenemos responsabilidades: debemos cuidar nuestro país. Cuando éramos menos desarrollados estábamos explotando nuestros recursos naturales sin cuidar, muchas veces, el tema del medioambiente. Los empresarios debemos buscar enfoques más sociales. Me parece bien que el gobierno fiscalice, aunque debiese reconocer los aportes que hacen los empresarios.
-Siente que el gobierno no hace ese reconocimiento…
-Creo que hay un poco de frustración. Existe la sensación de que el gobierno es muy exigente con los empresarios y sus empresas. Miremos el caso del Costanera Center...
-En ese caso el ataque ha sido de los ciudadanos.
-Sí, pero la pauta la debe dar el gobierno. Que nadie haya querido asistir a la inauguración me parece insólito.
-¿El presidente Piñera debiese haber ido?
-Claro. No todos los días se hace una inversión de más de US$ 1.000 millones. Debió inaugurarse decentemente.
-¿Le gusta el Costanera Center?
-Se le puede criticar, pero no comparto todas las críticas. Todos sabemos, desde hace 10 años, que allí se iba a desarrollar un complejo de un mall y el edificio. Paulmann tenía en mente hacer algo especial y ha hecho aportes viales que muchos de estos edificios no han realizado. Pudiendo discutir si nos gusta o no la arquitectura, Paulmann esta armando un tremendo hito para Chile.
-¿Si hubiese sido suyo el terreno, habría construido de esa manera?
-Yo no lo hubiera hecho así, pero por suerte no todos los empresarios somos iguales. A mí me parece bien, aunque hubiese tratado de buscar conectarlo un poco más con espacios verdes, y más terrazas al aire libre.
El sueño del pibe
-¿Cómo ve al ejecutivo chileno?
-Tenemos muy buenos ejecutivos. Pero Chile está cambiando, tanto como sus ejecutivos. Hace 20 años lo más importante para ellos era aumentar sus ingresos. Hoy buscan, además de un buen salario, tener tiempo libre, un horario razonable, no trabajar hasta demasiado tarde; tener más vacaciones. Los empresarios tenemos que ver que los ejecutivos están buscando nuevos beneficios. Eso es típico y lógico en los países desarrollados.
-¿Esas demandas podrían llegar desde los trabajadores con cargos medios?
-Ellos también están aumentando sus exigencias, y debemos darnos cuenta que eso es positivo porque estamos ayudando a mejorar su nivel de vida.
-¿Cree que el empresariado escucha esas demandas?
-Hoy va a estar obligado a escucharlas. De lo contrario, este país no avanzará. Querer ser un país desarrollado tiene sus costos. El sueño del pibe es tener un país desarrollado con todos los beneficios que tienen los países menos desarrollados. Eso no existe. Escandinavia sirve de ejemplo: allí hay cada vez menos empleadas domésticas, porque todas las personas son más desarrolladas, y allá, independiente de su nivel socioeconómico, cada cual tiene que hacer sus cosas. Eso es parte del desarrollo, y eso indica que nuestra actitud hacia algunas cosas tiene que cambiar.
-¿Cuál es la mayor crítica que les hace a sus pares?
-Me gustaría dar una recomendación. En Chile ha habido siempre una tendencia a seguir la moda: hacer todo igual a como lo hacen los otros. Debemos estar abiertos al cambio. Innovar en temas arquitectónicos. Si anhelamos ser desarrollados, no podemos seguir construyendo edificios cuadrados, y utilizando los metros cuadrados para construir al borde de lo que permite la ley. Los empresarios debemos ser más generosos. También tenemos que innovar en nuestras rutinas. Antes, por ejemplo, era mal visto que un ejecutivo anduviese en bicicleta. Hoy se ha comenzado a ver como algo positivo.
-Usted conoce bien países desarrollados como Alemania. ¿Qué prácticas debieran replicar los empresarios chilenos?
-Un punto clave que debemos buscar los empresarios es la integración. Eso es una tendencia que he visto en Alemania: se crean espacios con plantas libres, interactivas, transparentes que ayudan a generar sinergia entre los equipos. La idea nuestra fue generar un espacio agradable, transparente e integrador de equipos. También he intentado fomentar la creatividad y apertura de mente.
- ¿Otras prácticas que los empresarios debieran imitar?
-Los empresarios deberían desrigidizar sus estructuras: que no haya tanta distancia entre jefes y empleados. Que los trabajadores sean obligados a tomar decisiones y tener mayores responsabilidades. Así, podrán surgir. Sobre todo los talentosos. Eso va en la línea de buscar igualdad de oportunidades. En los países desarrollados, cada uno hace sus cosas sin pensar “qué dirán si hago tal o cual cosa”. Debe haber mayor libertad.
¿Libertad laboral?
-¿En Chile se trabaja demasiado?
-Chile es uno de los países donde se trabaja más horas, pero sin ser eficientes. Eso debe cambiar. La gente debe capacitarse para hacer mejor sus tareas.
-¿No es la empresa la que debiese capacitar?
- Por supuesto, pero los trabajadores deben estar abiertos a capacitarse. Me ha pasado en ocasiones tener a personas que no quieren hacerlo.
-En varias empresas en EE.UU. y Australia, las jornadas no duran más allá de las 17 horas…
-Justo. Creo que como ocurre en los países más desarrollados, deberíamos apuntar cada vez más a la flexibilidad. En Alemania, por ejemplo, muchas empresas ponen como horario de entrada un lapso: de 7 a 9 de la mañana, y la de salida: entre las 17 y las 19 de la tarde. Eso permite que cada uno se organice, y se evitan los tacos.
-¿En sus firmas funciona esa dinámica?
-No. Pero soy bastante libre para el tema de los horarios. Intento trabajar más por objetivos que por horas de trabajo.
Volver a emprender
Christoph Schiess dice que desde que murió su padre, en el 98, ha multiplicado por diez la cantidad de trabajadores: de 200 a 2.000. “La vida tiene etapas. 30 años es casi una generación. Si yo creo que hay cambios que deben hacerse, soy el primero que debe estar dispuesto a cambiar. Estaría mal si siguiera haciendo lo mismo que he hecho durante tantos años. Hay que dar oportunidad a otros”.
-Inversiones Galilea apunta al negocio industrial, ¿cuáles son los proyectos más importantes?
- Es un pequeño holding con cinco áreas de negocio. El año pasado entré al pacto controlador de Recsol, una pequeña empresa de productos para la minería, la cual estamos reconstruyéndo y modernizando. Desde hace 25 años tengo inversiones de frambuesas congeladas en el sur -con 5.000 trabajadores en temporada alta-, y tengo la intención de diversificar los productos y extendernos hacia Asia. En el norte estamos a punto de cerrar un negocio relacionado a productos de la construcción. Ya estamos buscando terrenos para instalarnos.
-¿Tiene socios Galilea?
-Quien gerenta Galilea es Carlos Brito, quien también es socio. El trabajó los últimos 10 años en el grupo Security y le noté ganas de emprender. Creo que los empresarios también deben seguir esa tendencia: que sus principales ejecutivos tengan la oportunidad de ser socios.
-El mayor problema de quienes emprenden es la falta de recursos. En ese sentido, ¿podríamos decir que usted es un emprendedor?
-Emprender significa hacer algo nuevo, independiente del capital que cada uno tenga. Si crees en un proyecto y esa idea vale la pena, siempre vas a encontrar a alguien que te financie. Yo apoyé Oleotop, de Karina Von Baer. Cuando el proyecto estaba maduro le vendí mi participación. Yo ayudo a emprender y soy inquieto: me levanto en la mañana porque quiero aportar al país.
-¿Cuál es la mirada estratégica de Transoceánica?
-Este año queremos dejar definido el plan para el business center: 7 hectáreas a lo largo de Santa María de Manquehue, 80 mil metros cuadrados para oficinas, con un anfiteatro, fuentes de aguas y muchos espacios verdes, donde se invertirá más de US$ 100 millones. El puntal de Transoceánica será el inmobiliario: estamos terminando el master plan de Loma La Cruz: casas, departamentos y un área comercial, en 30 hectáreas en La Dehesa, que apunta al barrio alto de esa zona. También tenemos un proyecto en Frutillar.