Richard Hawley es un inglés de Sheffield: un músico secreto pero respetado de aquel britpop en el que lucharon Oasis y Blur; alguien que alguna vez integró los tan desconocidos como ignorados Longpigs (banda que le robó el nombre a una tribu de caníbales de Nueva Guinea); un guitarrista de sesión y escenario para Robbie Williams, All Saints, The Dandy Warhols y -cuando hubo suerte- miembro honorario de Pulp, el grupo de su compatriota de pueblo chico Jarvis Cocker.
Si se suma todo y se miran sus fotos -anteojos de elegancia nerd y un aire british-, uno podría imaginarse cómo debe sonar Richard Hawley: voz aguda saltando en canciones espasmódicas y post-Beatles. Pero no: la voz de Richard Hawley es grave y profunda y americana y con un histrionismo más cercano a la resignación de carreteras que cruzan de noche el desierto que a la euforia insomne de las ácidas discotecas de Manchester. Una voz más cercana a Roy Orbison o a Johnny Cash que a la de Morrissey. Canciones más parecidas al fantasma de Elvis que al espectro de Lennon. Es más: Richard Hawley compone y canta y toca la guitarra como si los fabulosos cuatro de Liverpool jamás hubieran existido y la historia se hubiera detenido a mediados de los años 50. Y alguien lo definió -con gracia y precisión- como a “un Sinatra inglés de clase obrera” o “el cantante perfecto para un crucero fantasma por el Mar de los Sargazos”.
Pero, de pronto, en su séptimo álbum en estudio, ocurre algo raro, y desde su misma portada: el retro Hawley parece descubrir la psicodelia que, después de todo, también es algo retro. Y algo de esto ya se había percibido en tracks de su anterior Truelove’s Gutter (2009). Pero en Standing at the Sky’s Edge, Hawley vuela alto y a fondo y su primera mitad -arrancando con el épico “She Brings the Sunlight” que recuerda a lo mejor de The Verve- suena un poco como si alguien le hubiese puesto un ingrediente extraño al bourbon de Sinatra. Pero la psicodelia de Hawley -como el arte de Sinatra- está destilada a su manera.
“Standing at the Sky’s Edge”, de Richard Hawley.