Por Rodrigo Fresán Noviembre 22, 2012

Unos vienen siguiendo a Aimee Mann desde sus albores con la banda ochentera ‘Til Tuesday. Otros recién la descubrieron cortesía de su magnífico soundtrack para la también magnífica película Magnolia de Paul Thomas Anderson, por la que resultó candidata a un Oscar con “Save Me”. Otros y unos (me incluyo) son fans y no hacen caso a esas definiciones supuestamente graciosas del tipo “Leonard Cohen con tetas” o de las acusaciones de “hacer siempre el mismo disco”. Así, ahora, Aimee Mann publica Charmer y, de acuerdo, más de lo mismo. Pero lo mismo es lo único y, aun así, Charmer tal vez sea lo mejor y más compacto dentro de su catálogo desde The Forgotten Arm (2005). Porque Charmer es uno de esos álbumes que parecen un greatest hits y ahí están la épica “Soon Enough” y la seguidilla hasta el final de “Living a Lie”, “Slip and Roll”, “Gumby”, “Gamma Ray”, “Barfly” y “Red Flag Diver” para darme la razón. Melodías saltarinas para letras desgarradoras. Y, al principio, “Charmer”: un videoclip muy gracioso donde vuelve a comprobarse que ese aire de princesa gélida de Aimee Mann (y ya lo saben quienes la vieron de pasada en El gran Lebowski de los Coen o como sirvienta de pareja insoportable en esa especie de Saturday Night Live lisérgico que es Portlandia) apenas esconde a una gran comediante. Lo que nos lleva de nuevo a sus canciones: parecen muy divertidas cuando se las escucha por primera vez, pero cuando finalmente se las comprende…  Así, uno se la pasa días enteros silbando melodías pegadizas y felices pero -sin que nadie lo sospeche- con todas esas letras centrifugando en nuestra cabeza. Ej: “Charmer”.

“Charmer”, de Aimee Mann.

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