Y ahí está la señora O’Brien corriendo, jugando con sus hijos, cocinando para su esposo y convirtiéndose, así, en uno de los puntos altos de El árbol de la vida. De esa forma es como muchos conocimos a Jessica Chastain. Porque puede que la película de Terrence Malick sea demasiado lisérgica, digresiva, loca (¿dinosaurios?), pero finalmente funciona y además nos presentó a Chastain para los que desconocíamos su existencia. Y lo que vino después ha sido una sorprendente y ascendente carrera. Primero con The Help (donde, hay que decirlo, destronó a Bryce Dallas Howard y se terminó por convertir en nuestra colorina favorita), y ahora en Zero Dark Thirty, cinta que le trajo una nominación a Mejor Actriz en los próximos Oscar. La nueva película de Kathryn Bigelow tiene, por momentos, demasiado de épica militar estadounidense. Pero ahí están las escenas de Chastain como Maya, la agente de la CIA; implacable, férrea, sin regalar ninguna sonrisa, con lentes Ray-Ban y con una meta clara en la vida: encontrar a Osama bin Laden. En un ambiente casi puramente masculino (Bigelow, como siempre, muestra a los soldados como niños que nunca crecieron del todo, pero que ahora sostienen armas que sí matan de verdad), Maya es la más temible y, por eso mismo, se hace imposible no sentir algún tipo de atracción hacia ella.