Por Nicole Raymond Julio 3, 2013

Como ha ocurrido con muchos buenos actores en Hollywood -el fallecido James Gandolfini es un buen ejemplo-, ha sido la pantalla chica la que les ha dado el protagonismo que el cine les ha negado. El último en comprobar esa regla es Liev Schreiber con su nueva serie, Ray Donovan. A pesar de ser una estrella de Broadway -con un premio Tony y varios otros galardones y nominaciones para confirmarlo-, la voz oficial de los documentales deportivos de HBO y, según la crítica, el heredero (con mejores genes) de actores como Gene Hackman y Walter Matthau, la pantalla grande sólo le ha dado roles secundarios. Hasta ahora, en que la televisión viene a pagar esa deuda. En Ray Donovan, Schreiber es un “fixer”, un tipo que resuelve los problemas de importantes abogados de Los Ángeles y sus millonarios clientes: atletas, celebridades, magnates. Un cadáver que hay que hacer desaparecer. Ray se encarga. Hay que asustar y golpear a un chantajista. Pega para Ray. A primera vista no parece la elección más lógica para el más sesudo Schreiber, pero Ray es un tipo oscuro, complejo, un macho a la antigua. Porque a pesar de ganarse la vida a punta de golpes y amenazas, irónicamente, es un hombre con códigos y de familia. La serie en sí, o al menos el primer capítulo, que se estrenó primero por internet y el domingo pasado en el cable en Estados Unidos, promete y deja dudas a la vez, pero el señor Schreiber está, como siempre, impecable.

 

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