Seguimos escuchando/comprando los discos de Sir Paul por los mismos motivos que continuamos viendo las películas de Woody Allen o leyendo los libros de Stephen King: son parte de nuestras vidas, siempre estuvieron allí. En lo que hace a McCartney, su nuevo New es más de lo mismo. Lo que no es malo. Pero no alcanza las alturas de éxitos solistas y compactos como Flaming Pie o Chaos and Creation in the Backyard, optando por la abundancia superproducida (aquí hay cuatro productores, incluyendo al hijo de George Martin), demasiadas manos en la consola, y un aire denso que recién se disipa en sucesivas audiciones y recuerda a discos como Tug of War y Flowers in the Dirt: álbumes que disparan en demasiadas direcciones al mismo tiempo.

Al final, claro, las canciones de un especialista en el tema quedan y permanecen y se nos imponen. Y en New -muy bonito el logo del título- hay varias: las retro-beatlescas “New” y “On My Way to Work” y las despojadas “Get Me Out of Here” y la escondida “Scared”. Pero, en principio y por sobre todas ellas, se impone “Early Days”. Nueva entrega de una especialidad de McCartney, a quien está claro que le va el sadomasoquismo bien armonizado: la revisitación de su pasado cada vez más legendario y su relación irrepetible junto a un tal John Lennon.

No es la primera vez que Macca se autoexplica. Ahí estuvieron y siguen estando joyas como “You Never Give Me Your Money”, “Let Me Roll It”, “Here Today”, “The Song We Were Singing”, “That Was Me” y por qué no ponerlas todas juntas en un disco, ¿no? Ahora -en los fastos por el medio siglo de The Beatles y con la primera entrega de una biografía total de más de tres mil páginas en camino, que volverá a contar y a cantar la misma vieja historia-McCartney, con voz quebrada, se enorgullece de ser el único que sabe la verdad y que nunca nadie podrá quitarle eso, ese ayer en que todos sus problemas parecían tan lejanos. Sí, en “Early Days” McCartney nos confiesa que sigue creyendo en el ayer. Pero ya lo sabíamos por una canción titulada “Yesterday”.