Mucho más interesante que su insoportable tía Julia, Emma Roberts (22) sabe que ser pariente de la mujer de nariz respingada, la de las bodas y librerías inglesas y eterna pareja de Hugh Grant, puede ser un peso difícil de sobrellevar. O no tanto. Porque también aquello -hacerse un espacio pese a la sombra familiar- puede ser una forma de diferenciar su entrada a Hollywood. En otras palabras: si a su tía aún se le recuerda por el papel de mujer-que-espera-al-hombre-de-su-vida, Emma sabe que su camino es otro: lo suyo no es la chica que espera hombres, ella los atrae y controla y desecha. Ahí está su inicio en todo esto: en Blow como la hija de George Jung, el dealer de nariz empolvada interpretado por Johnny Depp. O en Celeste and Jesse forever, donde parodia a Kesha y Miley Cyrus y todas esas estrellas pop insufribles y chillonas (y hasta le flirtea a Rashida Jones). O en la más reciente We’re the Millers, en la que, actuando de una ladrona de 21 años que ayuda a pasar droga desde México hasta Estados Unidos, opaca a una floja Jennifer Aniston. Aunque su peak, sin duda, está en It’s a Kind of a Funny Story, esa cinta indie sobre adolescentes encerrados en un centro psiquiátrico. Ahí -como la chica borderline Noelle- enamora al protagonista de la cinta, Craig, uno de esos jovencillos sensibles con poleras de The Smiths, el cual en un momento le pregunta: “¿Te gusta la música?”. Y el personaje de Roberts, con tono antipático y mirada severa y el sello que de seguro la seguirá llevando lejos, le responde: “¿Te gusta respirar?”.